Aurora quiere decir “hora aurea”: hora preciosa, hora encantadora, hora de esperanza y de felicidad. El simbolismo de la aurora o del amanecer conviene sobre todo a María.
Habéis oído, sin duda, que los amantes de la hermosa naturaleza se extasían con el maravilloso efecto del amanecer. Los habéis visto emprender largos viajes y pasar noches enteras en la cima de las montañas más frías, a fin de encontrarse por la mañana listos para disfrutar del radioso espectáculo de una hermosa aurora. […]
El sol no ha salido todavía; no se ve ninguno de sus rayos y, sin embargo, una luz intermedia, que se asemeja a la de la alegría, ya hace renacer a la naturaleza. Entonces hay entre la noche y el día unos instantes de lucha. […] Inmediatamente el horizonte se colorea con miles de matices, y el lado del Levante parece en llamas; es entonces cuando creeréis ver a cada criatura reanudar su vida, su color, su inteligencia, como cuando se retoma un traje de gala después de la noche donde todo es oscuro y descolorido. […]
La espléndida claridad del mediodía del verano no tiene el encanto de esta deslumbrante aparición que ejerce sobre la naturaleza un poderío tan grande.
¡Qué dignos de compasión los que permanecen indiferentes ante este imponente panorama, pudiendo ser testigos de un espectáculo tan bello, sin sentir en su corazón una disposición para glorificar con gratitud la majestad de las obras de Dios!
¡Pero qué lejos están todas estas bellezas de la tierra de las bellezas espirituales que María viene a traernos! Ella es la que, en el día de su nacimiento, fue un augurio de misericordia que antecedió tan sólo un corto tiempo al Sol de Justicia, el deseado de las naciones.
Es la que precede la marcha de ese gigante de los Cielos, como para preparar nuestros ojos a la luz divina, que pronto inundará la tierra.
Al verla, nos gusta exclamar con el Espíritu de Dios: "¡Oh, hombres!, […] alegraos; la hora de la esperanza ha llega- Maurício Reis do: la noche con sus miedos y su terror ya ha pasado; se acerca ese bello día prometido durante tanto tiempo. Es María, verdadera aurora de la salvación, la que se nos aparece hoy, […] toda radiante Ella misma de la felicidad que nos trae".1
1 THIÉBAUD. Víctor Joseph. Les Litanies de la Sainte Vierge expliquées et commentées. 3.ª ed. París : Jacques
Lecoffre, 1864. v. I, pp. 129-132.