Por las sendas del “África en miniatura”

Publicado el 01/23/2015

Por sus mil gestos de afecto, de bienquerencia y fraternal amistad, pero sobre todo por la ardiente devoción a la Virgen Santísima que allí encontramos, el pueblo camerunés conquistó nuestros
corazones.

 


 

Situado en el litoral oeste del África Central, a Camerún se le conoce como el “África en miniatura”, en virtud de su notable diversidad geológica y cultural. Playas, desiertos, montañas, selvas y sabanas cubren un territorio de casi 500.000 km2. Su población de 22 millones de habitantes representa más de 200 grupos étnicos.

 

En 1890 llegaron los primeros misioneros, los religiosos palotinos, y en la actualidad el país cuenta con 4,25 millones de católicos.

 

Camerún es considerado un oasis de paz rodeado de turbulencias, pues sus fronteras limitan con varias naciones envueltas en guerras, violencias y enfermedades. Paul Ede Ekpe, corresponsal y cooperador de los Heraldos en ese país, atribuye dicha estabilidad al hecho de haber sido consagrado a la Santísima Virgen desde los comienzos de su evangelización.

 

Fruto del trabajo de dos cooperadores

 

Nanga Eboko – Paul Epke, cooperador camerunés de los Heraldos, quiso que la imagen peregrina visitase su
ciudad natal antes de recorrer las aldeas de la diócesis de Mamfe. Centenares de personas, entre ellas miembros del
Apostolado del Oratorio, la esperaron a tres kilómetros del municipio y la llevaron en alegre procesión hasta la iglesia.

La manera como empezó el apostolado de los Heraldos del Evangelio en Camerún muestra cómo a veces el Espíritu Santo se sirve de pequeñas circunstancias para llevar a cabo sus planes.

 

Hace catorce años un camerunés, profesor de alemán, Jean Isidore Nkoto Eba, envió a la asociación una carta solicitando una remesa de algunas publicaciones. Después de otros muchos contactos epistolares se hizo coordinador de grupos del Apostolado del Oratorio de los Heraldos en la región donde vive, en las proximidades de la capital, Yaundé.

 

Entonces monseñor João Scognamiglio Clá Dias le propuso que ingresara en las filas de la institución como cooperador y le invitó a que visitara la casa madre en São Paulo, Brasil, a fin de que recibiera la correspondiente capa distintiva. Jean Isidore aceptó la propuesta, pero por diversas razones no pudo realizar el viaje. Así pues, le fue remitida la capa por correo, la cual recibió con demostraciones de alegría y gratitud.

 

Poco tiempo después entró en contacto con Paul Ekpe, un nigeria no que reside en Camerún, quien también se hizo cooperador de los Heraldos. Los dos, que actuaban en conjunto, difundían las publicaciones de la asociación, formaban y orientaban sucesivos grupos del Apostolado del Oratorio. Y ahora, después de catorce años de actividades evangelizadoras, llegó allí la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María, portada por tres misioneros heraldos —dos canadienses y uno de la India— para hacerles una maternal visita a sus hijos cameruneses.

 

¡Por fin, había llegado!

 

Fotabong – Dificultades enfrentadas durante el viaje hicieron que la imagen llegase al poblado cerca de media
noche. Pero lo tarde de la hora no disminuyó el entusiasmo de los casi 300 fieles que la esperaban desde las 16 h y
la recibieron a la manera africana: con bailes y tambores.

Un lamentable imprevisto nos aguardaba al desembarcar en el aeropuerto de Yaundé, el pasado 1 de octubre: a causa de un fallo de la compañía aérea, la imagen peregrina ¡no había llegado!

 

Nos estaban esperando el padre Samuel Tabeson —sacerdote de la diócesis de Mamfe, donde sería realizada la misión mariana—, Paul Ekpe y una delegación de diez parroquianos que habían ido para darnos la bienvenida. A pesar de la decepción por tremendo extravío, manifestaron la alegría de recibir a los tres misioneros con canciones y bailes, ¡a medianoche, en pleno aeropuerto!

 

Sin embargo, nos encontrábamos en una embarazosa situación: había sido programada la visita a la parroquia de Nanga Eboko, donde reside el cooperador Jean Isidore, para el día 3; ahora bien, según los cálculos de los responsables, no existía ninguna posibilidad de que la imagen de la Virgen llegara antes del día 4. El párroco y los feligreses, con enorme tristeza, recibieron la noticia de que iríamos a hacer la visita, sí, pero no acompañados por ella.

 

La Divina Providencia, no obstante, nunca abandona a los que piden con fe. La noche del 2 de octubre, a las 22 h, el P. Tabeson recibió una llamada del aeropuerto comunicándole que la imagen ¡había llegado! Dando gracias a Dios, fuimos de inmediato en busca de nuestra celestial acompañante.

 

Imagínese, querido lector, la agradable sorpresa que se llevaron los fieles al día siguiente cuando nos vieron en los alrededores de su aldea con la sagrada imagen. Tan grande fue que estalló en expresiones de júbilo y entusiasmo casi incontrolables. Enseguida se formó una procesión que recorrió cerca de tres kilómetros, con canciones y bailes. En la iglesia, tras haber rezado con muchísimo fervor el Rosario, todos pudieron contemplar de cerca la maternal fisonomía de María y presentarle sus peticiones individualmente.

 

Así fue la primera jornada misionera de los Heraldos del Evangelio en Camerún. Y ya desde el principio nos quedamos muy conmovidos con las incontables manifestaciones de fe y piedad que pudimos presenciar.

 

La diócesis más reciente de Camerún

 

La siguiente etapa de nuestro viaje era la misión organizada en Mamfe por nuestro cooperador Paul Ekpe y por el P. Tabeson.

 

Liceo San Juan – Alumnos y alumnas del Instituto San Juan, en Nchang, rezaron el Rosario ante la imagen

peregrina y la acompañaron con canciones y oraciones en el recorrido por las instalaciones de ese centro de

enseñanza secundaria, uno de los más reputados de Camerún.

Erigida en 1999, Mamfe es la diócesis más reciente de Camerún. Su territorio abarca una gran región del sudoeste del país, la mayor parte de la cual está cubierta por las selvas del África Ecuatorial. El primer obispo, Mons. Francis Teke Lysinge, enfrentó grandes dificultades, como la de andar cinco horas o más por caminos de tierra para llegar hasta algún pueblo. Por falta de carreteras pavimentadas, la comunicación con las localidades del interior se ve limitada durante las épocas de lluvia, es decir, seis meses del año. Y el obispo tiene que pasar por Nigeria para visitar algunas parroquias.

 

A pesar de todos esos obstáculos, la diócesis de Mamfe cuenta actualmente con 34.000 fieles, en una población de casi 250.000 habitantes. Está dividida en 21 parroquias, cada una con varias comunidades.

 

La visita de la imagen peregrina fue prepara con gran esmero. Alentadas por una carta pastoral del prelado, todas las parroquias se dispusieron a recibirla de la mejor manera posible. En la ciudad de Mamfe se veían carteles anunciadores del evento. Numerosas personas recorrían las calles con la imagen de la celestial visitante impresa en sus camisetas o en pañuelos.

 

Entusiasmadas oraciones en medio de la noche

 

“Mejor tres horas demasiado pronto que un minuto demasiado tarde”.1 Esta conocida frase de Shakespeare no influencia para nada la vida cotidiana de los cameruneses, los cuales se dejan llevar más por un dicho popular: “El africano no espera la hora, ésta es la que espera al africano”.

 

Gran novedad para nosotros —canadienses muy propensos a la puntualidad— era ese concepto del african time. De él tuvimos la primera experiencia en la visita a la parroquia de San Juan Evangelista, de Fotabong. La llegada estaba prevista para las 16 h. Sin embargo, sucedió que algunos tramos del camino de tierra eran casi intransitables a causa del barro. Además, nos perdimos en el trayecto… Para resumir, llegamos a las 23 h, tras inolvidables aventuras. Pues bien, a esas horas de la noche encontramos a un grupo de unas 300 personas que nos estaban esperando llenas de entusiasmo. Al son de los tambores y a la luz de las velas, cantaban y bailaban, luciendo coloridos pompones, mientras sonaban las campanas. Allí estaban tres sacerdotes que nos acogieron con fraternal bienquerencia.

 

Fontem – La fe y la confianza de la tribu Bangwa obtuvieron como recompensa la creación del Hospital
María, Salud de África (a la izquierda) y del Colegio Sede de la Sabiduría (derecha). La imagen fue recibida
calurosamente en ambas instituciones.

Pero otra reconfortante sorpresa nos aguardaba. Sin la mínima manifestación de queja a respecto del atraso, los valientes parroquianos empezaron, con gran pompa, el programa de recepción de la imagen peregrina: discursos de bienvenida y agradecimientos, seguidos de una procesión hasta la iglesia, rezando el Rosario en conjunto, un tiempo para oraciones individuales ante la imagen y, finalmente, la solemne celebración de la Santa Misa, con cortejos, incienso, canciones de una afinada coral. Resultado: el reloj marcaba las dos y media de la madrugada cuando se clausuró la ceremonia litúrgica.

 

Muy equivocado estaría el lector si piensa que después de ese maratón nocturno todos se entregaron a un prolongado descanso. En la Misa dominical de las 9 h, el templo parroquial estaba abarrotado. Más admirable todavía: varios asistentes, según nos contó el padre Reginaldo Owuuzi, eran de comunidades que distaban de la iglesia matriz a más de dos horas de camino a pie. Por lo tanto, se habían marchado de la iglesia a las 2:30 h y no dudaron en regresar, andando más de cuatro horas, para estar de nuevo a los pies de la Reina de los Ángeles y de los hombres en la Misa de la mañana.

 

Calurosa acogida en el poblado de Fontem

 

Cada día llevábamos la imagen a una parroquia. Generalmente, era recibida por la población a la entrada de la aldea, donde en una sencilla ceremonia el líder local la coronaba y hacía varias peticiones a la Virgen Santísima en nombre de todos. A continuación nos dirigíamos en procesión hasta la iglesia, siempre con canciones y bailes; rezábamos juntos un Rosario y el acto de consagración de la parroquia a María; y, después de unos momentos de oración individual, empezaba la Santa Misa.

 

Con pequeñas variaciones en el programa, según las peculiaridades locales, llegamos a visitar 13 parroquias, 146 hogares y 9 instituciones.

 

Una visita especialmente emocionante fue la realizada a la comunidad de Fontem, en una región rural muy pobre. Nos contó su historia un médico del Movimiento de los Focolares, el Dr. Alexander Maldonado, que vive allí desde hace catorce años.

 

La tribu Bangwa, que había sido bastante numerosa, venía siendo diezmada por enfermedades. Más del 90% de los niños morían en el primer año de vida. Impotentes frente a tan terrible mal, esos africanos, con los pocos cristianos que había entre ellos, se preguntaban: “¿Por qué Dios nos ha abandonado?”. Y concluían: “Es porque no rezamos”. Entonces decidieron de mutuo acuerdo: “Recemos durante un año, tal vez Dios se acordará de nosotros”. Y oraron día tras día todo el año, pero al final nada había cambiado.

 

Sin desanimarse, los cristianos dijeron al pueblo: “Dios no nos escuchó porque no rezamos lo suficiente. ¡Recemos un año más!”. Y doce meses más de súplica… sin éxito. Luego llegaron a una triste conclusión: “Somos demasiado malos; nuestras oraciones no valen delante de Dios”. Pero alguien propuso: “Hagamos una colecta, una recaudación de dinero, y mandémosla al obispo para que haga rezar a una tribu más digna que la nuestra”.

 

Conmovido, el obispo se interesó por el caso y les hizo una visita, prometiéndoles un hospital. Transcurridos tres años, llegaron algunos médicos focolarinos y, en 1966, se puso la primera piedra del hospital. El pueblo de Bangwa vio en esto la respuesta de Dios a sus súplicas.

 

El Movimiento de los Focolares evangelizó la región de Fontem, hasta entonces abandonada, fundó un hospital —María, Salud de África— y un colegio dedicado a la Sede de la Sabiduría.

 

En ese lugar, la acogida a la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María fue de las más calurosas.

 

Dificultades que hacen aumentar el fervor

 

Es imposible narrar en el corto espacio de un artículo todas las manifestaciones de fe y piedad del pueblo camerunés, por no hablar de las incontables vicisitudes con las que nos topamos cada dos por tres.

 

Por ejemplo, en la parroquia de Ekok, cerca de la frontera con Nigeria, nuestro coche se atascó en un camino embarrado. El jefe de policía nos mandó un vehículo para auxiliarnos, pero éste también se atascó. Sólo después de mucho esfuerzo, consiguiendo ayuda de todas partes, logramos llegar a la iglesia. Al parecer, en Camerún las dificultades aumentan el fervor, porque la procesión de velas celebrada a continuación fue especialmente esplendorosa.

 

Finalmente, llegamos a nuestro destino: Mamfe. El obispo diocesano, Mons. Andrew Nkea Fuanya, se encontraba en Roma, pero su secretario, el padre Peter Paul Ibeagha, y el obispo emérito, Mons. Francis Teke Lysinge, nos recibieron con las mayores muestras de bienquerencia y nos hospedaron en la residencia episcopal.

 

También en las parroquias, comunidades y otras instituciones de esa ciudad, no podía haber sido mejor la recepción a la celestial visitante, acogida en todos los sitios con manifestaciones de devoción y de filial cariño.

 

Especialmente conmovedoras fueron las visitas a los colegios. Los niños de ese lejano rincón africano no tienen teléfono móvil, pocas veces ven la televisión y muy raramente acceden a internet. Esto los ayuda a mantenerse muy inocentes y preservados. Enseguida traban amistad con quien los trata con bondad. Como hay pocos extranjeros en esa región, sobre todo en Mamfe, miraban curiosos a los misioneros y se acercaban a ellos con mucha candidez. Algunos niños incluso cantaban con simpatía una estrofa que más o menos se traduce así: “¡Blanco, blanco, desde que mi madre me dio a luz, nunca he visto un blanco!”.

 

Conversando con los misioneros y conociendo la labor realizada por ellos, muchos jóvenes manifestaron el deseo de ser un día Heraldos del Evangelio. Los adultos nos preguntaban con frecuencia sobre la posibilidad de instituir una comunidad en Mamfe. Siguiendo una pintoresca tradición lugareña, una mujer nos ofreció un coco para que lo plantáramos frente a la catedral, a la espera de que en el futuro nuevos misioneros heraldos vayan a recoger sus frutos.

 

¡Siempre quedará grabado en nuestros corazones!

 

Pocos días después de nuestra llegada, Mons. Nkea Fuanya volvió de Roma, a tiempo para celebrar la Misa de clausura de la misión, en la catedral. En esa ocasión dirigió unas palabras de agradecimiento a la asociación Heraldos del Evangelio y nos obsequió con algunos trajes tradicionales de la región. Por la noche fuimos agradablemente sorprendidos con una sesión cultural, que constaba de piezas musicales y bailes, ofrecida por representantes de diversas tribus. Una cena con platos típicos cerraba el evento. Realmente nos sentimos parte de la gran familia de la comunidad cristiana de Mamfe.

 

Por sus trajes multicolores, sus canciones sencillas y piadosas, sus bailes alegres y pintorescos, sus mil gestos de afecto, de bienquerencia y fraternal amistad, por la candidez y sencillez de su modo de ser, pero sobre todo por su fe viva y ardiente devoción a la Virgen Santísima, por todo ello el pueblo camerunés nos encantó sobremanera.

 

Y cuando, por fin, después de emocionantes despedidas, subimos al avión para el viaje de regreso, nos faltaban las palabras para expresar lo que teníamos en el corazón. Presenciamos algo conocido por poca gente en el mundo occidental, algo que nos tocó profundamente, pero que aún no sabemos explicitar. Quizá pudiera ser formulado de la siguiente manera: “Excelente misión ésta, en la que los felices misioneros recibieron tanto como dieron. En cierto sentido, tal vez un poco más…”.

 

Con tales sentimientos, esperamos, ansiosos, la próxima misión en
África. ?

 

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“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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