Las mayores perspectivas históricas

Publicado el 05/08/2019

Las revelaciones de Fátima no son apenas un aviso de castigos venideros, sino una gracia de Nuestra Señora con la intención de crear en la Cristiandad un determinado espíritu característico de los verdaderos Santos.

 


 

Hoy se conmemora el aniversario de la primera aparición de la Bienaventurada Virgen María del Rosario de Fátima. Habiendo aparecido varias veces a tres pastorcitos en Cova da Iría, la Virgen Santísima, recomendando oración y penitencia, predijo la persecución que sufrirían los buenos, los errores que Rusia esparciría por el mundo y el triunfo de su Inmaculado Corazón.

 

En los ambientes católicos, tristeza por causa de los progresos de la Revolución

 

El pensamiento mariano escogido para el día de hoy es: “¡Cuán felices aquellos que tienen dentro del corazón el amor de María y la sirven fielmente!” Es una frase de San Buenaventura. El Doctor Seráfico resalta así, una vez más, la importancia de la devoción a Nuestra Señora.

 

Con respecto a la fiesta de Nuestra Señora de Fátima habría un comentario especial para hacer y que se refiere a lo siguiente:

 

Si consideramos el ambiente eclesiástico propio de las iglesias constituidas según la Tradición, notamos, sobre todo si son de épocas posteriores al inicio de la Revolución, que están impregnadas de una cierta tristeza.

 

Por ejemplo, la Iglesia del Corazón de Jesús, en San Pablo, es muy recogida, elevada, serena, pero hay en ella cierta nota de tristeza resignada. Y también en otras iglesias construidas en el siglo XIX.

 

Las músicas religiosas de ese periodo, aun cuando se trata de música sacra propiamente dicha – el canto llano o el polifónico –, siempre son melodías impregnadas de esa nota de una tristeza con mucha templanza, digna, elevada, yo diría incluso de una tristeza sobrenatural.

 

Esa tristeza se desprende exactamente del ambiente de desolación y melancolía introducido en los medios católicos por los progresos de la Revolución. La nota dominante del ambiente católico de entonces era de pesar, a causa del rumbo que el mundo iba tomando, de la marea creciente de los pecados.

 

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús y el maravilloso corolario de ella que es la devoción al Inmaculado Corazón de María contribuyeron mucho para acentuar esta nota de tristeza. Porque en todas sus revelaciones a Santa Margarita María de Alacoque – después tan repetidas y comentadas por todo el orbe católico, tan difundidas por esa inmensa organización que fue el Apostolado de la Oración –, el Sagrado Corazón de Jesús se presentaba triste, atribulado, lamentando las ofensas hechas por los hombres y pidiendo que se rezase a fin de evitar grandes catástrofes para el mundo.

 

Desfile de los Fusileros Navales

americanos en París, 1918

Optimismo que cierra los ojos a la pasión de la Iglesia

 

Esa nota de tristeza se volvió aún más aguda en las apariciones de Nuestra Señora. El mayor ciclo de apariciones marianas de la Historia fue, sin duda, el de las iniciadas en el siglo XIX con La Salette y que terminaron en el siglo XX con Fátima; o, si prefieren, más recientemente, con el milagro de Siracusa1. En todas esas manifestaciones, María Santísima aparece llorando, lamentando, deplorando la marea creciente de las ofensas hechas a Dios por los hombres, y advirtiendo: conviértanse, hagan penitencia, cambien de vida, están por venir castigos enormes.

 

Todo eso se reflejaba en una tristeza, en una postración en los ambientes de piedad que, asociándose muy digna y adecuadamente a la tristeza de la Iglesia, hacía como las santas mujeres que se unían al sufrimiento de Nuestro Señor en lo alto de la Cruz. Por esa razón, vuelvo a decir, una atmósfera de tristeza impregnaba esas iglesias antiguas. Noté eso en Brasil, en iglesias de Europa, de Argentina, todas con una nota de gravedad melancólica.

 

Lo contrario de eso es la atmósfera resultante de ciertos cambios que introdujeron en las ceremonias litúrgicas cancionetas representando una alegría inexpresiva, la cual insinuaba que todo estaba muy bien: “¡Vea el progreso, el mundo, la evolución, cómo aquel bon sauvage2 ahora se está convirtiendo!” Es decir, un optimismo idiota que cierra los ojos ante la pasión de la Iglesia, busca afirmar que ella no está siendo perseguida y que el mundo moderno no está construido contra la Esposa de Cristo y, por lo tanto, no existe una incompatibilidad entre ambos. Por esa causa, procura crear en los hombres el horror a la cruz, al sufrimiento, y una verdadera indiferencia hacia el pecado. En el mundo todo es alegre y bien establecido.

 

Aquí encontramos uno de los rechazos – no es el único – que el mundo moderno hizo de las revelaciones de Fátima.

 

Jacinta, Lucía y Francisco, videntes de Fátima,

después de que les fue revelado el Infierno

Seriedad, objetividad, combatividad

 

Desde el punto de vista temperamental, hay un número enorme de personas con aversión de las revelaciones de Fátima porque ellas abren los ojos a una realidad seria, muestran esa realidad hasta como trágica, prevén castigos y orientan los espíritus hacia la idea del Corazón de Jesús ultrajado, ofendido, del Inmaculado Corazón de María lanceado de dolor por los hechos que se presencian ahora, que ahora se desvendan.

 

Y por causa de eso, invitando a los fieles a la penitencia, a la reparación, a la enmienda de vida. Manteniendo, por lo tanto, aquel clima de seriedad y de tristeza grave y noble, derivado de la época de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, y que era la actitud normal delante de la Revolución, y contraria a los espíritus formados en ambientes relajados en los cuales la broma es cultivada como la única forma de espíritu y de popularidad, donde se lleva todo a juego, a la trivialidad, a la superficialidad, sin prestar atención a nada serio, no queriendo ver de frente ningún problema, con un retroceso constante delante de la realidad objetiva para poder llevar una vida divertida.

 

Evidentemente, las revelaciones de Fátima, opuestas a ese espíritu, encuentran una predisposición temperamental para ser rechazadas y a que se aplauda todo sabotaje que se haga de ellas. Porque el hombre estulto, sin seriedad, sin elevación de espíritu, que gusta de estar riendo siempre, tiene que detestar las profecías y todo lo que es sublime, noble, elevado; necesita, por lo tanto, ser favorable a que se cierren los ojos y los oídos a todo lo que está escrito y dicho con respecto a las revelaciones de Fátima.

 

Llanto de Nuestra Señora en la Salette.

Basílica de la Salette, Francia

Vistas bajo esa luz, las revelaciones de Fátima no son solo un aviso de castigos, sino una tentativa, una gracia de Nuestra Señora que pretende crear en la Cristiandad un espíritu de seriedad, de objetividad, de combatividad, como un medio para la regeneración del mundo, como quien considera que la humanidad no se regenera sin ese espíritu, y que en la perpetua broma, en el continuo juego, en la despreocupación, en la superficialidad crónica no puede haber salvación para el mundo.

 

Espíritu contrarrevolucionario noble, augusto y majestuoso

 

Es por eso que las más altas perspectivas históricas se resumen en las revelaciones de Fátima y tocan francamente en lo sublime. ¿Por qué razón, por ejemplo, Nuestra Señora apareció con la indumentaria propia de esa nueva devoción, también como siendo el Inmaculado Corazón de María, y como Nuestra Señora del Carmen? Ella se mostró como el Inmaculado Corazón, dando a entender bien lo que era el reino del amor que Ella profetiza y va a realizar sobre la Tierra. Por lo tanto, una profecía para los próximos acontecimientos, para el Reino de Ella. Ella apareció bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen como una alusión evidente al Profeta Elías, fundador de la Orden del Carmen y primer gran siervo e hijo de Ella, y que vendrá en el fin del mundo para luchar contra el Anticristo. Es decir, son las mayores perspectivas históricas que se descubren con eso.

 

Entonces, necesitamos sacar de eso un fruto para nosotros. No debemos ver en esas apariciones apenas el aviso de un hecho que se dará, sino la recomendación de un espíritu, de una actitud psicológica en conexión con ese aviso. La devoción a la Virgen de Fátima es una invitación para vivir meditando, día y noche, en las perspectivas enormes con las cuales actuamos en nuestro apostolado, a pesar de que la trivialidad del mundo contemporáneo no tome eso en consideración; para que no demos importancia a nada de lo que es terreno, meramente humano y nos preocupemos exclusivamente de nuestra vocación. Esta es la invitación que significa para nosotros la fiesta de Nuestra Señora de Fátima.

 

Alguien podría pensar: “Yo estoy al día con Nuestra Señora de Fátima, porque creo en todo lo que Ella profetizó.”

 

Yo tendría ganas de decirle: “Amigo mío, usted podrá estar al día como quien cree, pero no lo está si no cultiva en su alma la seriedad, la gravedad, la ruptura con este siglo corrupto de hoy, si no cultiva el espíritu contrarrevolucionario, noble, augusto, majestuoso propio de aquellos que quieren servir a Nuestra Señora en la Contra-Revolución.”

 

Imagen de la Santísima Virgen vertiendo lágrimas

el 1 de Septiembre de 1953 – Siracusa, Italia

He aquí lo que debemos pedir a María Santísima en este día: esta gran seriedad, gran elevación de alma que caracteriza a todos los Santos y que es la condición para que realmente estemos a la altura de nuestra gran vocación.

 

(Extraído de conferencia de 13/05/1966)

 

1) En 1953, en la ciudad de Siracusa, Italia, una imagen de María Santísima vertió lágrimas milagrosamente durante 75 horas. Los análisis bioquímicos comprobaron que eran lágrimas de origen humano. Los obispos de Sicilia reconocieron el milagro y autorizaron el culto a la “Virgen de las Lágrimas”.

 

2) Del francés: buen salvaje. Referencia hecha al mito de Rousseau, según el cual el hombre es bueno en su naturaleza, pero la civilización lo corrompe.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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