Señor he aquí un alma que está en el mundo para ejercer vuestra admirable misericordia y para hacerla brillar en el cielo y en la tierra. Que todos te glorifiquen haciendo ver cuál es la fuerza de tu gracia, por su fidelidad y constancia; cuánto sois dulce y liberal para con los que te son fieles. En cuanto a mí, te glorificaré haciendo conocer cuán bueno eres con los pecadores y cuán grande e inagotable es tu misericordia por encima de toda maldad; cómo ninguna recaída por mas vergonzosa y criminal que sea, debe llevar al pecador al desespero del perdón.Gravemente os he ofendido, oh amable Redentor mío! pero mucho peor sería si os hiciese el horrible ultraje de pensar que no sois tan bueno al punto de perdonarme.
En vano vuestro y mi enemigo me arma todos los días nuevas trampas; todo me hará perder, menos la esperanza que tengo en tu misericordia. Aunque yo hubiese caído cien veces y fueran mis crímenes cien veces más horribles de lo que son, aún así yo esperaría en Vos. Así sea.
San Claudio de La Colombière