MEDITACIÓN PARA EL PRIMER SÁBADO – Septiembre 2015

Publicado el 09/04/2015

MEDITACIÓN PARA EL PRIMER SÁBADO – Septiembre 2015

MONS. JOÃO SCOGNAMIGLIO CLÁ DIAS, EP

 

4to MISTERIO GLORIOSO

La Asunción

 


 

Vamos a realizar la meditación reparadora del Primer Sábado. Nuestra Señora pidió en Fátima, entre las varias condiciones, la meditación de uno de los misterios del Rosario.

 

Hoy, contemplamos el Misterio "de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielo"

 

La Iglesia no se pronuncia sobre la muerte o no muerte de la Santísima Virgen, en cambio si, sobre su Asunción a los cielos en cuerpo y alma. ¡Ella fue asunta!

 

La Virgen estaba entre los Apóstoles, algunos discípulos y probablemente algunas Santas Mujeres. Cuenta la Tradición que todos asistían a su Asunción, excepto Santo T omás, que siempre atrasado, llega cuando Ella estaba a medio camino

 

Aquí se establece una vez más la maternidad inmensa de Nuestra Señora, porque Ella para la Asunción, y según cuentan, Se saca el cinto de la cintura y lo lanza a Santo Tomás. Una vez más, Santo Tomás , que ya había tocado las llagas de Nuestro Señor, ahora se queda con el cinto de Nuestra Señora, dado por Ella misma.

 

Fijaremos nuestra atención en esta imagen de Nuestra Señora subiendo a los Cielos y hacemos nuestra oración inicial

 

Oración inicial:

 

Oh Virgen Santísima, que hoy en este Primer Sábado de mes nos concedéis la gracia de estar presentes en esta Iglesia para desagraviar vuestro Sapiencial e Inmaculado Corazón, con la Santa Misa, con la Comunión, habiendo realizado la confesión y rezado el Santo Rosario, Os ofrecemos esta meditación reparadora, paseando con nuestra alma, paseando con nuestra piedad por este misterio tan excelente que es vuestra Asunción al Cielo; vuestra resurrección, si es que Vos moriste o Vuestro pasar de esta vida a la otra, en vida, siendo gloriosamente Asunta.

 

Os pedimos, ¡Oh Madre! que durante todo el tiempo de esta meditación estemos enteramente unidos a vuestros pensamientos, a vuestros deseos y que en algo sirva esta meditación para reparar vuestro Sapienci al e Inmaculado Corazón

 

Oh Madre, os imploramos que un día, también nosotros, podamos haceros compañía en cuerpo y alma en el Cielo para poder directamente alabaros y agradeceros tantos dones y tanta protección que nos dispensáis a lo largo de esta vida terrena. ¡Así sea!

 

Pensar en el Cielo nos estimula a vivir en la virtud y merecer subir con Nuestra Señora al Cielo

 

Dios, en su infinita bondad, en su infinita misericordia, nos creó con el objetivo de alcanzar la felicidad, una felicidad plena. ¿Qué felicidad? La felicidad de la cual Él mismo goza

 

Fe-li-ci-dad. Felicidad es una palabra tan usada, tan conocida, tan propagada, pero, ¿Quién sabe exactamente bien lo que es la felicidad

 

Si un clavo, si un martillo, si una aguja fuesen pasibles de felicidad, ¿En qué consistiría, por ejemplo la felicidad de un martillo? El martillo es hecho para golpear un clavo y hacer que el clavo entre en la madera, en la pared, de manera que la felicidad de un martillo se completaría en el momento en que él estuviese dando el golpe sobre un clavo

 

La felicidad de una aguja. Si ella fuese pasible de felicidad, la aguja comenzaría a tener alegría cuando pasásemos el hilo de coser por el agujero de la aguja. Y más felicidad tendrá cuando, con su hilo de coser, ella fuese usada por la costurera, y fuese cosiendo la tela. En el momento en que ella cose la tela siente la alegría

 

Y así tendríamos también la felicidad en el mundo animal, para no hablar del mundo mineral. En el mundo vegetal inclusive, una rosa, si fuese pasible de felicidad, se sentiría alegrísima cuando fuese cortada y llevada para un florero. Rosas, orquídeas, claveles…, la alegría que tendrían esas flores si fuesen pasibles de felicidad, por el hecho de encontrarse aquí, a los pies de esta Imagen (que preside el 1er sábado)

 

La felicidad se alcanza plenamente cuando la criatura cumple con la finalidad para la cual Dios la creó

 

Ora, nosotros fuimos criados para Dios, fuimos criados para glorificar, para servir, para alabar, a Dios; nuestra felicidad sólo se alcanza plenamente cuando nosotros cumplimos nuestra finaidad.;

 

Nosotros fuimos criados por Dios y puestos en este mundo para alcanzar esa felicidad, para subir a los cielos con Nuestra Señora y para gozar la visión beatífica.

 

¿Cómo subir a los Cielos?

 

Dios quiere que practiquemos la virtud, Dios quiere que hagamos esfuerzos, Dios quiere que nos empeñemos en subir al Cielo

 

En ese camino, encontramos al demonio, encontramos el mundo, encontramos la carne, encontramos nuestras pasiones… que están en contra nuestro. ¡Cuántos obstáculos!

 

Para ayudarnos a superar esos obstáculos, aparte de nuestra oración, de nuestro rosario, de los Sacramentos, es preciso que nosotros pensemos en el Cielo. La propia Asunción de Nuestra Señor -­ y la difusión de esta verdad, proclamada como Dogma por Pío XII -­, tiene no sólo el objetivo de glorificar a María, sino también de colocar delante de nuestros ojos esa esperanza, de superar los obstáculos y de subir al Cielo

 

Para nosotros pensar en el Cielo es fundamental. Debemos estar, en nuestra vida cotidiana, con nuestro pensamiento vuelto para las cosas del Cielo. Es el Cielo que nos dará fuerzas para practicar la virtud, fuerzas para pensar en ese premio que recibiremos después del buen combate ejercido aquí en la tierra

 

El Cielo, fortaleza para los Macabeos

 

Recordemos algunos casos narrados por las Sagradas Escrituras, por ejemplo en el libro de los Macabeos: la madre de los siete Macabeos, de siete hijos, uno de ellos pequeño. Uno a uno iban siendo muertos por el rey Antíoco, un rey monstruoso, queriendo exigir que los judíos rompiesen con sus costumbres y con sus tradiciones religiosas, prometiendo a cambio un premio

 

Y la madre de los siete hijos, ¡siete!, era otra época histórica, en que las personas no se preocupaban en tener una familia planeada y de estar evitando a todo costo tener descendientes. ¡No!, ella tenía siete hijos y sobre todo más todavía que en los días de hoy, esta madre tenía el empeño en que esos hijos sirviesen a Dios, en que esos hijos se encaminasen rumbo al Cielo

 

Esta madre asiste a la muerte de su primer hijo, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto. Se diría que tendría desmayo tras desmayo y que los aconsejaría a que cediesen. ¡Nada de eso! Uno a uno de sus hijos les va aconsejando a que no cedan: "Hijo mío, ¡piense en el Cilo!

 

Llega la vez del último. Era el más pequeño y recibe del pérfido Antíoco, toda especie de promesas, pero no cede. Y Antíoco, desesperado, llama a la madre y le dice: "Convenza a su hijo para que ceda". Ella se inclina sobre su hijo y en los oídos, en el dialecto propio le aconseja: "Hijo mío, yo no se que pasó contigo cuando estabas en mi vientre, lo ciertos es que fui yo que, durante tres años te amamanté. Ahora, hijo mío, yo te imploro: olvide esas promesas y piense en el Cielo!" Y entregó su último hijo en manos ese monstruo Antíoco, que lo mató de una manera inhumana. ¡Muerte horrible! Ella misma se sustentaba porque pensaba en el Cielo

 

Es un ejemplo para nosotros, que nos toca vivir en un mundo completamente traspasado por el pecado, por el crimen, la indecencia, la falta de vergüenza, las modas inmorales… por todo lo que hay en este mundo, solicitándonos a abrazar el camino de Antíoco, el camino del infierno.

 

¿Cómo debemos hacer para perseverar en este mundo? Nosotros en este mundo perseveraremos si tenemos nuestra atención vuelta para el Cielo. Puede parecernos que el Cielo está lejos cuando vemos las estrellas de noche, o cuando volamos por encima de las nubes donde sentimos físicamente el cielo lejos. No es verdad. El Cielo está muy cerca de nosotros y basta hacer una oración que esa oración inmediatamente se introduzca en el Cielo. No hay fracción de segundo entre la oración y el envío de la misma; hecha la oración ya está en el Cielo. Así, el Cielo está próximo de nosotros

 

Pensar en el Cielo es una reposo para el alma

 

En los días de hoy, encallados en la iniquidad, en la ambición, en la venganza, etc. pensar en el Cielo es indispensable, pues nos trae las caricias, el afecto de Nuestra Señora. Nos anima a luchar por el Cielo. Por eso podemos preguntadonos:

 

¿Yo quiero ir para el cielo? ¿Qué hice hoy para ir para el Cielo? Yo que soy esposa, ¿Qué actitudes tomé en relación a mi marido, a mis hijos? Yo que soy esposo, que actitud tomé con mi esposa, con mis hijos? ¿Qué actitud tomé yo, en mi vida social, en mi vida de negocios, en mi vida de todos los días? ¿Qué hago para ir al cielo?

 

Me vuelvo una vez más para la Santísima Virgen y le pido ayuda:

 

"Madre mía, Vos que ya Os encontráis en cuerpo y alma en los Cielos, por tu Asunción gloriosa, yo Os pido oh Madre, Os imploro: Ven, derramad vuestras bendiciones, derramad vuestra protección para que pueda también yo, estar un día con cuerpo y alma en los Cielos, amándote, glorificándote, cantando himnos en Tu alabanza por toda la eternidad. Amén

 

Nuestra Señora subió a los Cielos con belleza y esplendor, por obediencia a la voluntad del Padre

 

Podemos preguntarnos si Nuestra Señora subió a los Cielos ayudada por aquellos angelitos que aparecen en algunas pinturas o esculturas o si Nuestra Señora no tenía fuerzas para subir al Cielo. La respuesta nos la da la Teología explicándonos que Nuestra Señora subió a los Cielos por su propia fuerza. No por ello hablamos de "Ascensión" sino de Asunción de Nuestra Señora, porque a Jesús compete, de hecho, haber criado las fuerzas para subir al Cielo y a Él se aplica el término " Ascensión" en cambio a Nuestra Señora el término "Asunción", porque a pesar de subir por sus propias fuerzas, las fuerzas dependen del Creador. La Virgen es contingente , depende de Dios. Por eso decimos "Asunción".

 

La Virgen sube por sus propias fuerzas porque a partir del momento en que nuestra alma ve a Dios cara a cara y estamos con nuestra alma unida al cuerpo, nuestro cuerpo, por una consecuencia indispensable, se v uelve glorioso. La gloria del cuerpo viene de la gloria del alma.

 

Hay un principio de Teología que debemos fijar bien en nuestra mentes: el alma es la forma del cuerpo. De manera que cuando el alma es hermosa, cuando el alma es virtuosa, el alma refleja so bre el cuerpo sus virtudes

 

Así como el pecado afea las personas y el mundo de hoy se va volviendo cada vez más feo, cada vez más repelente, por causa de los pecados que se cometen yo digo que el mejor instituto de belleza del mundo, instituto que no tendr ía cosméticos especiales ni nada de tratamiento corporal. El tratamiento en este instituto de belleza sería un tratamiento del alma, un curso para que las personas abracen la santidad.

 

Los santos, por más que tengan sus cuerpos tomados por enfermedades o c osas parecidas, son hermosos. La hermosura propia, sólo la tiene el santo.

 

La Virgen Santísima es la más hermosa de todas las mujeres, hermosura igual no existe. Ni los ángeles, si tuviesen cuerpo, serían tan hermosos cuánto Ella, porque belleza, belleza, sólo se adquiere con la práctica de la práctica de la virtud

 

¿Porqué Nuestra Señora subió a los Cielos?

 

¿Subió por que fue la Madre de Dios?

 

San Lucas relata un pasaje del Evangelio en que a Nuestro Señor, después de haber hecho un milagro, una señora del pueblo le grita: “¡Benditas las entrañas que Te criaron! ¡Bendito los pechos que te amamantaron!”. Y Nuestro Señor responde: “ Felices son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen ” (cf. Lc 11, 27-28). Nuestra Señora subió a los Cielos porque por encima de todo, Ella hizo la voluntad de Dios, porque por encima de todo, Ella fue Santa

 

Y en esta meditación reparadora, Ella nos invita a que nosotros también seamos santos, que nosotros también sigamos las mismas vías de la obediencia que Ella siguió, cumpliendo los Mandamientos de la Ley de Dios.

 

Coloquio final

 

“Oh María Santísima, Tú que te presentas delante de nuestros ojos, en esta meditación, como A sunta a los Cielos, como Aquella que por su gloria, por la visión beatífica, por virtud, por obediencia, por ser Madre de Dios, subisteis al Cielo en cuerpo y alma, a Ti, en esta meditación que ofrecemos en desagravio a Tu Sapiencial e Inmaculado Corazón, Te pedimos oh Madre, aunque sea una mirada

 

Tu mano derecha que nos ofrece el Rosario y tantas dádivas, esta mano izquierda que apunta para Tu Sapiencial e Inmaculado Corazón. E xtended tus manos, oh Madre de los Cielos, donde Te encuentres y derramad sobre todos nosotros bendiciones, gracias sobre gracias, para que en medio de este mundo monstruoso, criminal, pecaminoso sepamos estar constantemente vueltos para Ti y para el cielo

 

Pensando en Ti, en cuanto puerto del paraíso, Tú, que nos abristeis esa puerta, que obtengamos el don extraordinario en el día del Juicio, recuperemos nuestros cuerpos de forma gloriosa y subamos contigo para la eternidad y para la contemplación directa de Dios. Así sea!

 


 

Meditación para el primer sábado Catedral de Sao Paulo, 2 de octubre de 2004.

Obs.: texto publicado sin conocimiento y/o revisión del autor

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