¿Cuántas especies de ángeles existen?
Queda por resolver, no obstante, una dificultad. Como hemos dicho antes, los ángeles se diferencian de Dios por no ser eternos, ni infinitos, incluso siendo puros espíritus. ¿Pero cómo se diferencian ellos entre sí? Todos son inmateriales, finitos y creados…
Si nos fijamos en el reino animal vemos que se divide en variadísimas especies. Las podemos agrupar, hasta cierto punto, por familias; pero incluso en esas familias, por ejemplo la de los felinos, ¡cuánta diferencia! ¿Qué decir de la diferencia entre un tigre y un gato?… Y encima cuántos tipos de gatos existen…
Con los ángeles ocurre algo similar, pero mucho más rico. Como no tienen cuerpo, o materia que los delimite, cada uno de los espíritus angélicos compone una especie. De lo contrario sería como si uno invadiera el territorio del otro.11
Usando una analogía, aunque inadecuada, podríamos decir que en el reino angélico sólo existe un ángel- león, un ángel-delfín, un ángeláguila, y así sucesivamente. Esto debería, con más motivo, llenarnos de admiración ante la deslumbrante variedad y multiplicidad de las bellezas del mundo angélico, tan diversificado en sus seres que cada ángel difiere del otro más que, entre los animales, el águila se distingue de la hormiga.
Nunca podremos, en esta vida, hacernos una idea exacta de la vertiginosa pluralidad y hermosura del maravilloso mundo angélico. Esa alegría nos ha sido reservada para la vida en el Cielo.
Todavía queda un último corolario, derivado de la inmaterialidad de los ángeles.
Los ángeles son inmortales
Sabemos, por la experiencia y por la evidencia de los hechos, que el hombre es mortal. Y es lo que también constatamos en los reinos vegetal y animal. No obstante, creemos en la inmortalidad del alma, como enseña la doctrina católica. Esa in mortalidad se debe a la propia naturaleza del alma, que es espiritual y, por eso, incorruptible.12
Del mismo modo, y con más razón, los ángeles también son inmortales, porque su naturaleza no es susceptible de corrupción.13 El mismo Salvador nos lo afirma cuando dice: “[los resucitados] ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios” (Lc 20, 36).
Revista Heraldos del evangelio 144