Los ángeles en la vida de los santos – Parte 2

Publicado el 07/06/2016

El ángel de la guarda nos acompaña siempre a cada uno de nosotros. Pocas personas, sin embargo, reciben la gracia de poder sentir físicamente la presencia de este protector.


Nuestros ángeles custodios están al lado de cada uno de nosotros, incansables, solícitos, bondadosos, listos para ayudarnos en todo lo que necesitemos, ya sean necesidades materiales o espirituales.

Veamos algunos ejemplos de personas favorecidas con la gracia de ver a su ángel de la guarda y que conversaron con él varias veces a lo largo de su vida.

CECY CONY

TREINTA AÑOS DE CONVIVENCIA CON SU ÁNGEL DE LA GUARDA

Cecy Cony a los 13 años de edad

Los ojos recorrían detenidamente las líneas del texto y, de vez en cuando, otra página era pasada. Alrededor reinaba el silencio, entrecortado en ocasiones por algún ruido típico de una ciudad del interior, a principios del siglo pasado. Estamos en 1917. Una joven de 17 años, tranquila, estudia en una habitación cercana a la entrada de la casa. Era otra caliente noche de verano en el municipio de Yaguarón, Brasil, junto a la frontera con Uruguay.

La puerta de la calle se encontraba abierta, quizá con el objetivo de ventilar un poco el ambiente, castigado por el sofoco característico de esa época del año. Los criados estaban ocupados en sus quehaceres domésticos, lejos de esa parte de la casa. Concentrada en la lectura, ni siquiera se dio cuenta de que había entrado en la sala un extraño, que se puso al otro extremo de la mesa donde ella estaba. La sorpresa que se llevó fue enorme cuando al levantar los ojos del libro vio a un hombre, con signos de embriaguez, que agarraba el borde de la mesa con sus manos. Era fuerte y alto, malcarado y de mirada ruin. En su cinturón llevaba sujeto un cuchillo, como era costumbre usarlo en esa región.

El forastero se quedó un tiempo observando a la joven, algo aturdida ante tal visión, y después fue rodeando la mesa en dirección a ella, sin dejar de apoyarse. Rompiendo el silencio reinante le dijo en español: “Si hablas, te estrangulo”.

El terror se apoderó de la joven, que no podía decir nada, salvo unas pocas palabras en voz baja: “¡Mi nuevo amigo!”. En ese instante sintió que sobre su hombro se posaba una mano, la misma que, a menudo, había sentido en otras ocasiones de desaliento. Era su fiel ángel de la guarda que, al tocarle el hombro, le restituía como por encanto la tranquilidad, disipando con increíble rapidez el miedo que sentía. Tuvo, así, fuerzas para levantarse y correr al encuentro de Acacia, una de las empleadas de la casa, mientras el temido hombre escapaba, derribando en su huída una silla con gran estruendo.7

Hechos como el que acaba de ser descrito sucedieron en la vida de Cecy Cony, una brasileña nacida en 1900, en la ciudad de Santa Vitoria do Palmar, al extremo sur de Brasil, que más tarde se haría religiosa en la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Penitencia y de la Caridad Cristiana, donde ingresó con el nombre de María Antonia. Fue dotada de gran cantidad de dones, entre los que primó la gracia de ver a su ángel de la guarda desde los 5 años de edad.8

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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