Coronilla a San Miguel Arcángel

Publicado el 02/15/2017

La Coronilla a San Miguel Arcángel es uno de los ejercicios de piedad más antiguos y difundidos por la devoción popular católica. La Coronilla está divida en nueve partes, y en cada una de ellas el fiel saluda a uno de los coros angélicos: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles.

 

El número de los ángeles del Señor es inmenso e incalculable. "¿Por ventura puede contarse el número de su celestial milicia?", pregunta el libro de Job (25,3). Y el profeta Daniel escribió abismado: "Eran millares de millares los que le servían, y mil millones, o innumerables, los que asistían ante su presencia" (Dn 7, 10).

 

Sin embargo, en medio de la armonía celestial, Lucifer gritó palabras de rebeldía contra Dios: "¡No serviré! Subiré al Cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas subiré, y seré semejante al Altísimo" (cf. Is 14, 13-14).

 

Resonó entonces el grito de fidelidad de San Miguel en el Cielo: "¿Quién como Dios?"

 

"¿Quién como Dios?" – Millones de millones de espíritus angélicos repitieron el mismo grito de fidelidad. "¿Quién como Dios?", que en hebreo se dice Mi-ka-el, se transformó en el nombre del primer ángel que se alzó en defensa de Dios: Miguel.

 

"Hubo una gran batalla en el Cielo" (Ap 12, 7). Lucha entre ángeles y demonios, del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas. "Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. También lucharon el dragón y sus ángeles" (Ap 12, 7).

 

Y el gran dragón, que se llama demonio y Satanás, fue precipitado junto con sus ángeles (Ap 12, 8-9) en los abismos tenebrosos del infierno (2 Pe 2, 4).

 

Y mientras el rebelde serafín fue visto "caer del cielo como un rayo" (Lc 10, 18) y ser condenado al fuego inextinguible, "preparado para el diablo y sus ángeles" (Mt 25, 41), San Miguel se convertía en el "gloriosísimo príncipe de la milicia celestial", como lo designa la liturgia de la Santa Iglesia Católica.

 

San Miguel también es nuestro ángel protector aquí en la tierra, que nos ayuda en la lucha contra el pecado y por la salvación de las almas. Rezar con frecuencia la Coronilla a San Miguel Arcángel es un excelente medio de invocar la protección y el auxilio del "príncipe de la milicia celestial" en nuestro combate diario "contra los embustes y celadas del demonio".

 

De acuerdo con una piadosa tradición, el Arcángel San Miguel declaró a una persona devota que le sería grato se pusieran en uso las siguientes oraciones en su honor. La propagación y difusión de esta devoción se debe a una religiosa carmelita del monasterio de Vetralla, diócesis de Viterbo (Italia), muerta en fama de santidad en 1751. El 8 de agosto de 1851 Pío IX concedió indulgencias a la práctica de este piadoso ejercicio.

 

Estando, de ser posible, delante de una imagen del Santo Arcángel, hacer un acto de verdadera contrición y rezar a continuación devotamente las siguientes salutaciones:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre.

 

SALUTACIÓN I. Un Padrenuestro y tres Avemarías al primer coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Serafines, suplicamos al Señor nos haga dignos de una llama de perfecta caridad. Amén.

 

SALUTACIÓN II. Un Padrenuestro y tres Avemarías al segundo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Querubines, quiera el Señor concedernos la gracia de abandonar el camino del pecado, y de correr por el de la perfección cristiana. Amén.

 

SALUTACIÓN III. Un Padrenuestro y tres Avemarías al tercer coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Tronos, infunda el Señor en nuestros corazones un espíritu de verdadera y sincera humildad. Amén.

 

SALUTACIÓN IV. Un Padrenuestro y tres Avemarías al cuarto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Dominaciones, quiera el Señor concedernos la gracia de poder dominar nuestros sentidos y corregir las pasiones depravadas. Amén.

 

SALUTACIÓN V. Un Padrenuestro y tres Avemarías al quinto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Potestades, dígnese el Señor librar nuestras almas de las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

 

SALUTACIÓN VI. Un Padrenuestro y tres Avemarías al sexto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Virtudes, no permita el Señor que caigamos en las tentaciones, sino que nos libre de todo mal. Amén.

 

SALUTACIÓN VII. Un Padrenuestro y tres Avemarías al séptimo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Principados, dígnese Dios llenar nuestras almas del espíritu de verdadera y sincera obediencia. Amén.

 

SALUTACIÓN VIII. Un Padrenuestro y tres Avemarías al octavo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Arcángeles, quiera el Señor concedernos el don de la perseverancia en la fe y en las buenas obras, para que podamos conseguir la gloria del paraíso. Amén.

 

SALUTACIÓN IX. Un Padrenuestro y tres Avemarías al noveno coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Ángeles, dígnese el Señor concedernos que nos guarden en la presente vida mortal, y después nos conduzcan a la gloria eterna de los cielos. Amén.

 

A continuación se rezan cuatro Padrenuestros: el primero a San Miguel, el segundo a San Gabriel, el tercero a San Rafael, y el cuarto a nuestro Ángel Custodio.

 

Se concluye este ejercicio con la siguiente antífona y oración final:

 

Antífona. Gloriosísimo Príncipe San Miguel Arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, doméstico en la real morada de Dios, nuestro guía admirable después de Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro Dios.

 

V. Rogad por nosotros, oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

 

Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con un prodigio de bondad y misericordia para la salvación de todos los hombres, elegisteis por Príncipe de vuestra Iglesia al gloriosísimo San Miguel Arcángel; os suplicamos nos hagáis dignos de que con su benéfica protección nos libre de todos nuestros enemigos, para que ninguno de ellos nos moleste en la hora de nuestra muerte, sino que seamos conducidos por él a la presencia de vuestra divina Majestad. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

 
 

 

Promesas y Beneficios

El Arcángel San Miguel prometió a quien rece la coronilla:

• Enviar un ángel escogido de cada coro angélico para acompañar a los devotos a la hora de la comunión. Y a quienes reciten estas nueve salutaciones todos los días les asegura que:

• Gozarán de su asistencia continua durante esta vida y también después de la muerte.

• Serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

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