EL SANTO ROSARIO – Una oración que nos conduce al Reino de María

Publicado el 10/17/2017

En las apariciones de Fátima, la Virgen le pidió a los tres pastorcitos que se rezara diariamente el Santo Rosario. ¿Qué tesoros encierra esta devoción para que sea tan del agrado de María Santísima?

 


 

En todas las épocas históricas,especialmente en los tiempos de grandes crisis, la Divina Providencia ha ido suscitando almas que fueran oráculos vivos para indicarles a los hombres el camino de la corrección,amonestarlos por su mala conducta y prefigurar de algún modo el porvenir.

 

Es lo que pasó con la caída del Imperio romano de Occidente, iluminada y analizada por San Agustín;con el ocaso de la Edad Media,anunciado por San Vicente Ferrer; y con la eclosión de la Revolución francesa, que cierra la Edad Moderna,prevista por San Luis Grignion de Montfort. Nuestros “tiempos contemporáneos,que parecen estar enla inminencia de concluirse con unanueva crisis, tienen un privilegio másgrande. Vino nuestra Señora a hablarle a los hombres”1 en las célebres apariciones de Fátima, cuyo centenario estamos celebrando.

 

Además de advertir sobre los pecados de la humanidad, la Virgen Santísima anunció a los tres pastorcitos una nueva era en la historia de la Iglesia, así descrita por Mons. João Scognamiglio Clá Dias: “Fátima apunta con toda claridad hacia un futuro de triunfo y de gloria, que sedará después de la penitencia y la conversión de los hombres. Futuro este que sobrepasará las expectativas de los más esperanzados, pues nadie puede imaginar el auge de santidad y belleza que será alcanzado cuando el Corazón Inmaculado de María transforme las almas y entronice en ellas a su divino Hijo”.2

 

Fátima y el Santo Rosario

 

En las siete apariciones que tuvieron lugar entre mayo y octubre de1917, la Santísima Virgen “explica los motivos de la crisis e indica su remedio”.3 Y como poderosísimos medios para obtener la conversión pedida, señala la devoción a su Inmaculado Corazón,la comunión reparadora de los cinco primeros sábados y, sobre todo,el rezo del Santo Rosario.

 

Este último punto Nuestra Señora de Fátima lo trató con más insistencia. En efecto, en cada una de las apariciones recomendó a los pastorcitos esta práctica, pero el 13 de julio les habló de forma más categórica,diciéndoles: “Quiero que continuéis rezando el Rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario,para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella lo puede conseguir”.4

 

Y cuando llegó la última aparición,la “Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol”5 les recomendó una vez más el rezo diario del Rosario y Ella misma se definió con estas palabras: “soy la Señora del Rosario”.6

 

¿Qué tesoros guarda el Salterio de María, para que Ella insista tanto en su rezo? ¿Por qué afirma que sólo como Señora del Rosario nos conseguirá que obtengamos la paz? Profundicemos un poco más en el contenido de esta magnífica devoción multisecular, para que conozcamos los tesoros que encierra.

 

Dispensadora de todas las gracias

 

María Santísima es Aquella “por medio de la cual Dios mismo, nuestro Rey, dispuso desde el principio realizar la salvación del mundo”.7No fue sin razón que, en lo alto del Calvario, quiso el divino Redentor entregarla a la humanidad como Madre,en la persona del discípulo amado:“Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo as u madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’.Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’ ” (Jn 19, 26-27).

 

Así es como en función de “su cooperación en el sacrificio redentor de Jesucristo, y de su maternidad espiritual sobre todos los redimidos,María adquirió los títulos de Medianera y Dispensadora universal de todas las gracias”.8

 

Desde las bodas de Caná(cf. Jn 2, 1-11), al comienzo de la vida pública de Jesús, y las primicias de la Iglesia naciente, cuando los Apóstoles se reunieron con María en el Cenáculo (cf. Hch 1, 14) ala espera de la venida del Paráclito que les daría fuerza y valor para cumplir el mandato de Cristo de proclamar“el Evangelio a toda la Creación”(Mc 16, 15), así como a lo largo de los tiempos, nuestra Señora ha favorecido de varias maneras a sus hijos,concediéndoles medios eficaces para obtener de su maternal intercesión las gracias que necesitan para el cumplimiento de la misión que Dios ha dado a cada uno.

 

Santo Domingo y el Salterio de María

 

Uno de los momentos clave de su intervención se dio en el siglo XIII,cuando la cristiandad se encontraba amenazada por la terrible herejía de los albigenses, o cátaros, que se propagaba por Europa, a pesar del esfuerzo realizado por los Papas para contenerla. Domingo de Guzmánera uno de los grandes defensores de la ortodoxia y había sido designado para predicar en Langue doc, principal foco del mal, durante las más reñidas peleas contra la herejía.

 

Inmerso en la aflicción al ver el número de almas que se desviaba del camino recto y tomado por una moción interior, se dirigió a un bosque cercano a Toulouse, a fin de hacer penitencia e implorar que Dios tuviera pena de su Iglesia. Fueron tres días y tres noches de austeros sacrificios,gemidos, lágrimas y, sobre todo,oración.

 

Cuando su cuerpo estaba a punto de desfallecer, la propia Reina del Cielo se le apareció resplandeciente,y le preguntó de qué arma se serviría la Santísima Trinidad para reformar el mundo. Él respondió que esa arma era Ella misma, María Santísima. A lo cual Ella le contestó: “Sabe que la pieza principal de la batería fue la salutación angélica, que es el fundamento del Nuevo Testamento; y,por tanto, si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, reza mi Salterio”.9

 

A partir de entonces Santo Domingo empezó a difundir la devoción al Rosario, y María Santísima comenzó a derramar abundantes gracias sobre los que lo rezaban,obteniendo numerosas conversiones,un gran cambio en las costumbres y la victoria de la Iglesia sobre la herejía. Y el santo pasó a la Historia como el apóstol de esta devoción que une el Cielo a la tierra.

 

No hay devoción más excelente y meritoria

 

De hecho, enseña el eminente teólogo mariano San Luis María Grignion de Montfort que “la Santísima Trinidad es la que ha compuesto el Salterio de la Santísima Virgen o Rosario, que se integra de padrenuestros y avemarías”.10 Y nos explica su significado. “Está dividido entres rosarios de cinco decenas cada uno: 1.º, para honrar a las tres personas de la Santísima Trinidad; 2.º,para honrar la vida, muerte y gloria de Jesucristo; 3.º, para imitar ala Iglesia triunfante, ayudar a la militante y aliviar a la padeciente; 4.º,para imitar las tres partes de los salmos,cuya primera parte es para la vía purgativa, la segunda para la vía iluminativa y la tercera para la un itiva;5.º, para colmarnos de gracia durante la vida, de paz en la muerte y de gloria en la eternidad”.11

 

Si analizamos sus misterios gozosos,dolorosos y gloriosos, vemos que estos lo convierten en un “compendio del Evangelio, el Rosario nos recuerda los principales episodios de la vida de nuestro Redentor”.12 Recorrer con nuestra Señora “las escenas del Rosario es como ir a la ‘escuela’de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje. Una escuela, la de María,mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo,el ejemplo de aquella ‘peregrinación de la fe’, en la cual es maestra incomparable”.13

 

Por todo esto, comprendemos mejor la revelación que la misma Virgen le hizo al Beato Alano de la Roche:“Después del santo sacrificio de la Misa, que es la primera y más viva memoria de la Pasión de Jesucristo,no había más excelente y meritoria que el Rosario, que es como una segunda memoria y representación de la vida y Pasión de Jesucristo”.14

 

Un gran medio para alcanzarla perfección

 

San Luis Grignion, 15 él mismo un eximio predicador del Salterio mariano,cita algunos ejemplos de bienaventurados que nunca abandonaron el rezo del Rosario encontrando en él la fuerza de su virtud, como San Francisco de Sales, San Carlos Borromeu, Santo Tomás de Villanueva,San Ignacio de Loyola,San Francisco Javier, San Francisco de Borja, Santa Teresa de Jesús,San Felipe Neri, entre otros.

 

Y para animarnos a seguir el camino de estas almas exponenciales,añade que “el Rosario rezado con la meditación de los misterios: 1.º, nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo; 2.º, purifica nuestras almas del pecado; 3.º,nos permite vencer a nuestros enemigos;4.º, nos facilita la práctica de las virtudes; 5.º, nos abrasa en amor de Jesucristo; 6.º, nos proporciona con qué pagar nuestras deudas con Dios y con los hombres, y, en fin, nos consigue de Dios toda clase de gracias”.16

 

Los autores de vida espiritual son unánimes en aseverar que la meditación de los misterios del Rosario es un notable medio de perfección. Yes un error pensar que esta es una vía exclusiva para el clero o los religiosos.

 

Afirma el propio San Luis Grignion que “si los religiosos y eclesiásticos están obligados a meditara cerca de las grandes verdades de nuestra santa religión para responder dignamente a su vocación, los seglares están igualmente obligados,a causa de los peligros que tienen diariamente de perderse. Deben,pues, armarse con el frecuente recuerdo de la vida, de las virtudes y sufrimientos del Salvador que nos representan los quince misterios del Rosario”.17

 

Devoción de los Sumos Pontífices

 

Fray Antonio Royo Marin, uno de los más renombrados teólogos dominicos del siglo pasado, asegura que “el Rosario es, sin discusión alguna,la más excelente de las devociones marianas”.18 Y, siguiendo su habitual línea de claridad y progresividad en el raciocinio, añade: “Constapor el testimonio de la misma Virgen,por el magisterio oficial de laIglesia y por su misma estructura ycontenido teológico”.19

 

Para completar, pues, nuestras consideraciones, nos faltaría hacer alusión al aprecio que, a lo largo de los siglos, prácticamente la totalidad de los Sumos Pontífices han demostrado por el Santo Rosario y recordar algunos de los numerosos documentos del magisterio dedicado a elogiar esta devoción tan arraigada en el corazón de los fieles, pero eso alargaría demasiado el presente artículo.

 

Por tanto, nos permitimos tan sólo mencionar a San Pío V, el Papad el Rosario, que instituyó el 7 de octubre la fiesta de Santa María de la Victoria, en agradecimiento por la intervención de María Santísima en la batalla deLepanto,, y a su sucesor, Gregorio XIII, que dedicó el mismo día a Nuestra Señora del Rosario.

 

Es indispensable igualmente recordara San Juan Pablo II y su encíclica Rosarium Virginis Mariæ, citada más arriba, con la cual el recordado Papa del “Totus tuus” inauguró el Año del Rosario, en 2002.

 

Aurora del Reino de María

 

En las apariciones de Fátima, la Virgen le manifestó a los pastorcitos,con humilde claridad, cuál era el deseo de Dios: “Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrazare,le prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios, como flores puestas por mí para adornar su trono”.20 Y es el Santo Rosario conditio sine qua non para perseveraren esta devoción, como Ella tantolo repitió.

 

Atender al mensaje de la Madre de Dios supone, por lo tanto, luchar para ser, conforme lo dice San Luis María Grignion de Montfort, “verdaderos siervos de la Virgen Santísima,que, como otros tantos Domingos,vayan por todas partes con la antorcha brillante y ardiente del santo Evangelio en la boca y el Santo Rosario en la mano, a ladrar como perros, abrasar como el fuego y alumbrarlas tinieblas del mundo como soles”.21 Si actuamos de esta manera enseguida vislumbraremos en el horizonte la aurora del triunfo de su Inmaculado Corazón.

 

“Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima Virgen, y por Ella debe también reinar en el mundo”,22 dice San Luis Grignion. Así,“el triunfo de Ella es el triunfo de Cristo. Es el Reino de María, en el Reino de Cristo”.23

 

Abandonémonos al socorro de nuestra Señora y tengamos la certeza de que si permanecemos fieles a Ella y a su Santo Rosario, seremos testigos de nuevos prodigios y del cumplimento de su profecía.

 


 

CORRÊA DE OLIVEIRA,Plinio. Fátima: explicação e remédio da crise contemporâne a.In: Catolicismo.Campos dos Goytacazes.Año III. N.º 29 (Mayo, 1953); p. 2.

2 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio.Por fim, o meu Imaculado Coração triunfará! São Paulo: Lumen Sapientiæ, 2017, p. 101.

3 CORRÊA DE OLIVEIRA, op. cit., p. 2.

4 SOR LUCÍA. Memórias I.Quarta Memória, c. II, n.º 5.13.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2007, p. 176.

5 Ídem, n.º 3, p. 173.

6 Ídem, n.º 8, p. 180.

7 SAN BERNARDO. In laudibusVirginis Matris.Hom. IV, n.º 8. In: Obras Completas. 2.ª ed. Madrid: BAC, 1994, v. II, p. 673.

8 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio.Pequeno Ofício da Imaculada Conceição comentado.2.ª ed. São Paulo:ACNSF; Lumen Sapientiæ, 2011, v. II, p. 125.

9 SAN LUIS MARÍA GRIGNIONDE MONTFORT. El secreto admirable del Santísimo Rosario. Rosa II. In:Obras. Madrid: BAC, 1954, p. 314.

10 Ídem, Rosa VI, p. 321.

11 Ídem, ibídem.

12 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio.Um Natal sob osigno do Rosário. In: Arautosdo Evangelho. São Paulo.Año I. N.º 12 (Diciembre, 2002); p. 7.

13 SAN JUAN PABLO II. Rosarium Virginis Mariæ, n.º 14.

14 SAN LUIS MARÍA GRIGNIONDE MONTFORT, op. cit., Rosa XXVIII, p. 356.

15 Cf. Ídem, Rosa XXVI, p. 353.

12 Ídem, Rosa XXVII, p. 353.

17 Ídem, Rosa XXIV, p. 350.

18 ROYO MARÍN, OP, Antonio.La Virgen María. Teología y espiritualidad marianas.2.ª ed. Madrid: BAC, 1997, p. 460.

19 Ídem, ibídem.

20 SOR LUCÍA, op. cit., n.º 4, p. 175.

21 SAN LUIS MARÍA GRIGNIONDE MONTFORT. La oración abrasada. In: Obras, op. cit., p. 599.

22 SAN LUIS MARÍA GRIGNIONDE MONTFORT. Tratado de la verdadera devocióna la Santísima Virgen,n.º 1. In: Obras, op. cit., p. 439.

23 CLÁ DIAS, Por fim, o meuImaculado Coração triunfará!, op. cit., p. 16.

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