JESÚS Y MARÍA: UN SOLO CORAZÓN, UNA SOLA MENTALIDAD

Publicado el 06/07/2018

El corazón es el símbolo de la parte más noble del hombre. Aunque el sentimentalismo del siglo XIX nos haya dejado una idea muy fragmentaria sobre él —como si consistiera sólo en afecto y bondad—, representa la plenitud del dinamismo de la voluntad del individuo, en cuanto modelada por cierto ideal, que también envuelve a todas las demás fuerzas de alma que se encuentran a disposición de la voluntad para ser eficaz y lograr su fin. Por lo tanto, el corazón simboliza una parte medio volitiva de la inteligencia y medio cogitativa de la voluntad, la sede de la mentalidad del hombre, donde se alojan sus secretos más íntimos. Meditar sobre el Sagrado Corazón de Jesús es, pues, considerar la sagrada mentalidad, o psicología, del Señor, en un solo todo formado por su voluntad divina y su voluntad humana.

 

El Inmaculado Corazón de María, a su vez, es el purísimo joyero en el que encontramos al propio Corazón de Jesús. Al corazón de la madre le corresponden especialmente la bondad, la generosidad y la indulgencia, porque las buenas madres son más llevadas a eso por su modo de ser. Así, el Corazón Inmaculado de María es la máxima representación de todo ese afecto y dulzura maternos para con nosotros, en un grado inimaginable, como nadie ha tenido. Pero su Corazón es sobre todo la Sede de la Sabiduría, una virtud atinente no sólo a la inteligencia, sino también a la voluntad. Luego, el Corazón Sapiencial es el corazón que quiere, que desea y que ama todo de acuerdo con la fe, la recta razón y el sentido común.

 

Al hablar del “Sagrado Corazón” de Jesús y María, en lugar de “Sagrados Corazones”, San Juan Eudes indica que ambos forman una única mentalidad, pues la mentalidad como tal es susceptible de unión y fusión. Así pues, ¿la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María no sería realmente la devoción de la Sagrada Mentalidad de Jesús y de María? ¿Y no sería esta devoción propia a producir en nosotros un cambio de mentalidad, mediante el trueque de corazones con Jesús y María, por el cual la mentalidad de Ellos penetre en nosotros y lleve nuestros corazones a latir en unísono con el de Ellos?

 

De esta forma, podemos concebir el Reino de María como la era en la cual Ella —Reina de los corazones y Reina de las mentalidades— atrae a sí todas las mentalidades y sobre éstas reinaría de modo a fundirlas en una sola, que sería la mentalidad de Jesús y de María.

 

Esta transformación, no obstante, se hace por el sufrimiento. Cuando se piensa en el Corazón de Jesús perforado por una lanza, también se recuerda al Inmaculado Corazón de María traspasado por la espada del dolor; son Corazones llenos de sufrimientos, por amor a nosotros. De modo que, cuando estemos sufriendo, acordémonos de que el Corazón regenerador de Jesús es la fuente de gracias reservadas para las épocas difíciles y esplendorosas que se acercan, y que la Virgen está espiritualmente al pie de todas las cruces del mundo, con su intercesión y sus ruegos.

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