En determinadas circunstancias la validez de las reglas claudica al chocar con lo imprevisible. Es el momento de “dar un jeitinho”. Pero ¿en qué consiste esta forma tan singular de resolver las situaciones difíciles?
|
||
A lo largo de la vida nos deparamos frecuentemente con la necesidad de resolver situaciones complicadas e imprevistas. Y el medio para conseguirlo suele ser personalísimo, como también lo es muchas veces la situación a enfrentar.
La variedad de soluciones que cada individuo da a esas situaciones es casi infinita, pero podríamos agruparlas en función de los temperamentos nacionales. Así, algunos pueblos orientales, como los chinos y japoneses, tendrán un modo propio de enfrentarlas, en general de forma paciente y silenciosa. Un etíope o un egipcio buscarán medios más teatrales para alcanzar su objetivo. Y, de la misma forma, podríamos concebir soluciones a la francesa, inglesa, italiana, portuguesa o española.
En Brasil, las situaciones difíciles se arreglan dando un jeito, o mejor dicho, un jeitinho. El uso del diminutivo tiene su importancia, pues refleja la impostación afectuosa con que esa solución se aplica.
¿En qué consiste el “jeitinho”?
Pero ¿en qué consiste exactamente el jeitinho? El diario francés Le Monde se aventuró a definirlo así: “Una solución ingeniosa, a menudo de última hora, que no calma necesariamente los nervios, sino que hace retrospectivamente discutible la angustia de los neófitos”.1
Breve y precisa, como suelen ser los pensamientos franceses, esta definición refleja, sin embargo, sólo una parte de la realidad. Describe, por así decirlo, el concepto de jeitinho visto por alguien capaz de percibir sus efectos, pero no su esencia. Se trata de una solución hábil que resuelve un problema de forma profunda, hasta el punto de que la angustia anteriormente sentida se vuelve, a posteriori , inexplicable.
El jeitinho de tal manera forma parte de la personalidad brasileña que incluso las escuelas empresariales internacionales lo toman en consideración en sus cursos. Sin embargo, no significa que consigan definirlo con precisión.
Para los alemanes —que tratan de traducir ese sustantivo con la expresión ein kleiner Dreh (un pequeño giro)— el concepto resulta desconcertante. Es bien conocida la preferencia de los pueblos nórdicos por lo planeado, lo previsible, lo bien reglamentado. No descartan la intuición o las soluciones improvisadas, pero procuran evitarlas al máximo. El alma alemana prefiere, sin duda, prever los imprevistos. Los anglosajones lo equiparan a un little trick, (truquito) o un Cléber dodge (regate inteligente), demostrando con ello que también les resulta difícil entenderlo.
Hay quien ha querido atribuirle un significado equivalente a la ventajita argentina o a la chapuza española. Una guía para emprendedores italianos lo compara con la soluzione alla napoletana,2 aunque advierte que “no siempre funciona con los extranjeros”.
No obstante, hasta la sonoridad de las diversas expresiones pone de relieve la lejanía de parentesco entre esos diversos conceptos. Entonces, ¿en qué consiste el verdadero jeitinho? ¿Cuáles son sus elementos constitutivos?
Elementos constitutivos del “jeitinho”
La primera característica es la intuición, entendida como una forma rápida de raciocinio que permite analizar en un instante situaciones muy complejas.
Por otra parte, el verdadero jeitinho tiene siempre un carácter conciliador. A causa de su herencia portuguesa, enriquecida con ciertas notas indígenas y africanas, el brasileño es una persona cordial, y esa forma de ser da el peculiar e inigualable tonus al jeitinho que algunos llaman de brasileño, lo que, dicho sea de paso, constituye una redundancia.
En él también encontramos una extraordinaria flexibilidad y capacidad de improvisación, aunadas con gran inteligencia natural, que permiten contornar las reglas sin infringirlas cuando su validez claudica ante lo imprevisible. Llega entonces el momento del jeitinho , que hace posible lo imposible.
En suma, el jeitinho es imaginativo, inteligente y pacífico. Jamás toma un carácter autoritario o arrogante, y de preferencia —como la guinda que corona el chantillí— debe concluir con una sonrisa.
Un ejemplo paradigmático
La afabilidad del brasileño le lleva a tener una especial devoción por los aspectos compasivos del Señor, y es eso lo que hace de este pueblo un ejemplo de bondad, y una bondad conciliadora. Algunos sociólogos definen al brasileño como “cordial” , y no cabe duda de que ésta es una de sus principales características. La palabra, incluso desde el punto de vista etimológico, apunta más a la emoción que a la razón, pero esa emoción, una vez bautizada, se transforma en bondad. Por acción de la gracia, lo que era una mera inclinación natural pasa a ser una virtud cristiana.
Así, la quintaesencia del jeitinho, depurado de toda acepción que no sea la más elevada, puede ser ilustrada con un hecho histórico acaecido 1.500 años antes de que Pedro Álvarez Cabral pisara las costas de Bahía. Ocurrió en Palestina y fue su protagonista la Santísima Virgen. En efecto, al conseguir la transformación del agua en vino, hecha por su divino Hijo en las bodas de Caná, María dio un jeitinho sublime al que no le faltan los elementos constitutivos enunciados aquí.
Sin infringir ninguna ley, la Santísima Virgen concilió dos situaciones aparentemente insolubles: el bochorno del anfitrión por la carestía del vino y lo inoportuno del momento para que Jesús hiciera un milagro: “Todavía no ha llegado mi hora” (Jn 2, 4).
La intuición le hizo comprender inmediatamente la desagradable situación en la que los novios se encontrarían en breve, al acabarse el vino en plena fiesta. Su bondad —su sublime cordialidad, podríamos decir— le hizo sentir pena por la aflicción que sentirían cuando esto ocurriese; y encontró una forma de “infringir” los designios divinos apelando a su maternidad divina. Compelido, si así se puede decir, por la petición de su Madre Amantísima, Jesús adelantó el momento de su primer milagro público, dando lugar a uno de los más famosos y magníficos pasajes del Evangelio.
Visto bajo esa perspectiva, el jeitinho es mucho más que una envidiable habilidad del espíritu. Se trata de un estilo de practicar en lo cotidiano la virtud de la bondad, de una forma que muy raramente encontramos en los manuales de piedad y en la vida de los santos.
Quién sabe si la Santísima Virgen, que nos dio un ejemplo tan sublime de jeitinho, no podría ser invocada como la Patrona del “jeitinho” brasileño. Y quién sabe también si la Providencia no habrá dado a esa gran nación la vocación de representar la bondad de María de forma tan eminente que paradójicamente, para definirla por entero, debe utilizar un diminutivo: el jeitinho.
1 DENIS, Hautin Guiraut. La conference de Rio sur l’environnement. Un retour au passé… In: Le Monde . París: 3/6/1992.
2 CAPORASO, Giovanni. Guida per investire in Brasile — 2007 . Panama city: Expats E-books, 2006, p. 88.w. |
||