SAN MIGUEL ARCÁNGEL
SAN MIGUEL
PRÍNCIPE DE LA MILICIA CELESTIAL
Nuestros intercesores celestes
La Iglesia siempre enseñó la necesidad de recurrir, con devoción y confianza, a los Santos Ángeles, nuestros protectores, que Dios puso junto a nosotros para ayudarnos y socorrernos en el camino de la vida y para nuestra salvación.
En efecto, la Iglesia que desde sus inicios fue protegida y defendida por el ministerio de los Ángeles (Hech. 5,17-20; 12,6-11) y continuamente experimenta su "ayuda misteriosa y poderosa", venera a estos espíritus celestes y pide con confianza su intercesión. (Catecismo de la Iglesia Católica n.334)
Devoción a los tres Arcángeles
La Sagrada Escritura nos enseña que los Ángeles son mensajeros de Dios, “poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra” (Sal 103,20), ellos están al servicio de su plan salvífico y son “enviados para servir a los que deben heredar la salvación” (Heb. 1,14). (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n.213)
Durante el Año litúrgico, la Iglesia conmemora la participación de los Ángeles en el acontecer de la vida de los hombres y de la Iglesia celebrando su memoria en unas fechas determinadas: el 29 de Septiembre la de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, el 2 de Octubre la de los Ángeles Custodios. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n.215)
Oración a San Miguel Arcángel
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímalo Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia celestial, lanza al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos, que recorren por el mundo para la perdición de las almas. Amén. (Oración compuesta por el Papa León XIII) Acta Apostolicae Sedis, p. 743)
Sobre la importancia de rezar esta oración nos dice el Papa Juan Pablo II: “Os invito a todos a no olvidar de rezar esta oración para obtener ayuda en la batalla contra las fuerzas de las tinieblas y contra el espíritu de este mundo”. (Beato Juan Pablo II – Regina Coeli del 24 de abril de 1994)
Letanías de San Miguel Arcángel
V. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, óyenos. R. Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros. Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros. San Miguel, ruega por nosotros. San Miguel, lleno de la gracia de Dios, San Miguel, perfecto adorador del Verbo Divino, San Miguel, coronado de honor y gloria, San Miguel, poderoso Príncipe de los ejércitos del Señor, San Miguel, portaestandarte de la Santísima Trinidad, San Miguel, guardián del Paraíso, San Miguel, guía y consolador del pueblo israelita, San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante, San Miguel, honra y alegría de Iglesia triunfante, San Miguel, luz de los ángeles, San Miguel, baluarte de los cristianos, San Miguel, fuerza de los que combaten bajo el estandarte de la Cruz, San Miguel, luz y confianza de las almas en el último momento de la vida, San Miguel, socorro seguro, San Miguel, nuestro auxilio en todas las adversidades, San Miguel, heraldo de la sentencia eterna, San Miguel, consolador de las almas que están en el Purgatorio, San Miguel, a quien el Señor encomendó recibir las almas después de la muerte, San Miguel, nuestro Príncipe, San Miguel, nuestro Abogado,
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Perdónanos Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Escúchanos Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Cristo. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oremos: Señor Jesús, santifícanos con una bendición siempre nueva y concédenos, por la intercesión de San Miguel, aquella sabiduría que nos enseña a juntar riquezas en el cielo, y cambiar los bienes temporales por los de la eternidad. Tú, que vives y reinas por todos los siglos de los siglos.Amén. |
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