Un número cada vez mayor de mujeres no duda en sacrificar la carrera o el prestigio social para dedicar más tiempo a los hijos.
Recientemente, un artículo del diario católico francés La Croix revela un fenómeno poco conocido en nuestra América.
Anne Sophie –36 años, madre de tres hijos y administrativa de una gran empresa francesa– tuvo por largo tiempo a la carrera y el trabajo como prioridades de su vida, según lo reconoce ella misma: “Me había enviciado con el trabajo. Lo dejaba muy tarde y aun así traía cosas para hacer en casa los fines de semana. Me educaron con la idea que las mujeres deben trabajar. Creía poder ser simultáneamente una buena madre de familia y una súper ‘businesswoman’.”
Pero las ideas de Anne empezaron a cambiar cuando verificó que su hijo menor no sabía pronunciar la palabra “mamita” y que la segunda hija tenía síntomas de alergia psicosomática. Decidió pedir entonces un período de licencia, y más tarde optó por una función de media jornada. Hoy, saborea su nueva vida. “Me siento muy feliz –dice– porque así puedo seguir activa y crecer, pero además acompañar el crecimiento de mis hijos”.
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¿Cuántas más serán las profesionales que deciden frenar la carrera para consagrar más tiempo a sus hijos?
Las estadísticas no recogen esos datos, señala Jeanne Fagnani, directora de investigación del Centro Nacional francés de Estudios Científicos. Pero hace notar un rasgo interesante: la tendencia se verifica sobre todo entre las mujeres que ejercen labores menos calificadas, y que corren, por ello, el riesgo de perder definitivamente el acceso al mercado laboral.
En efecto, sólo un 18% de ellas son ejecutivas, mientras un 59% son empleadas de comercio y 22% son obreras.
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Otro caso interesante es el de Caroline, una joven madre de tres hijos. “Soy completamente reemplazable en el trabajo, pero no en casa”, afirma. No se arrepiente de llevar ya tres años lejos de su empresa: “Establecí relaciones con numerosos otros padres y participo en la vida escolar de mis hijos. Y sobre todo me siento más serena, me volví mucho más paciente con ellos. No los atropello al salir de la escuela y todo lo hago con menos precipitación”.
Claro está que disminuyó el presupuesto del matrimonio. “Tuvimos que hacer sacrificios y economías –aclara Caroline–. Pese a todo, prefiero tener un nivel de vida menos elevado pero quedarme junto a mis hijos”.
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Esta tendencia a dedicar un mayor tiempo a la familia es confirmada por ciertos especialistas.
Jérôme Minozio –autor de un estudio para el Consejo Nacional Francés de Asistencia a la Familia sobre el “aumento de la necesidad de estar junto a los niños”– advierte que hay que prepararse “para los cambios; ya no se puede considerar el ejemplo de la superwoman como modelo dominante de la sociedad”.
Para Chantal Nicole-Drancourt – socióloga del Consejo Nacional Francés de Investigación Social–, se impone la necesidad de pensar en otros modelos. “De nada sirve aumentar el número de guarderías o de casas de reposo para eliminar el problema”, asevera.
A su vez, Danielle Rousseau, presidente de una asociación de mujeres dirigentes de empresas, observa que cada vez es mayor el número de jóvenes abogadas o directoras financieras que dejan de trabajar para ocuparse de los hijos. “No es algo que se viera antes. Las madres están mejor informadas hoy en día acerca de la psicología de sus hijos, y de lo que ganarán en las relaciones con ellos más tarde. No lo considero un retroceso, sino el reencuentro de un equilibrio perdido”.
Un caso muy típico es el de Claire Rousseau, abogada de 33 años que redujo sus servicios profesionales para cuidar a su recién nacido. “Sé muy bien que esto frena un poco mi carrera, pero no me importa. Cuando veo a esas madres corriendo para todos lados, pienso que no es bueno para sus hijos. Siento que el mío es más expansivo. Decidí dedicar este tiempo a su bienestar”.
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Es obvio que, infelizmente, no todas las esposas pueden dejar el ejercicio de su profesión, necesaria para el sustento familiar. Pero merece muchas simpatías la actitud de tantas madres que deciden sacrificar carrera y prestigio social por amor a sus hijos.