María: Una mirada con mil facetas

Publicado el 07/29/2019

¿Quién sería capaz de reflejar mediante cualquier clase de obra artística o literaria las mil facetas de Aquella que tiene “una cierta dignidad infinita” y que “toca las fronteras de la divinidad”?

 


 

Mucho se ha escrito y discurrido sobre la Virgen María. Sin embargo, nos faltan palabras para expresar cuánto le debemos a su inigualable persona. El culto rendido a Ella se remonta a principios de la Cristiandad y ha ido creciendo a lo largo del tiempo, llegando a figurar en la pluma de los pensadores más insignes, en los labios de los más elocuentes predicadores e incluso en las obras de los artistas con más talento que la Historia haya conocido jamás.

 

En su empeño de manifestar la honra que le es debida a la Madre de Dios, la revista Heraldos del Evangelio ha ido reproduciendo, desde su primer número, expresivos retratos de esta venerable Señora, especialmente en las contraportadas.

 

Nuestra Señora de París

Capilla del Seminario

de los Heraldos, São Paulo

 

Madre de Dios, Emperatriz

de China – Catedral del

Norte, Pekín

Ora aparece con una sonrisa afable, ora con una fisonomía compasiva; en ocasiones con una mirada suavemente entristecida, aunque siempre invitándonos a que más fácilmente nos aproximemos, por su intercesión, al trono de su divino Hijo.

 

En los dos milenios de Cristianismo la figura sin par de María Santísima ha sido representada de las maneras más variadas. En su fase inicial, la Iglesia la concibió como Virgen Orante , con los brazos abiertos en señal de oración, y sin el Niño Jesús. También como Virgen Madre , donde se translucía una divina pureza en sus rasgos.

 

En el período románico es representada principalmente como Madre de Dios : majestuosa, erguida, con una mirada hierática. Sentada en un trono como Reina, con Jesús —la Sabiduría Eterna— sobre sus rodillas, presentándolo al mundo con ademán respetuoso, sujetándole con las dos manos. Son las imágenes de Sedes Sapientiæ (Sede de la Sabiduría).

 

Desde finales del s. XII, esa rigidez cede el lugar al movimiento. El Niño Dios “cambia” de postura: tal imagen lo muestra en uno de los brazos de su Madre, tal otra sobre una rodilla. La figura de la Virgen gana en realce y simbolismo: se difunden las Vírgenes Negras , coloración que algunos exegetas la describen en un sentido místico del dolor y del sufrimiento; incluso las Vírgenes con una Manzana , recuerdo de que la nueva Eva ha reparado el pecado de la antigua.

 

Virgen del Carmen

Basílica del Carmen,

São Paulo (Brasil)

 

Salus Populi Romani

Tra Noi, Roma

En pleno auge del gótico, en el s. XIII, todas las cosas cantan en alabanza a María: numerosas iglesias se levantan en su honor, se multiplican en el púlpito las referencias a Ella y la Liturgia la celebra abundantemente.

 

En la pintura y en la escultura la Reina y Madre adquiere aires de una noble dama que juguetea con su hijito y lo abraza con mucho afecto. Por ello, el P. Dinarti Passos afirma que “siempre ha sido verdad que el estilo gótico llegó a alcanzar su ideal en todas las artes, por tanto, también en el arte mariano”.1

 

Después de la Edad Media se rompe el estrecho vínculo entre el arte y la Fe. La escultura y la pintura se materializan. En el Renacimiento y en la era Moderna progresaba la técnica del como hacer, mientras que se iba perdiendo en gran medida el espíritu del como crear. Aunque las manifestaciones de devoción a Nuestra Señora no cesaron de crecer incluso en esa época.

 

Por ser Madre, María desea entrar en contacto con sus hijos, procura adaptarse a ellos, transmitirles mensajes. De aquí nace el culto a Ella con la denominación del lugar donde se apareció: Nuestra Señora de Fátima o de Lourdes, por ejemplo. Hay advocaciones que expresan veneración por algún aspecto de su vida, como la Virgen Niña, o por algún episodio del Evangelio, como la Virgen del Destierro, que evoca la huída a Egipto. También existen otras formas de representarlas de acuerdo con las particulares circunstancias en las que Ella nos ayuda, como Nuestra Señora del Mar o la Virgen del Camino, protectora de los viajeros.

 

Decenas son las fiestas celebradas en honor de la Santísima Virgen a lo largo del año, pero hay una de ellas que nos llama la atención de una manera especial: la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, que la Iglesia la conmemora el 1 de enero.

 

Así, el año empieza bajo su mirada y su auxilio.

 

Virgen de la Pera

Museo del Prado, Madrid

 

Inmaculada Concepción

Sabará (Brasil)

La Maternidad divina de Nuestra Señora es tan sublime que la sitúa por encima de cualquier criatura. Ya que, según la expresión del Cardenal Cayetano: “Solamente la Santísima Virgen María toca las fronteras de la divinidad por su propia operación natural, en cuanto que concibe, engendra, da a luz y alimenta con su propia leche al mismo Dios”.2

 

Ante tanta sublimidad nadie sería capaz de reflejar de una forma perfecta y acabada —mediante cualquier clase de obra artística o literaria— las mil facetas de Aquella que, según dice Santo Tomás, tiene “una cierta dignidad infinita” .3 Entre las diversas representaciones que existen de la Virgen María, ¿podríamos escoger una cuya mirada expresase con más propiedad a Aquella que “toca las fronteras de la divinidad”?

 

Invitamos a nuestro querido lector a que haga su propia elección…

 

  1 Cf. PASSOS, CM, Dinarte Duarte. A Imagem da SS. Virgem através da História . Revista Eclesiástica Brasileira, dezembro 1947, v. VII, f. IV, p. 868. 

2 CAYETANO, apud ROYO MARÍN, OP, Antonio. Teología de la Perfección Cristiana . 9ª ed. Madrid: BAC, 2001, p. 89. 

3 SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica, I, q. 25, a. 6, ad. 4.

 

 

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“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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