Viviendo bajo la promesa de que la Santísima Virgen los llevaría en breve al Cielo, Francisco y Jacinta fueron favorecidos por algunas visiones particulares durante el poco tiempo que pasaron en la Tierra.
No tardó la Celestial Señora en venir a cumplir lo prometido. Poco más de un año había pasado desde la última aparición en Cova de Iría, cuando Francisco y Jacinta cayeron gravemente enfermos, atacados de bronconeumonía. Sin perder nada de su fervor en hacer sacrificios y penitencias, como les había pedido la Santísima Virgen, los dos hermanos percibían que aquella enfermedad debía conducirlos al Cielo. Fue entonces cuando se les apareció la Virgen diciéndoles que en breve vendría a buscar a Francisco y que no tardaría mucho en venir a buscar también a Jacinta.25
La Hermana Lucía así lo relata:
“Un día, [Jacinta] me mandó llamar, para que fuese deprisa junto a ella. Llegué hasta allí corriendo.
Jacinta en septiembre de 1917.
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— Nuestra Señora nos vino a ver y dijo que vendrá pronto a buscar a Francisco para llevarlo al Cielo. A mí me preguntó si quería convertir más pecadores. Le dije que sí. Me dijo que iría a un hospital donde sufriría mucho. Que sufriese por la conversión de los pecadores, en reparación por los pecados contra el Inmaculado Corazón de María y por amor a Jesús. Le pregunté si tú vendrías conmigo. Me dijo que no. Eso es lo que más me cuesta. Dijo que mi madre me iba a llevar y ¡que después me quedaré allí solita!
Después, se quedó pensativa unos instantes y agregó:
— ¡Si por lo menos tú fueses conmigo! ¡Lo que más me cuesta es ir sin ti! Además, el hospital es una casa muy oscura, donde no se ve nada, ¡y yo estaré allí sufriendo sola! Pero, no importa: sufro todo por amor a Nuestro Señor, para reparar las ofensas al Inmaculado Corazón de María, por la conversión de los pecadores y por el Santo Padre”.26
Es también la Hermana Lucía quien nos transmite otras edificantes palabras de Jacinta, cuya alma se consumía y se encantaba en el ardiente deseo de reparar los Sagrados Corazones de Jesús y María:
“Antes de ir al hospital, [Jacinta] me decía:
— Ya me falta poco para ir al Cielo. Tú te quedarás aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando haya que decir eso, no te escondas. Di a todo el mundo que Dios nos concede las gracias por medio del Corazón Inmaculado de María; que se las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere al Corazón Inmaculado de María. Que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella. ¡Si yo pudiese meter en el corazón de todo el mundo la hoguera que tengo en el pecho quemándome y haciéndome gustar tanto del Corazón de Jesús y de María!
En otra ocasión:
Cuarto de Jacinta, en la casa paterna, en Aljustrel.
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— Oye, ¿sabes una cosa? Nuestro Señor está triste porque Nuestra Señora nos dijo que no le ofendan más, que ya estaba muy ofendido, y nadie hace caso: continúan cometiendo los mismos pecados”.27
El agravamiento de la enfermedad forzó el traslado de Jacinta en Julio de 1919 al Hospital de Vila Nova de Ourém, donde permaneció dos meses. Luego, por consejo de un médico famoso, fue llevada a Lisboa a fin de someterse a una arriesgada y dolorosa operación quirúrgica. Después de pasar un tiempo en un orfanato, fue llevada al Hospital Doña Estefanía. La directora del primer establecimiento, Madre María de la Purificación Godinho, sorprendida por la sabiduría y la virtud de la niña, la trató como a una hija y recogió sus últimas palabras, cuyas tonalidades proféticas brillan en cada línea.
Citamos a seguir algunas de ellas:
SOBRE EL PECADO
– Los pecados que llevan más almas al Infierno son los pecados de la carne.
– Vendrán modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor.
– Las personas que sirven a Dios no deben ir con la moda. La Iglesia no tiene modas. Dios es siempre el mismo.
– Los pecados del mundo son muy grandes.
– Si los hombres supiesen lo que es la eternidad, harían todo para cambiar de vida.
– Los hombres se pierdporque no piensan en la muerte de Nuestro Señor y no hacen penitencia.
– Muchos matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor y no son de Dios.
SOBRE LOS SACERDOTES Y LOS GOBERNANTES
– Madrina mía, ¡pida mucho por los pecadores!
– ¡Pida mucho por los sacerdotes!
– ¡Pida mucho por los religiosos!
– ¡Los sacerdotes sólo deberían ocuparse de las cosas de la Iglesia!
– ¡Los sacerdotes deben ser puros, muy puros!
– La desobediencia de los sacerdotes y religiosos a sus superiores y al Santo Padre ofende mucho a Nuestro Señor.
– Madrina mía, ¡pida mucho por los gobiernos!
– ¡Ay de los que persiguen la Religión de Nuestro Señor!
– Si el gobierno dejase en paz a la Iglesia y diese libertad a la Santa Religión, sería bendecido por Dios.
El 22 de septiembre de 1935, el cuerpo de Jacinta fue exhumado para ser trasladado a Fátima (en la fotografía, su rostro, que se había conservado incorrupto).
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SOBRE LAS VIRTUDES CRISTIANAS
– Madrina mía, no ande en medio del lujo; huya de las riquezas.
– Sea muy amiga de la santa pobreza y del silencio.
– Tenga mucha caridad, incluso con quien es malo.
– No hable mal de nadie y huya de quien lo hace.
– Tenga mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al Cielo.
– La mortificación y los sacrificios agradan mucho a Nuestro Señor.
– La confesión es un sacramento de misericordia. Por eso es necesario que se aproximen al confesionario con confianza y alegría. Sin confesión no hay salvación.
– La madre de Dios quiere más almas vírgenes, que se vinculen a Ella por el voto de castidad.
– Para ser religiosa es necesario ser muy pura de alma y de cuerpo.
– Iría con mucho gusto a un convento; pero quiero más ir al Cielo.
– ¿Y sabes tú qué quiere decir ser pura?, le preguntaba la Madre Godinho.
– Sí, lo sé. Ser pura de cuerpo es guardar la castidad; y ser pura de alma es no cometer pecados, no mirar lo que no se debe ver, no robar, no mentir nunca, decir siempre la verdad aunque nos cueste.
– Quien no cumple las promesas que hace a Nuestra Señora nunca tendrá felicidad en sus cosas.
– Los médicos no tienen luz para curar bien a los enfermos, porque no tienen amor de Dios.
– ¿Quién te enseñó tantas cosas, le preguntaba la Madre Godinho.
– Fue Nuestra Señora; pero algunas las pienso yo. Me gusta mucho pensar.28
La Santísima Virgen vino a buscar a Jacinta el día 20 de febrero de 1920 (Francisco había partido para el Cielo el día 4 de abril del año anterior).
La niña fue sepultada tres días después en el cementerio de Vila Nova de Ourém. El 12 de septiembre de 1935, los restos mortales de Jacinta fueron llevados al cementerio de Fátima, siendo depositados en un sepulcro nuevo, de piedra blanca, hecho para ella y su hermano. El sencillo epitafio decía: Aquí reposan los restos mortales de Francisco y Jacinta, a quien Nuestra Señora se apareció.
En 1951 los venerables restos mortales de Jacinta fueron trasladados a la Basílica de Fátima, donde actualmente reposan. En 1952 también fueron llevados allí los restos de su hermano Francisco.29
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25. Cfr. Ayres da Fonseca, op. cit., p. 147; De Marchi, op. cit., p. 264.
26. Hermana Lucía, op. cit., p. 71.
27. Hermana Lucía, op. cit., pp. 235-237.
28. De Marchi, op. cit, pp. 291, 293.
29. Cfr. Borelli Machado, op. cit., p. 57; De Marchi, op. cit., pp. 299-304, 349-351; Castro del Río, op. cit., p. 161.
Libro: Fátima, Por fin mi Inmaculado Corazón Triunfará – Mons Juan Cla Dias – Bogotá – 2004