CABALLEROS DE LA VIRGEN

Artículos

La huida de Juan VI de Portugal – Un éxodo entre la vida y la muerte

El sol se mostraba sin velos ese día: parecía que quisiera contemplarse en las tranquilas aguas del río, al mismo tiempo que secaba las lágrimas de aquella multitud desolada. En la corriente, retocada por los reflejos del astro rey, se veían decenas de embarcaciones distanciándose. Se dirigían a otro país, a un continente lejano, sin perspectivas de regresar.
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Sólo tengo «pecaditos»…, ¿realmente necesito confesarme?

Fue una iniciativa divina la que nos hizo salir de la nada y entrar a la existencia. Dios sabe bien que llevamos dentro el estigma de la falta de nuestros primeros padres y que también nosotros somos individualmente pecadores. Y por eso el Padre determinó que el Verbo se encarnara y permitió que fuera «entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación» (Rom 4, 25).
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¿Cómo encontrar la luz en un mundo de tinieblas?

Los avances tecnológicos de las últimas décadas le han revelado al hombre la existencia de realidades hasta entonces insospechadas. Hoy conocemos ciertas frecuencias, como los rayos ultravioleta e infrarrojos, que están ocultas al ojo humano, pero que pueden tener un efecto intenso y a veces incluso nocivo sobre nuestra piel. Del mismo modo, algunos espectros sonoros son perceptibles por ciertos seres vivos y no por otros. Esto hace que, por ejemplo, los perros oigan sonidos inaudibles para nosotros.
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El historial del alma contrita

El Miserere pertenece al grupo de siete salmos llamados penitenciales. ¿Qué es un salmo penitencial? Evidentemente, es un canto a Dios en el que el autor expresa su penitencia. Y la penitencia presupone que pecó, se arrepintió y, una vez superado en su interior ese sentimiento de arrepentimiento, reflexionó sobre la falta cometida.
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Mons. João scognamiglio Clá Dias. III – Uno de los frutos más importantes del desastre

Siendo la TFP brasileña el paradigma, la fundadora y la más antigua de la cual se irradiaron las demás, se diría que en ella nunca se debería reconocer defecto o problema alguno, y que se le podrían aplicar las palabras de San Pablo con relación a la Iglesia Católica: una se- ñora sin mancha, sin arruga, sin defecto (cf. Ef 5,27). Sin embargo, esta no es la realidad. Hagamos un análisis de nuestra situación interna en 1974, para interpretarla bien, porque no hay nada como la verdad: “Veritas liberabit vos – La verdad os hará libres” (Jn 8,32).
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