Conversar mucho con los hijos es una eficaz manera de complementar sus estudios escolares y preservarlos de la droga, afirman dos grandes especialistas. ¿Pero cómo mantener una buena conversación?

Es obvio que todos los padres quieren darle a sus hijos la mejor educación posible.

Pero no basta con matricularlos en el mejor colegio. Además, muchos padres no poseen los recursos económicos suficientes para pagarles una buena escuela.

Para cualquier caso, el educador canadiense Kieran Egan sugiere un medio eficaz de complementar la formación de los hijos. Dice en declaraciones a la agencia de noticias “No Mínimo”, de Rio de Janeiro:

“Creo a pie juntillas que los padres pueden superar la baja inversión en educación conversando con sus hijos. Conversando mucho con ellos. Conversando sin parar. Y cuando digo conversar, me refiero a discutir con ellos sobre el mundo –y las más diversas ideas que nos rodean– de la manera más agradable y estimulante posible. Lo cual, dicho sea entre nosotros, es la médula, el corazón de todo proceso educacional. La escuela puede hacer su máximo esfuerzo, debe hacerlo, pero en casa siempre podemos duplicar ese servicio.”

Tratando un problema más importante –preservar a los jóvenes de las garras de la droga– el psiquiatra griego Petros Levounis, especialista de fama internacional sobre dependencia, sugiere a los padres una solución muy parecida a la del educador canadiense. Este es su consejo, en entrevista a la revista “Veja”:

“La familia siempre debe estar involucrada con los hijos, responder a las preguntas sobre drogas y alcohol. Es importante que los padres participen en su vida. Hay una información específica que a nuestro modo de ver se relaciona con reducir el riesgo de que los adolescentes caigan en la droga: mientras más veces se reúne la familia para comer, tanto menor es el riesgo de abuso de drogas en la casa”.

Por lo tanto y según ambos especialistas, la conversación familiar es esencial para complementar la formación escolar de los hijos y, sobre todo, protegerlos de caer en la droga y el alcoholismo.

Sin duda que estos consejos suenan agradables a nuestros oídos, y sentimos una inclinación natural para ponerlos en práctica.

¿Pero cómo mantener en el hogar una conversión atractiva y agradable?

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En primer lugar, es importante saber poner en la conversación esa nota de originalidad que la hace cautivadora. O sea, no puede limitarse a un simple trueque de informaciones entre interlocutores que disponen de las mismas fuentes. La conversación supone además una noción de lo que conviene decir, o no, en determinada circunstancia, momento o ambiente. Y esto no se logra sin la observación de los hechos ni sin reflexión.

Otro valioso principio es saber escuchar. No menos importante es estar dispuesto a abordar asuntos que agraden a los demás. Discursar ante oyentes pasivos o hacerlos “engullir” temas que no son de su interés, no es otra cosa que matar la conversación.

Es más o menos como una cena a la cual se invita un grupo de amistades: el propósito es agradar a los invitados, no al anfitrión…

Una conversación bien lograda también se asemeja a una sinfonía: cada interlocutor completa armónicamente al otro, y todos caminan en la misma dirección. Sobre la base de tal entendimiento, los asuntos abordados van presentándose y cambiando de forma natural y atractiva. Entonces la conversación llega a ser deliciosa, como dicen los franceses, grandes consumidores de este género de intercambio

cultural.