Grandiosa e inevitable guerra

Publicado el 08/23/2019

No es de este mundo la concordia sin mancha, la paz perfecta y eterna entre todos los hombres. En esta tierra de exilio, las carencias, las disensiones, las catástrofes son inevitables. Y una visión cristiana de la vida lleva, al mismo tiempo, a circunscribirlas cuanto se pueda y a resignarse a ellas ya que son inevitables.

 

VIrgen del Apocalipsis- Casa de los Arautos

Do Evangelho Rosa Mystica – Mairiporã, Brasil

San Luis María Grignion de Montfort1 nos muestra la vida de los pueblos como una grandiosa, trágica e incesante guerra entre la verdad y el error, el bien y el mal, lo bello y lo feo. Batalla sin la cual la existencia terrena, desprovista de su significado sobrenatural, perdería su dignidad. Comentando las palabras del Génesis (3, 15) “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo. Ella te aplastará la cabeza y tú acecharás su calcañar”, observa con profundidad el gran santo: “Dios promovió y estableció una única enemistad, enemistad irreconciliable, que no solo ha de durar, sino aumentar hasta el fin de los tiempos: la enemistad entre María, su digna Madre, y el demonio; entre los hijos y siervos de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer; de modo que María es la más terrible enemiga que Dios armó contra el demonio. Él le dio tanto odio a ese maldito enemigo de Dios, tanta clarividencia para descubrir la malicia de esa vieja serpiente, tanta fuerza para vencer, aplastar y aniquilar ese impío orgulloso, que el temor que María inspira al demonio es mayor que el inspirado por todos los ángeles y hombres y, en cierto sentido, por el propio Dios”.

 

A lo largo de la historia, los hijos de Nuestra Señora batallarán hasta el fin del mundo contra los hijos de Satanás. Y la victoria final será de los primeros por la intervención de la Madre de Dios. “Dios estableció enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y siervos de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos del demonio. Los hijos de Belial, esclavos de Satanás, amigos del mundo (pues es la misma cosa) siempre persiguieron y perseguirán a aquellos que pertenecen a la Santísima Virgen. Pero, la humilde María será siempre victoriosa en la lucha contra ese orgulloso, y tan grande será la victoria final que Ella llegará al punto de aplastarle la cabeza, sede de todo el orgullo. Ella descubrirá siempre su malicia de serpiente, desvendará sus tramas infernales, desmontará sus consejos diabólicos, y será, hasta el fin de los tiempos, garantía para sus fieles servidores contra las garras de tan cruel enemigo”.

 

La supresión de esa lucha mediante una reconciliación ecuménica entre la Virgen y su posteridad con la serpiente y su raza, rumbo a una era en la cual el cese utópico del entrechoque traiga una composición entre todos los derechos e intereses, una interpenetración de todas las lenguas bajo un gobierno universal hecho de abundancia y de despreocupación: He aquí la gran utopía contra la cual las masas se deben precaver; he aquí el regreso (o mejor el retroceso) a la orgullosa Torre de Babel que de todas las formas posibles el neo-paganismo busca reconstruir; he aquí la bandera toda tejida de ilusión y de mentira con que, en todas las épocas, los demagogos procuran arrastrar a las masas insurrectas.2

 

 

1 Cf Tratado da Verdadeira Devocão à Santísima Virgem, Ed. Vozes: Petrópolis, 1961. 6ª ed., pp. 54-57.

2 Extractos del artículo: Volta à Torre de Babel? Publicado en la “Folha de São Paulo”, 12/08/1980.

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