Dijo Dios a Abrahán: “Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas… Así será tu descendencia” (Gén 15, 5). Más que éxitos según el mundo o prosperidad material, el Altísimo le prometió como recompensa un pueblo elegido y bendecido, en medio del cual Él escogió vivir y manifestarse.
Misa campal presidida por Mons. João el 18/7/2018; en el destacado, en diciembre de 2013
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Al tener sólo un hijo, Abrahán no vio con sus ojos carnales la plena realización de esa promesa. Sin embargo, cuando sus descendientes salieron de Egipto ya eran más de seiscientos mil… (cf. Éx 12, 37). Pero esto aún era poco. De él no surgirían únicamente doce tribus: como consecuencia del pacto hecho con Dios sería también, por la fe, “padre de muchedumbre de pueblos” (Gén 17, 4). Esta primitiva promesa encuentra su apogeo en Jesús, el “primogénito de toda criatura” (Col 1, 15), y en Él se extiende “hasta el confín de la tierra” (Hch 1, 8).
Por lo tanto, en la pertenencia a Cristo es donde verdaderamente se distingue la “descendencia de Abrahán, herederos según la promesa” (Gál 3, 29). Su patriarcado no se refiere sólo, ni siquiera primordialmente, a una filiación carnal, sino espiritual. En las familias religiosas de la Iglesia esa paternidad sobrenatural se ejerce por medio de los fundadores. En efecto, “cada Orden religiosa ha tenido su Sinaí en la persona del fundador y su carisma recibido de Dios”.1 “Representa para el religioso una imagen divina, un modelo que reproduce a Cristo de una manera adaptada a sus hijos”.2
El verdadero fundador es, por consiguiente, aquel que se caracteriza por ser padre, al transmitir la vida espiritual a sus discípulos. Como hombre providencial, escogido para dar comienzo a un nuevo carisma en la Iglesia, le corresponde a Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, ser padre de una multitud de hijos e hijas, que hoy se extienden por toda la tierra.
Pero ése no es el único fruto producido por la presencia del Espíritu en el fundador. Son muchas las obras realizadas por él, bastantes iniciativas empezadas gracias a su impulso y muchos los planes que ha ido trazando para el futuro, de todo lo cual sus hijos espirituales se esfuerzan por llevar a buen término. Sobre todo, incalculables son las gracias que su corazón de padre obtiene para un sinnúmero de almas.
Al igual que un árbol frondoso podría volverse reconocido hacia el brote del que nació, esta obra de los Heraldos se inclina reverente ante su propia causa, tomada de emocionada gratitud. Quiere ella agradecer a la Santísima Virgen los 80 años de impecable fidelidad de Mons. João en su servicio a Dios, a la Iglesia y a los hombres, así como por su testimonio íntegro e ininterrumpido de virtud, que lo convierten en ejemplo y sustentáculo para todos los que han recibido la gracia de tenerlo como padre.
1 ALBA CERECEDA, SJ, José María. Un documento histórico del Papa. In: Ave María. Barcelona. N.º 486 (Febrero, 1985); p. 22.
2 GILMONT, Jean-François. Paternité et médiation du fondateur d’ordre. In: Revue d’ascétique et de mystique. Toulouse. Tomo XL. N.º 160 (1964); p. 416.