Nuestra Señora de Las Lajas y la Luz Primordial de Colombia

Publicado el 09/16/2020

Plinio Corrêa de Oliveira

Algo de la Luz Primordial [1] de Colombia está expresada en la imagen de Nuestra Señora de Las Lajas.

Estabilidad extraordinaria de temperamento
Ella tiene la personalidad de alguien muy inteligente, con una mirada profunda y perspicaz, es una persona meditativa, recogida, muy sólida de temperamento y de voluntad. Se nota en Ella una extraordinaria continuidad de temperamento y de voluntad. Con Ella uno se acuerda una poesía del escritor inglés Eliot: La figura mitológica de la Bella Donna, la señora de las rocas y de las situaciones [2].

Una Reina extremadamente materna

Aquí está una verdadera “Señora de las rocas y de las situaciones”. No hay nada que la derribe.

Bien, Ella es al mismo tiempo muy dominadora, no es ni arrogante, ni pretenciosa, nada de eso, sino que es una persona habituada a hacer su propia voluntad. Es regia, es toda una Reina, pero extremadamente materna. Noten cómo se siente bien el Niño Jesús en sus brazos. Él está como que, jugando, con la libertad propia de un niño, y yo diría más, casi que un poco travieso; y lo más curioso es que se tiene la impresión que en ese momento Él no le está poniendo mucha atención a Ella, ni Ella a Él. Hay muchas imágenes que representan a Nuestra Señora con el Niño Jesús, y se están prestando mucha atención el uno al otro, como por ejemplo Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano. Pero esta imagen no, Ella está mirando al pueblo colombiano y atendiendo sus súplicas, aunque también dirigiendo y comandando. Y Ella está entrando misericordiosamente en intimidad con las personas que llegan a sus pies.

Por el hábito tan fuerte de estar juntos, Ellos ni se acuerdan que están juntos. Ésta es una de las formas más profundas de intimidad. Es decir, cuando las personas están tan juntas que ni siquiera se acuerdan que están juntas y esto porque forman, como que, una sola persona.

Bien, ¿no sé si sienten la imagen de Nuestra Señora de las Lajas, así como yo la siento?

¡Es una imagen que me gusta mucho!

La primera vez que me mostraron la imagen yo quedé contentísimo, me pareció magnífica. Después me hablaron del milagro de la piedra y, a fortiori, quedé muy impresionado.

Ella representa al pueblo colombiano como debería ser
Ahora viene el punto importante, ¿hasta qué punto Ella es colombiana?

¿Ella es una imagen del pueblo colombiano como él es? o ¿es la imagen del pueblo colombiano como debería haber sido si la Revolución [3] no lo hubiese abalado como abaló a todos los pueblos de la tierra?

Evidentemente la segunda respuesta es la verdadera.

Es decir, si la Revolución no hubiera deteriorado como deterioró a todos los pueblos de la tierra, el resultado hubiera sido otro, así debería ser el colombiano. Y pueden imaginar ese pueblo ideal habitando un territorio magnífico, ¡Qué espléndido resultado podría haber dado!

Reflexión, estabilidad, decisión, bondad y firmeza

Así como Brasil, como Chile, como Perú, como Ecuador, como lo que quieran, el pueblo colombiano sufrió las devastaciones de la Revolución; y hoy en día él no es así [señalando la imagen]. El colombiano no es así, al menos los queridos colombianos que yo conozco, presentan algunas diferencias en relación a esto. Es una posibilidad, es un llamado para la reflexión antes que todo, para la estabilidad, para la decisión, para la bondad y para la firmeza. Pero de esta manera [señalando la imagen], y no de otra manera. Esa virtud puede existir en varios pueblos, pero es de esta manera, como aquí se especifica, que debe ser considerada.

El ataque de la Revolución al pueblo colombiano

¿Cuál es la devastación que la Revolución hizo en el pueblo colombiano? La misma que hizo en toda parte. En primer lugar, vulgarizó. Es decir, rebajó. Y, en segundo lugar, enervó. Y el pueblo colombiano tan parecido en mi modo de ver con el pueblo brasileño, así como éste, desembocó en un pueblo de desenfrenos: nervioso, pasional, pendenciero, y otros predicados como esos… (…)

Su mirada

Su mirada [de la imagen de Las Lajas] es elevada, desinteresada de las cosas de la tierra. La Revolución nos volvió interesadísimos con las cosas de la tierra: la carrera, la posición, el dinero, la política… pero nada de esto se encuentra en este cuadro, ni remotamente.

Sobre todo, Ella tiene una pureza que la Revolución le robó a todos los pueblos de la tierra y que les robó por lo tanto a mis queridos colombianos. También la expresión de su rostro es casta, sobria y elevada. Aquí no es un cuerpo que mantiene encarcelada un alma, sino que es un alma que brilla dentro del cuerpo y en lo alto del cuerpo más o menos como

el sol en lo alto de una montaña. Ella ilumina el cuerpo, pero es ella la que manda, no es el cuerpo el que manda al alma. ¡Es magnífico!

Preferencia de Nuestra Señora

Evidentemente, un milagro como éste que Nuestra Señora le otorga a una nación, representa una preferencia de Ella por esa nación. Nuestra Señora tiene preferencias siempre sapienciales y siempre gratuitas, porque Ella prefiere el pueblo antes que éste lo haya comenzado a merecer. Ella tiene esta preferencia, y con la imagen de Las Lajas Ella le dio al pueblo colombiano un milagro más estupendo que el que Ella le dio al pueblo francés con Lourdes. Podría parecer absurdo, pero no lo es. Desde el punto de vista apologético es así, porque aquello no es pintado, es una cosa enteramente evidente que no es pintado, es decir ¡es un milagro! Pero no es un milagro como el de Lourdes, en donde se pasa y no se ve el milagro. Yo estuve en Lourdes y no presencié ningún milagro, hay muchas narraciones de milagros pero yo no los vi, yo creo en todos esos milagros porque tengo razones para creer en ellos, pero no los vi. En Las Lajas no, ¡el milagro está ahí, se puede palpar, es permanente, indiscutible, total!

¿Qué nos quiere decir la imagen de Nuestra Señora aquí? Que cada uno tenga el espíritu de Ella, la mentalidad de Ella, de tal manera que sea como una roca que enfrenta todos los vendavales, que enfrenta todas las cosas sin destruirse.

¿Qué quiere decir eso?

Que, si todos los pueblos tuviesen mucha devoción a Nuestra Señora, por lo tanto, el mismo espíritu de Nuestra Señora, podrán tener un perfil moral inquebrantable. (…)

El secreto del apostolado en Colombia
El secreto de la fecundidad del apostolado allá en Colombia está en la virtud religiosa del colombiano. Está en tener antes que nada un espíritu católico; y con el espíritu católico ese desinterés por las cosas terrenas y esa preocupación por buscar solamente la implantación del Reino de María y el aplastamiento de la Revolución, pero teniendo siempre dentro de esto mucha calma y mucha fuerza. Evitando y combatiendo toda forma de nerviosismo. Calma, estabilidad, tranquilidad en las situaciones más difíciles, nada de impulsos. Los impulsos no sirven para nada. Lo que sirve es: ver, juzgar y actuar. Después de ver las cosas, analizarlas bien, juzgarlas y actuar en función de eso, y después de esto: ¡ánimo!

Así es como yo sueño un colombiano ideal.

Plinio Corrêa de Oliveira, (Reunión para los colombianos — 31/7/1978)

Notas

[1] “La Luz Primordial es la aspiración existente en el alma de cada persona para contemplar a Dios de un modo propio” CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. “Luz primordial” e discernimento. In: Revista Dr. Plinio. São Paulo: Retornarei, n. 54, set. 2002. p. 4. (Editorial).

[2] Se refiere al poema “Miércoles de Ceniza” del escrito inglés T. S. Eliot

[3] Por Revolución el Dr. Plinio entendía el movimiento que desde hace cinco siglos viene demoliendo a la Cristiandad y cuyos momentos de apogeo fueron las cuatro crisis del Occidente cristiano: el protestantismo, la Revolución Francesa, el comunismo y la rebelión anarquista de la Sorbona en 1968. Sus agentes impulsores son el orgullo y la sensualidad. De la exacerbación de esas dos pasiones resulta la tendencia a abolir toda legítima desigualdad y todo freno moral. A su vez, denominaba a la reacción contraria a ese movimiento de subversión como Contra-Revolución. Estas tesis están expuestas en su ensayo Revolución y Contra Revolución (cf. CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Revolução e Contra-Revolução. 5ª ed. São Paulo: Retornarei, 2002).

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