Un puente que expresa magníficamente dos virtudes cardinales, la templanza y la fortaleza; por lo tanto, hay detrás de él una belleza moral. Candelabros bellos, esbeltos y nobles. Un palacio lindamente decorado por dentro y protegido por dos torres medievales puntiagudas, las cuales constituyen reminiscencia de un episodio histórico.
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Tobías y San Rafael – Museo Nacional Machado de Castro, Coimbra, Portugal
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Seamos algunos monumentos, lugares, ambientes y objetos a los cuales se pueden aplicar lo que yo dije respecto de la distinción, del donaire de los grandes personajes de la Historia Católica1.
Talento francés: gracia y garra
Este es un puente de París: Pont Neuf. Observen el material con que está construido: granito, un material bueno, pero no caro. Se trata de un puente común que cruza el río Sena. Sin embargo, podría dar acceso a un castillo fastuoso por causa de sus líneas, de su lado artístico, el cual, aunque sin adornos, tiene una grandeza que lo torna venerable.
El puente está sustentado por columnas separadas entre sí por arcos. Así, cada arco está flanqueado por dos columnas de una punta a la otra. Son columnas muy gruesas – dan casi la impresión de pedazos, y no de columnas enteras –, serias. Los arcos son dignos, serios, pesados y muy profundos, porque el puente es muy ancho. Quién lo atraviesa en barco tiene la impresión de cruzar toda una muralla maciza de un castillo mítico. Esos arcos simplemente se repiten unos a otros, con una seriedad y una distinción completas. No hay ahí ningún brillante, ningún zafiro; se gastó poco dinero. ¿Qué es lo que influenció mucho? El arte. ¿Pero arte en qué sentido? Alma. ¿Y alma en qué sentido? Se ven restos de la seriedad grave, firme y fuerte de la Edad Media.
¿En qué se fundamenta esa impresión de firmeza y fuerza? El puente enfrenta una cantidad de obstáculos. Tiene en general, un fondo de lecho de río viscoso y precisa echar las garras muy por debajo del lodo, en la tierra firme, para tener solidez. Por otro lado, carga un peso muy grande que es la estructura que sostiene la calzada del puente, a lo que se agrega todo lo que pasa por encima. El puente precisa ser tal que, si nosotros lo imaginamos por cualquier razón todo lleno de gente o de vehículos en una hora de tránsito muy atascado, no existe el menor problema: los carga con seriedad y con indiferencia. La seriedad indiferente a los obstáculos y agarrando las dificultades, empuñándolas e imponiéndose a ellas, es el propio aspecto del alma católica dotada de la virtud de la fortaleza. Esa regularidad nos habla de la templanza la cual es regular en todo. Tenemos, así, dos virtudes cardinales que se expresan magníficamente en ese monumento. Por lo tanto, hay una belleza moral por detrás de ese puente.
Visto de lejos, el aspecto fuerte y pesado se diluye un poco, y se hace más gracioso, sin perder aquella garra y fuerza propia de las cosas que deben ser fuertes. La mezcla de la gracia con la garra es uno de los trazos del talento francés, uno de los factores del famoso charme. Observado por determinados ángulos, el puente deja ver una parte de su charme. ¿Pero qué es ese charme? Es la sonrisa del alma católica.
Elegancia aristocrática y majestad real
Otras verdaderas obras de arte que expresan enteramente el espíritu francés son esos lindos candelabros ubicados cerca del Museo del Louvre, en París. Cada lámpara, probablemente de un cristal muy bueno, es alta y tiene encima algo que da la impresión de flores de grosella, como las que se encuentran en las coronas de los reyes. Después hay un cierto espacio y, por encima, unas coronitas pequeñas. Por fin, en el ápice, la cruz.
Es una mezcla de elegancia aristocrática y de majestad real. Observen el brazo de los candelabros; hay un pivote central y brazos colaterales. Vean la levedad con que cada brazo carga un candelabro en un movimiento natural, como quién casi se está distrayendo y llevando el candelabro en la mano.
Para que percibamos bien como eso es bello, imaginemos que el candelabro hubiese sido fijado en la parte central con un eje perpendicular que sujetase por debajo el candelabro. Quedarían tres pedacitos pequeños y cuadrados.
Así como fueron concebidos, ¿no son indiscutiblemente más bellos, esbeltos y nobles? En una palabra: ¿no hay Contra-Revolución dentro de eso?
Dos torres históricas
Otro monumento ligado a la historia de Francia, a la Contra-Revolución y a un determinado tipo humano, es el Palacio de los Rohan.
La familia de los Príncipes de Rohan descendía de los Duques antiguos de Bretaña, pero colateralmente. Los Duques de Bretaña tenían toda la categoría de príncipes, las princesas se casaban con reyes. Eran más o menos como los Duques de Baviera, de Wurtemberg, grandes ducados, que se casaban con personas de la realeza, absolutamente de igual a igual. Los Rohan no eran de esa categoría mas pertenecían a una rama de esa categoría. Ellos constituían, con algunas otras familias de la alta nobleza francesa, un verdadero escalón intermediario entre la familia real y el común de los nobles de la corte.
Su palacio, bellamente decorado por dentro, y protegido con dos torres medievales puntiagudas que están en contraste con el estilo ya completamente de los Tiempos Modernos, o sea, del período que va desde finales de la Edad Media hasta la Revolución Francesa. Se trata por lo tanto de un estilo marcadamente anterior a la Revolución Francesa, pero que no es medieval.
Sin embargo, encajadas entre esos dos edificios encontramos las dos torres medievales con los techos con forma de cono muy alto. Me dijeron – no tuve oportunidad de confirmarlo – que esas dos torres constituyen una reminiscencia del siguiente episodio:
Antiguamente se levantaba en ese lugar el Palacio de los Príncipes de Lorena, rama francesa de esa Casa principesca. Tenían mucho poder en Francia, poseían feudos, dinero, eran muy buenos políticos, establecían alianzas políticas muy poderosas. Su palacio fue derrumbado para dar origen al Palacio de los Rohan. Estos probablemente lo compraron y construyeron ese palacio, de una regularidad clásica muy bonita y distinguida. Conservaron, no obstante, del Castillo de los Príncipes de Lorena, aquellos aposentos ubicados en la planta baja y las dos torres.
Éstas están muy cerca una de la otra, y hay una sala que se extiende de una torre hacia la otra, formando una sola sala en la base. Cuando los Príncipes de Lorena, que fueron los líderes de los católicos en la lucha contra los protestantes, tenían confabulaciones políticas importantes y muy secretas iban a esa sala. Toda la familia se encerraba allí y hacían sus reuniones privadas, en las cuales estaban presentes lo que había de más decisivo del elemento político del ala católica de Francia, y que impidió que Francia cayera en el protestantismo. Entonces, esas dos torres son históricas.
Aunque, entre los Príncipes de la Casa de Lorena, varios fuesen objetables en cuanto a sus costumbres, esa era una Casa muy bendecida y que tenía en el más alto grado el charme. Basta decir que pertenecían a esa Casa dos célebres reinas en la Historia, por su charme único y al mismo tiempo su infortunio sin nombre: María Estuardo, Reina de Escocia – que murió decapitada, entre otras razones por el hecho de ser católica, y que todo el Reino de Escocia se había pasado al protestantismo – y María Antonieta.
(Extraído de conferencia de 13/1/1989)
1) Ver Revista Dr. Plinio n. 231. p. 32-35