San Juan Eudes

Publicado el 07/22/2013

Igual que en los tiempos de San Juan Eudes, también hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes den testimonio de la misericordia infinita de Dios con una vida totalmente “conquistada” por Cristo.

 


 

2.jpg

San Juan Eudes – Nave
principal de la Basílica
de San Pedro

Se celebra hoy la memoria litúrgica de San Juan Eudes, apóstol incansable de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, quien vivió en Francia en el siglo XVII, un siglo marcado por fenómenos religiosos contrapuestos y también por graves problemas políticos. Es el tiempo de la guerra de los Treinta Años, que devastó no sólo gran parte de Europa central, sino también las almas.

 

La crisis de la reforma estaba condicionada también por una formación insuficiente de los sacerdotes

 

Mientras se difundía el desprecio hacia la fe cristiana por parte de algunas corrientes de pensamiento entonces dominantes, el Espíritu Santo suscitaba una renovación espiritual llena de fervor, con personalidades de alto nivel como De Bérulle, San Vicente de Paúl, San Luis María Grignon de Montfort y San Juan Eudes.

 

Esta gran “escuela francesa” de santidad tuvo también entre sus frutos a San Juan María Vianney. Por un designio misterioso de la Providencia, mi venerado predecesor Pío XI proclamó santos al mismo tiempo, el 31 de mayo de 1925, a Juan Eudes y al Cura de Ars, ofreciendo a la Iglesia y a todo el mundo dos ejemplos extraordinarios de santidad sacerdotal.

 

En el contexto del Año sacerdotal, quiero subrayar el celo apostólico de San Juan Eudes, dirigido especialmente a la formación del clero diocesano.

 

Los santos son la verdadera interpretación de la Sagrada Escritura.

 

Los santos han verificado, en la experiencia de la vida, la verdad del Evangelio; así nos introducen en el conocimiento y en la comprensión del Evangelio.

 

El Concilio de Trento, en 1563, había emanado normas para la erección de los seminarios diocesanos y para la formación de los sacerdotes, pues el Concilio era consciente de que toda la crisis de la reforma estaba condicionada también por una formación insuficiente de los sacerdotes, que no estaban preparados para el sacerdocio de modo adecuado, intelectual y espiritualmente, en el corazón y en el alma. Esto sucedía en 1563; pero, dado que la aplicación y la realización de las normas se dilataban, tanto en Alemania como en Francia, san Juan Eudes vio las consecuencias de esta carencia.

 

Movido por la clara conciencia de la gran necesidad de ayuda espiritual que experimentaban las almas precisamente a causa de la falta de preparación de gran parte del clero, el santo, que era párroco, instituyó una congregación dedicada de manera específica a la formación de los sacerdotes.

1.jpg

Audiencia general del 19 de agosto pasado, en Castelgandolfo, donde el Papa Benedicto XVI comentó, en el contexto del Año Sacerdotal, la fiesta de San Juan Eudes.

Todo sacerdote debe ser apóstol del Corazón de Cristo y de María

 

En la ciudad universitaria de Caen, fundó su primer seminario, experiencia sumamente apreciada, que muy pronto se extendió a otras diócesis.

 

El camino de santidad que recorrió y propuso a sus discípulos tenía como fundamento una sólida confianza en el amor que Dios reveló a la humanidad en el Corazón sacerdotal de Cristo y en el Corazón maternal de María.

 

En aquel tiempo de crueldad, de pérdida de interioridad, se dirigió al corazón para comunicar al corazón una palabra de los Salmos muy bien interpretada por San Agustín. Quería hacer volver a las personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes, al corazón, mostrando el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. Todo sacerdote debe ser testigo y apóstol de este amor del Corazón de Cristo y de María.

 

También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes den testimonio de la misericordia infinita de Dios con una vida totalmente “conquistada” por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios.

 

Punto de partida para una auténtica reforma de la vida

 

El Papa Juan Pablo II, después del Sínodo de 1990, publicó la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis , en la que retoma y actualiza las normas del Concilio de Trento y subraya sobre todo la necesaria continuidad entre el momento inicial y el permanente de la formación; para él, como para nosotros, es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los sacerdotes, e igualmente es el punto fundamental para que la “nueva evangelización” no sea sólo un eslogan atractivo, sino que se traduzca en realidad.

 

Los cimientos puestos en la formación del seminario constituyen el insustituible “humus spirituale” en el que se puede “aprender a Cristo”, dejándose configurar progresivamente a Él, único Sumo Sacerdote y Buen Pastor. Por lo tanto, el tiempo del seminario se debe ver como la actualización del momento en el que el Señor Jesús, después de llamar a los Apóstoles y antes de enviarlos a predicar, les pide que estén con Él (cf. Mc 3, 14). Cuando San Marcos narra la vocación de los doce Apóstoles, nos dice que Jesús tenía un doble objetivo: el primero era que estuvieran con Él; y el segundo, enviarlos a predicar. Pero yendo siempre con Él, realmente anuncian a Cristo y llevan la realidad del Evangelio al mundo.

 

En este Año sacerdotal os invito a rezar, queridos hermanos y hermanas, por los sacerdotes y por quienes se preparan a recibir el don extraordinario del sacerdocio ministerial.

 

Concluyo dirigiendo a todos la exhortación de San Juan Eudes, que dice así a los sacerdotes: “Entregaos a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su Santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad” ( Coeur admirable , III, 2). Con este espíritu, cantemos ahora juntos el Padre nuestro en latín.

 

 

(Audiencia General en Castelgandolfo, 19/8/2009))

 

 

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->