La Virgen con el Niño – Seminario de los Heraldos
del Evangelio, Caieiras (Brasil)
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La realeza que la Virgen María ejerce sobre el género humano no es la de una jueza, sino la de una abogada, es decir, la de Aquella cuya misión no es juzgar y castigar a los pecadores, sino la de defenderlos. Por eso tiene para con nosotros toda suerte de predisposiciones favorables, y siempre nos atiende con indescriptible bondad.
Sin embargo, el alma moderna, muy atribulada y tratada con terrible dureza por la actual tiranía del demonio, encuentra cierta dificultad en comprender el verdadero sentido de la clemencia de la Virgen. Tanto más cuanto que una falsa piedad presenta a esa misericordia de modo melindroso y dulzón, como si fuera una especie de complicidad con el error.
Ahora bien, la ternura y la bondad de María no consisten en tener una vil condescendencia con el que practica el mal, sino una materna e invariable disposición de conceder al delincuente las gracias necesarias para que abandone el error y el pecado. Es en ese sentido en el que ha de entenderse la clemencia de la Santísima Virgen; y como tal, es única, suprema e indescriptible. Plinio Corrêa de Oliveira