MEDITACIÓN PARA EL PRIMER SÁBADO – Junio 2016

Publicado el 06/03/2016

MEDITACIÓN PARA EL PRIMER SÁBADO

Quinto Misterio Luminoso

Institución de la Eucaristía

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo»” (Jn, 6,51)

 


 

Introducción:

Atendiendo al pedido de Nuestra Señora en Fátima, vamos a dar inicio a nuestra devoción reparadora del Primer Sábado, en desagravio por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María. Esta reparación consiste en la confesión, comunión, recitación del Rosario y en la meditación de los misterios del Rosario. Recordemos que a quien practica esta devoción, Nuestra Señora prometió gracias especiales de salvación eterna.

 

Composición de lugar:

Imaginemos una gran sala, en penumbras, luz de velas. Los apóstoles sentados a la mesa con Nuestro Señor; mirándolo, escuchan con atención todas las palabras solemnes, graves y eternas que salen de sus labios divinos.

 

Oración preparatoria:

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

Evangelio de San Marcos (26, 26-29)

“Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo». 27 Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: «Bebed todos; 28 porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre».”

 

I – Jesús es incomprendido…

¿Cómo era posible que alguien contestase las claras afirmaciones de Jesús a respecto de Su divinidad y despreciase Sus atributos divinos? ¿Cómo dudar delante de pruebas tan evidentes: la cura de todo tipo de enfermedades, la liberación de posesiones diabólicas, la resurrección y otros milagros asombrosos, entre los cuales el cambio de agua en vino, la multiplicación de panes y peces, hecho poco después de anunciar la Eucaristía? ¿Qué llevaría a tal actitud de sus contemporáneos?

 

1- Cuando prepondera la materia en el hombre…

La naturaleza humana es un compuesto de espíritu y materia –alma y cuerpo – en la cual hay una jerarquía en que la parte espiritual debe gobernar la material a través de la práctica de la virtud, con el auxilio de la gracia.

 

Pero, cuando el hombre se deja dominar por las potencias inferiores, las pasiones desarregladas ejercen una tiranía sobre las partes más nobles y elevadas, quedando entregado al vicio.

 

En el primer caso predomina el espíritu y decimos estar delante de un hombre espiritual; en el seguro, prepondera la materia, es el hombre carnal, materialista.

 

2- Psicología del hombre carnal:

Detengámonos un momento en el segundo caso, intentando describir algunos trazos de la psicología del hombre carnal, para comprender mejor la dureza de corazón de los contemporáneos de Jesús.

 

El materialista está principalmente vuelto para la fruición sensible de la vida. Sus horizontes intelectuales abarcan poco más que la realidad concreta.

 

Se diría que ha perdido la capacidad de ver los hechos en tres dimensiones, pasando a observar todo apenas en un plano solo, el de los pequeños e inmediatos intereses personales, sin la profundad de lo que es eterno. Por eso, no es capaz de captar realidades más elevadas, de orden sobrenatural.

 

El materialista es un miope del espíritu. Se vuelve incapaz de elevar las vistas para los grandes horizontes de la Fe que Dios le ofrece misericordiosamente.

 

1- El principal obstáculo para creer en la Eucaristía.

De esta visualización materialista nacía la imposibilidad de aceptar por parte de los contemporáneos de Jesús, el mayor don de Dios a la humanidad: ¡La Eucaristía!!!

 

Con efecto, como enseña San Pablo, las realidades visibles son imágenes de las realidades invisibles y sobrenaturales: “Pues lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son perceptibles para la inteligencia a partir de la creación del mundo a través de sus obras;” (Rm 1,20). Mas, para tener esa visión del universo, es necesario ser hombre espiritual.

 

Carnal y vuelto para la realidad concreta, la gran parte del pueblo judío no podría comprender cuando hablaba de un “Pan bajado del Cielo”, que les traía la vida eterna.

 

Para ellos, la finalidad única del alimento era sustentar la vida material de los hombres.

 

Su intelecto difícilmente podría elevarse a esa verdad trascendente.

 

Dios, al crear el hombre, tenía en vista la institución de la Eucaristía, parasustentar su vida sobrenatural por medio del “Pan bajado del Cielo”.

 

II- El pecado original fue cometido por el abuso de un alimento; la salvación eterna viene a través de otro: ¡La Eucaristía!

La alimentación, aparte de la finalidad inmediata de mantener la vida del hombre, tiene también un importante papel social que es el de unir las personas. Por ejemplo, es en torno a la mesa que la familia se reúne diariamente y pone en común, no sólo los alimentos, sino también los sentimientos, el modo de ser y hasta los problemas caseros.

 

Es en la mesa que se desenvuelve la conversación y los padres tienen una de las mejores ocasiones de ir formando el espíritu de sus hijos.

 

1- El alimento favorece la unión de quienes lo comparten.

El hecho de sentarse todos juntos para tomar la refección establece un especial trazo de unión entre los miembros de una familia, de un grupo de amigos o de una comunidad religiosa, que va más allá de las simples iguarias para los valores más altos.

 

El alimento posee algo que favorece la unión de aquellos que lo comparten. Es donde se realizan las conmemoraciones de los pequeños o grandes hechos de la vida. Los vínculos familiares, sociales o religiosos se fortalecen y la verdadera amitad se consolida.

 

2- La muerte entró por el mal alimento…

En el Paraíso Terrestre, donde el hombre tenía los instintos perfectamente ordenados, es de suponer que si no hubiese habido pecado y la vida se desenvolviese normalmente, también sería que los mejores momentos del convivio social y familiar transcurrirían en torno de la mesa.

 

Y como el mayor don de Dios a la humanidad sería dado bajo la forma de alimento, fue a través de un elemento nutriente que el Criador quiso poner a pruebanuestros primeros padres, para después concederles tan alta dádiva: “El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir»” (Gn 2, 16-17).

 

Esta es la forma característica de actuar de Dios. Pide una pequeña renuncia para después dar, en recompensa, una infinitud.

 

3- La Eucaristía: la respuesta de Dios al Pecado Original.

Cuando Adán comió el fruto prohibido, entró la muerte en el mundo y por medio del “Pan bajado del Cielo”, nos fue restituida la Vida: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre” (Jn, 6,51).

 

El primer pecado fue cometido por abuso de un alimento, y la salvación eterna nos viene a través de otro. La Eucaristía se presenta como respuesta de Dios al pecado original, dando a los hijos de Adán infinitamente más de lo que habían perdido: es el propio Dios que Se ofrece al hombre en alimento.

 

No hay posibilidad de darse más que la Eucaristía…

 

“…Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo» (Jn 6,51).

 

¿Qué más nos podría haber dado Jesús? Se hizo comida y bebida para poder participar eternamente de su propia vida. Bajó de lo más alto de los Cielos, asumiendo la substancia de pan y de vino para elevarnos al convivio de Dios.

 

El sacerdote católico recibió la gran gloria de poder prestar su lengua y sus manos al Divino Maestro, para que, sobre el altar, se opere uno de los mayores milagros –y el más frecuente de ellos—de la Historia de la Humanidad: la transubstanciación. Es decir, la substancia pan y la substancia vino ceden lugar a la substancia Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

De hecho, por nuestra inteligencia, jamás llegaríamos a penetrar ese misterio tan sagrado. Ni siquiera los demonios, que a pesar de caídos, son de naturaleza angélica, y, por lo tanto, superior a la nuestra, consiguen discernir en las apariencias de pan y de vino, al Hombre-Dios. Sólo la Fe que nos hace penetrar ese misterio sagrado.

 

Al comulgar, nos asemejamos por momentos a María, poseyendo el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús en nuestras entrañas.

 

Aplicación: En esta meditación somos invitados a progresar muchísimo en el amor al culto eucarístico, en la adoración al Santísimo Sacramento, en profundizar la piedad, la devoción a Jesús-Hostia, etc. y sacar de esa convivencia un provecho enorme para nuestra vida. Porque nada consuela más que la Eucaristía.

 

Pidamos a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento la gracia de crecer ardorosamente en la devoción eucarística y de jamás perder la oportunidad de comulgar con toda fe, esperanza y amor.

 

Oración Final

Oh María Santísima, Vos que sois la mayor devota del Santísimo Sacramento, ardiente de amor a Dios en Vuestro Inmaculado Corazón, invitándonos a ser devotísimos de la Eucaristía, suplicamos que aceptes esta mediación en desagravio a Vuestros Sapiencial e Inmaculado Corazón. Concedednos gracias sobre gracias en la línea de comprender bien el tesoro que poseemos, el más bello y más esencialmente elevado de los sacramentos y dadnos un ardor extraordinario por la Eucaristía como Vos tuviste.

 

Madre mía, ¡aquí estamos para que nos transforméis en ardorosos adoradores de la Eucaristía! Amén.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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