San Gregorio Taumaturgo

Publicado el 11/14/2017

Si Dios hace grandes milagros para resolver pequeños asuntos, con mayor razón realizará milagros extraordinarios para solucionar cuestiones de altísima importancia, desde que pidamos con mucha insistencia y confianza, a través de Nuestra Señora.

 


 

El 17 de noviembre se conmemora la fiesta de San Gregorio Taumaturgo, respecto al cual tenemos los siguientes datos biográficos1:

 

Gregorio nació en Neocesarea2, cerca del año 213. Fue discípulo de Orígenes, y obispo de su ciudad natal. Ilustre por su doctrina y santidad, lo fue aún más por el número y el brillo de sus milagros extraordinarios – razón por la cual fue llamado Taumaturgo – que lo hicieron comparable, según el testimonio de San Basilio, a Moisés, a los Profetas y a los Apóstoles.

 

Ícono de San Gregorio Taumaturgo

– Museo Hermitage, San Petersburgo,

Rusiaá

Con su oración movió de su lugar una montaña que le impedía construir una iglesia. Secó una laguna que era causa de discordia entre sus hermanos. Detuvo las inundaciones del Río Lycus, que devastaban los campos, introduciendo en el río su bastón, el cual inmediatamente creó raíces y se transformó en un gran árbol, formando un límite que el río nunca más excedió.

 

Muchas veces expulsó los demonios de los ídolos y de los cuerpos y realizó muchos otros prodigios, gracias a los cuales multitudes de hombres fueron conducidos a la fe de Jesucristo.

 

Poseía también el espíritu de los Profetas, y anunciaba el futuro. En el momento de dejar esta vida, habiendo él preguntado cuál era el número de infieles que permanecían en Neocesarea, le respondieron que no eran más que diecisiete. Y dando gracias a Dios dijo: “Ese es el mismo número de los fieles, en el comienzo de mi episcopado.”

 

Escribió varios trabajos que, así como sus milagros, ilustraron a la Iglesia de Dios.

 

Murió entre 270 y 275.

 

Milagros incontestables que no fueron fruto de una sugestión

 

¡Sin duda, es un gran santo!

 

Nos cabe analizar un poco la naturaleza de esos milagros, para entender algo de su misión.

 

Es interesante constatar que en el enorme conjunto de los santos, la Providencia, que siempre hace que la casi totalidad de ellos obre milagros, escoge sin embargo a algunos para realizar muchos milagros. Eso tiene una razón de ser profunda, porque los milagros obrados en gran número por la misma persona indican más la acción extraordinaria de Dios. Que una persona obre un hecho milagroso, ya es inverosímil. Pero que realice muchos y muchos, es todavía más inverosímil, de tal manera que esos milagros dan mucho más gloria a Dios.

 

Y aquí está un hombre que parece haber sido escogido para mostrar que todos los dones de los milagros del Antiguo Testamento y de la Iglesia primitiva todavía se conservaban en el siglo III, en el cual él vivió.

 

Esos milagros tienen de interesante que ninguno de ellos se puede explicar por una sugestión.

 

Yo comprendo que un loco diga que una cura en Lourdes fue hecha por una sugestión. Pero ningún demente puede decir que una montaña quedó sugestionada y por eso cambió de lugar; o que un lago se secó por una sugestión.

 

Alguien podría objetar: “él sugestionó a las personas que lo vieron.”

 

La sugestión no dura la vida entera. Aquí está un monte, que se mueve para allá. [Si] es sugestión de las personas que lo vieron, cuando pasa la sugestión, ¿dónde está el monte? El monte debería haber regresado al lugar anterior…

 

El lago estaba lleno y por un fenómeno de sugestión, las personas tuvieron la impresión de que se había secado. Pero si así fuese, cuando pasase la impresión, el lago debería estar lleno de nuevo…

 

Asimismo, el crecimiento inmediato de un árbol porque él colocó el bastón dentro del agua. Terminada la impresión, las personas deberían ver el bastón y no el árbol. Ahora bien, vieron un árbol crecer inmediatamente, al punto de mudar el curso de un río…

 

Son, por lo tanto, milagros categóricos, incontestables.

 

La Providencia le dio a ese santo el don de los milagros para que así se comprenda cómo la Iglesia es divina.

 

Dios nos atiende con una liberalidad magnífica

 

¿Pero fue sólo para eso? No. Hay además otras razones.

 

Primero, una montaña que necesitaba ser corrida, para que él pudiese tener un lugar cómodo, a fin de construir una iglesia. Fue un prodigio enorme, hecho con motivo de un pedido no muy importante. Porque, al fin de cuentas, si no se puede edificar una iglesia aquí, se construye allá. No es irremediable el que una montaña esté impidiendo la construcción de una iglesia…

 

¿Por qué la Providencia le dio a él la gracia de obrar ese milagro, a propósito de una cosa que no parece ser de una importancia capital?

 

Para mostrar cómo Dios es paternal, cómo la Providencia es maternal para con nosotros. Los milagros no se operan solamente cuando estamos con angustia, con la garganta tomada por las mayores tragedias. Sino que Dios es Padre y Nuestra Señora es Madre, y nos dan gracias muy grandes, con una liberalidad magnífica, incluso cuando no nos encontramos en la más extrema aflicción.

 

El “Libro de la Confianza”3 insiste en ese punto: es necesario pedir mucho y con insistencia, incluso cosas que no sean muy importantes, y nos serán concedidas.

 

Aquí vemos un milagro enorme realizado apenas para simplificar la vida de un santo, a fin de que un deseo de él pudiese ser satisfecho más cómodamente.

 

Otro milagro: sus hermanos estaban peleando por causa de una laguna, y él la secó. “¿Uds. se están maltratando por la posesión de esa laguna? Pues bien, ¡ella se va a secar y no va a quedar para nadie!”

 

Probablemente, si él le diese una buena reprimenda a sus hermanos, resolvería la contienda de la misma manera; es un episodio íntimo, una pequeña pelea de familia que no tiene nada de trágico. Sin embargo, fue hecho el milagro para solucionar el caso.

 

El tercer milagro fue para evitar las inundaciones de un río. También es cierto que la humanidad podría continuar existiendo si ese río se desbordase.

 

Obrar con santa libertad

 

Eso nos debe conducir a la idea de que, si un santo puede ser atendido por bagatelas de esas, nosotros también podemos ser atendidos cuando pedimos cosas mucho más importantes. Porque quien hace lo más, hace lo menos. Y si es más extraordinario hacer un milagro por una bagatela, es menos extraordinario hacerlo por una cosa que no sea una bagatela.

 

En las necesidades de nuestra vida espiritual, ¡cuántas montañas deben ser removidas, cuántas lagunas tienen que ser secadas, cuántas inundaciones que se desbordan y necesitan ser remediadas! ¡Y con cuánta confianza debemos, por lo tanto, dirigirnos a Nuestra Señora pidiéndole a Ella esos favores!

 

Alguien me dirá:

 

– Ah, Dr. Plinio, si fuese como Ud. dice… Pero el asunto es que nosotros no somos San Gregorio Taumaturgo. Él era santo y los obtenía.

 

Yo respondo:

 

San Gregorio está en el Cielo y está a nuestro alcance; para quien ve las cosas bajo el punto de vista sobrenatural, todo es muy simple. Yo no consigo obtener porque yo soy yo, y no soy San Gregorio Taumaturgo; pidámosle entonces, a él, en el día de hoy que se celebra su fiesta.

 

Es necesario actuar con las cosas del Cielo con esta santa libertad, yo diría que casi que con ese santo candor. ¡Cuántas cosas se reciben de esa forma! Y ese es el incitamiento al cual se presta la vida de ese santo.

 

_________________

1) No disponemos de los datos bibliográficos de la obra citada.

2) Actual Niksar, en Turquía.

3) De autoría del P. Thomas de Saint-Laurent.

 

(Revista Dr. Plinio, No. 200, noviembre de 2014, p. 30-31, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de una conferencia del 17.11.1965)

 

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