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La misa de un mal sacerdote, ¿tiene algún valor?

Podríamos traducir el título de arriba con una formulación más sencilla: ¿un buen cañón funciona en manos de un mal soldado? O bien: ¿de qué sirve un cañón si lo utilizan los enemigos? Sabemos que, por muy inepto que sea el artillero, un buen cañón no pierde su calidad, aunque su precisión se vea mermada… Si, por un lado, esto es reconfortante, por otro, se revela sumamente alarmante ante la posibilidad de que esa eficacia se vuelva contra el propio ejército a través de un traidor.
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Vacíos de sí mismos, llenos de Dios

La Iglesia, desde sus orígenes, aprendió de labios del divino Maestro a formular la súplica contenida en el padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino» (Mt 6, 10). San Juan, en el pasaje del Apocalipsis que la liturgia presenta este domingo, vislumbra la plenitud de ese Reino cuando declara que vio «un Cielo nuevo y una tierra nueva […], la nueva Jerusalén que descendía del Cielo» (Ap 21, 1-2), donde habrá una convivencia ininterrumpida con el Altísimo, pues será «la morada de Dios entre los hombres. Dios morará entre ellos» (Ap 21, 3).
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Moral…, ¿manipulada?

En el mundo de ayer, nos acostumbramos al hecho de que los ordenadores lograron imitar paulatinamente todo lo que poseemos: copiaron nuestra lógica, ganaron más memoria, multiplicaron su capacidad de procesamiento en lugar de nuestra inteligencia; adquirieron cámaras en lugar de ojos, micrófonos en lugar de oídos, altavoces en lugar de boca… Podría decirse que el hombre ha servido de modelo para muchos inventos técnicos y que, a su vez, los técnicos también han buscado reproducir mediante la informática casi todas las actividades humanas.
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Total entrega a la Santa Iglesia

Suele decirse en teología que «la gracia no suprime la naturaleza, sino que la perfecciona».1 En efecto, hay un fenómeno curioso en los campos natural y sobrenatural: en general, el ser humano es creado por Dios con una serie de aptitudes que constituyen una forma ya pronta para recibir la gracia que Él mismo dará más tarde, de modo que el alma esté predispuesta a caminar en la dirección designada por la Providencia.
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Sed de almas

Conociendo perfectamente el origen de esa crisis, traté sobre eso con algunos miembros del Grupo en conversaciones personales más que en reuniones colectivas, porque en estas, aquellos a quienes incumbía prestar atención, no lo hacían.
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Mediador entre Dios y los hombres

El género humano ha experimentado siempre la necesidad de tener sacerdotes, es decir, hombres que por la misión oficial que se les daba, fuesen medianeros entre Dios y los hombres, y consagrados de lleno a esta mediación, hiciesen de ella la ocupación de toda su vida. […]
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¿Somos todos sacerdotes?

San Pedro afirma en su primera epístola que los bautizados constituyen «un linaje elegido, un sacerdocio real» (2, 9). Este sacerdocio común a todos los fieles exige que nos consagremos al servicio del Señor y de la Iglesia, ya que nos hace aptos para «ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo» (2, 5). Se trata, pues, de un compromiso de santidad personal y de apostolado, que anuncia al Señor mediante las buenas obras de una vida cristiana coherente, adornada con sacrificios y fortalecida por la frecuentación de los sacramentos.
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¿Ovejas o polvo de los pies?

Aunque estamos rodeados de un mundo cada vez más caótico, la Providencia no cesa de manifestar su luz a los hombres y a las naciones, como se desprende de la primera lectura de este domingo (Hch 13, 14. 43-52). San Pablo y San Bernabé son enviados a predicar a pueblos distantes el acontecimiento más grande de la historia: la Encarnación, Vida, Pasión y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, hechos que no podían pasar desapercibidos ya que Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4).
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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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