Presentación del Niño Jesús en el Templo. Pro-Catedral de Santa María, Hamilton, Canadá
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Nuestro Señor Jesucristo fue engendrado por el Espíritu Santo en María Santísima, virgen antes, durante y después del parto. Cuando la gestación tiene como resultado el nacimiento del hijo, esto es llamado de “buen suceso”. Así, Nuestra Señora del Buen Suceso es el título dado a ella, como habiendo dado a luz del modo más feliz y maravilloso posible, al Hijo de Dios. La Ley de Moisés ordenaba que todo primogénito fuese presentado en el Templo y ofrecido a Dios, y aunque no fuese necesario cumplir este precepto, pues su Hijo era el propio Dios, Nuestra Señora nos dio un lindo ejemplo de amor y obediencia a la Ley, llevando el Niño Jesús al Templo, donde el Profeta Simeón lo aclamó como siendo “luz para iluminar las naciones” y también como “señal de contradicción” (Luc. 2, 32, 34)
El Buen Suceso de la Santísima Virgen fue así consagrado por la Presentación del Niño Jesús en el Templo.
(Extraído de conferencias de 2/2/1983 y 1/2/1984)