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Acordaos de que mi Dios me ha dado a vos

¡Oh bienaventurado San Francisco de Sales!, verdaderamente santísimo siervo de Dios, amado y segurísimo guía de mi alma, don precioso de mi Dios; mi verdadero padre, digo, ¡mi dulcísimo maestro y ahora mi fiel abogado! Mirad nuestras necesidades y no permitáis que el corazón que Dios ha unido al vuestro pueda ser nunca desunido. Por tanto, acordaos que me habéis prometido que esta unión sería eterna; haced, pues, mi venerable padre, por vuestra santa intercesión, que yo sea tan fiel a la observancia de las cosas que me habéis enseñado que llegue a esa soberana unidad, de la cual gozáis tan gloriosamente, a fin de que con vos, y en compañía de la gloriosa Virgen y de los santos, pueda alabar, bendecir y amar eternamente al soberano Amado de nuestras almas.
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El sueño del rey

La inmensa llanura dorada, quemada por el calor del sol, comienza a cubrirse con el manto estrellado de la noche. Silencio… Sólo se oye el susurro de la hierba seca movida por el viento.
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¿Me tengo por justo?

El Evangelio de este domingo nos presenta la parábola del fariseo y el publicano, narrada por el Señor a «algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás» (Lc 18, 9), es decir, a algunos soberbios. En ella, Jesús retrata a dos hombres que suben al Templo de Jerusalén a orar: un fariseo y un publicano.
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A nadie le debáis nada

Centro de la ciudad. En uno de los edificios más altos se encuentra la oficina del Sr. Leonardo. Este fin de mes, sin embargo, lo vemos ocupado con otras tareas que no están relacionadas directamente con su profesión. Se halla sentado ante una mesa llena de pa1peles, una calculadora y con bolígrafo en mano, que no descansa un minuto.
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Infalible socorro materno

Con el transcurso del tiempo, Dña. Lucilia viene sorprendiendo cada vez más con los favores que obtiene para todos los que, independientemente de la situación en la cual se encuentren, recurren a ella con verdadera fe y confianza en su intercesión.
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Hijo y esclavo de la Santísima Virgen – El mundo para María: auge de devoción

«Si hubiera conocido a San Luis Grignion de Montfort cinco minutos antes de su muerte —dijo una vez el Dr. Plinio—, me habría arrodillado, habría besado sus pies y le habría aconsejado: “¡Sea aún más devoto de la Virgen!”».1 La osadía de este consejo, dirigido al más grande de los mariólogos, presupone una vida de insaciable crecimiento en el amor a María Santísima…
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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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