Nuestra Señora de la Merced, por Lippo Memmi Catedral de Orvieto (Italia)
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En el momento de la Pasión de su divino Hijo y durante las largas horas de la permanencia de su cuerpo en el sepulcro fue donde se manifestó particularmente la fuerza de esta Madre de dolores. […] Sin languidecer acompañó a su adorable Jesús hasta lo alto del Calvario; dio su consentimiento al sacrificio de la Redención, se quedó al pie de la cruz durante todo el tiempo que su Hijo estuvo clavado en ella y esperó, con la más viva e inquebrantable fe, el feliz momento de su Resurrección. Y ahora es Ella la que transmite la virtud de la fortaleza a todos los que la necesitan y que acuden confiados a su maternal protección.
P. Zéphyr-Clément Jourdain