Oh Virgen Madre, Señora de Fátima, que anunciasteis al mundo tan extremas aflicciones y tan excelsas alegrías, revelando los terribles castigos y los grandes triunfos por los cuales pasará la Cristiandad! A Vos, que denunciasteis con tanta claridad los extremos de abominación moral a los cuales llegamos y, al mismo tiempo, mostrasteis la plenitud de vuestra insondable santidad, yo os suplico: ¡transformad mi espíritu!
No permitáis que yo continúe siendo una de esas incontables personas de horizontes cortos y de intereses reducidos a la pequeña esfera de su propia individualidad. Haced, por el contrario, que abnegado y sin pretensiones yo sea un alma abierta y ardiente, capaz de medir en toda su extensión los extremos que en Fátima se perciben y de tomar una posición intransigente y completa a favor del extremo sacrosanto que sois Vos, oh Madre mía: ¡extremo de amor a Dios, de pureza, de humildad, sin pretensiones, de inquebrantable combatividad!
Haced que así, yo sea un contrarrevolucionario ejemplar, un perfecto apóstol de los últimos tiempos. Amén.
(Oración compuesta el 8/5/1971)