Un poderoso auxilio en todas las dificultades

Publicado el 05/22/2017

Me gustaría decir una palabra sobre Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, más especialmente en lo que dice respecto a las dificultades de la vida espiritual.

 


 

Pidiendo a Nuestra Señora, Ella nos auxilia

 

¿Por qué a veces se encuentra a un buen católico parado? Porque no le enseñaron que su estado tiene una solución, un remedio, y que el hecho de que él no encuentre la solución es la prueba de que Nuestra Señora le quiere mostrar que sólo Ella es la solución. Sin María Santísima, de hecho él no va para adelante, pues está apegado, se quedó atrapado, se enredó en algo.

 

Por consiguiente, Nuestra Señora quiere dejar bien claro que es necesario pedirle esa gracia, y pidiéndole, Ella la da; lo sobrenatural resuelve las dificultades, es cuestión de tener espíritu de fe. Rogando empeñadamente, ahincadamente, lo conseguimos.

 

El título de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos es un incentivo para que pidamos, porque comprendemos que lo propio de Ella es auxiliar. Si necesito un auxilio y encuentro a la Auxiliadora de los Cristianos, entonces estoy seguro de ser atendido, porque el necesitado encuentra su alivio junto a la auxiliadora. Si tengo en consideración que la auxiliadora es Madre, tendré la certeza de ser atendido. Por lo tanto, a aquellos entre nosotros que se encuentran en ese estado en cualquier etapa de la vida espiritual, les sugiero – no voy más allá de una simple sugerencia – que recen apenas tres Avemarías por día, pidiéndole a Ella eso: que tenga la bondad, la condescendencia, la misericordia de intervenir en ese estado, y que intervenga enseguida para socorrernos.

 

Una oración como el “Acordaos” también puede ser sumamente útil para ese efecto. Al rezar esa oración puedo decir: “Acordaos que nunca se oyó decir que Vos abandonasteis a ningún pecador. Ahora bien, yo soy un pecador. ¿Será que Vos iréis a interrumpir dos mil años de gloriosa asistencia a los necesitados y a abrir una excepción conmigo? Yo no creo”. Es una linda expresión: “Acordaos”.

 

Una simple medallita rota

 

Cuando nos acordamos de cuántas cosas de toda clase, de toda especie, Nuestra Señora ha perdonado; a judíos empedernidos como Ratisbonne1, a borrachos, sinvergüenzas, canallas, gente de todo tipo que Ella convierte. De esa forma, puedo pensar: “Nunca se oyó decir… ¿Será que Vos permitiréis que la primera vez sea conmigo? ¡No es posible!” Así tengo aliento y sigo adelante.

 

Yo leí una vez en un libro de vida espiritual algo muy bonito respecto al auxilio de Nuestra Señora. Una señora – si no me engaño era de la nobleza de París – poseía una casa muy bien arreglada, en cuya sala de visitas había un cuadro con una bonita moldura y un almohadón de terciopelo con una medallita muy común, rota. Uno u otro visitante que aparecía allá a veces preguntaba qué era ese objeto sin ningún valor artístico, hasta dañado, en medio de aquella sala tan fastuosa y de tan buen gusto. Y la señora contaba lo siguiente: “A esa medallita le debo la vida y la conversión de mi hijo. Él era ateo, estaba saliendo de un mal lugar – o bebiendo, o haciendo algo malo; en fin, se encontraba en estado de pecado – y hubo un crimen en la calle; el proyectil se desvió y lo golpeó en el pecho, chocándose contra esa medallita”.

 

Bien sabemos cómo, en general, las medallas de Nuestra Señora son frágiles, ultra-comerciales, de aluminio, etc.

 

Y ella continuó: “El proyectil está guardado junto a la medalla. Torció y dañó la medalla, pero milagrosamente no mató a mi hijo. Él tuvo un tal golpe, que se convirtió. Y ese gran milagro bien merece que yo tenga esos objetos aquí expuestos”.

 

Ahí vemos la bondad de Nuestra Señora por un tipo que, si hubiese muerto de un disparo, se iría al infierno, pues estaba ofendiéndola en ese momento. Ella le hace un milagro espléndido a ese sujeto.

 

Por lo tanto: “Acordaos también de mí, que no estoy haciendo una cosa horrorosa, no estoy pecando, pero estoy vilmente encallado, absurdamente encallado, y no hay nada que me desencalle. Estoy harto de saberlo y comprendo que sólo Vos me podéis desencallar; hacedme este favor, ¡desencalladme!” Ese es un pensamiento que sólo nos puede alentar y puede ser un incentivo para nuestra novena a Nuestra Señora Auxiliadora.

 

Cuando se demora en atender, la Santísima Virgen nos concede beneficios aún mayores

 

Cuando consideramos los auxilios de la Virgen María, vemos que es una verdadera gracia el hecho de que ella se digne establecer con nosotros una relación por la cual atiende nuestros pequeños pedidos, casi diríamos pequeñas intenciones, como si fuesen pequeños cariños maternos de su parte. Sin duda alguna, debemos reputar esa gracia muy preciosa.

 

Sin embargo, no debemos espantarnos cuando el auxilio de Nuestra Señora tarda. Muchas veces Ella se demora en atender justamente las grandes gracias, pues quiere que pidamos mucho.

 

En general, durante la vida de una persona muy devota de María Santísima, así como existen gracias que Ella da enseguida, también hay dos, tres, cuatro o cinco que Ella concede demorándose enormemente, y esas son las almas que Nuestra Señora más ama, a las cuales, dentro de un rosario de gracias concedidas fácilmente, Ella les coloca algunas muy difíciles. Y en general las gracias que Ella más ama son las de carácter espiritual. A veces es una gracia de carácter temporal, cuyo atraso tendrá un sentido espiritual.

 

Es decir, hay ciertos atrasos de la providencia de Nuestra Señora, en cuanto Auxilio de los Cristianos, en los cuales Ella concede más tardando que dando enseguida. Y eso es así, en parte, porque si María Santísima atendiese todos nuestros pedidos inmediatamente, la Tierra se transformaría en un paraíso y los sufrimientos desaparecerían. Ahora bien, una de las mayores gracias que Nuestra Señora nos da son las cruces, los sufrimientos. Y muchas veces Ella tarda para darnos la gracia y el mérito del sufrimiento.

 

También es necesario añadir que algunas veces la Santísima Virgen tarda para probar nuestra fe, es decir, para desarrollar en nosotros la fe y la confianza; y después Ella nos da esas gracias de un modo supereminente.

 

Por eso, si hay algún alma que esté esperando hace mucho tiempo para recibir una gracia, ella no debe considerar eso como un rechazo de Nuestra Señora, sino como una promesa de que, si pidiere mucho, esa gracia le será dada con una abundancia extraordinaria.

 

En la novena de Nuestra Señora Auxiliadora, que, en cuanto Auxiliadora es dadivosa y distribuidora de gracias, debemos pedir que, así como Ella tiene pena de las almas del Purgatorio y abrevia sus tormentos, en la medida en que convenga a nuestras almas, condescienda en abreviar también esas grandes demoras, y nos dé aquello que queremos, sobre todo para nuestra vida espiritual.

 

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1) San Alfonso María Ratisbonne, convertido milagrosamente a la Religión Católica al presenciar una aparición de Nuestra Señora.

(Revista Dr. Plinio, No. 194, mayo de 2014, p. 22-27, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de conferencias del 21.5.1964, 17.5.1966 y 18.5.1966).}

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