Puertas de la Tierra, y la Puerta del Cielo

Publicado el 11/19/2019

Puertas… las hay de múltiples formas y de distintas calidades, y siempre representan una conexión entre diferentes ambientes. Pero ¿existirá alguna por la que se entre en el Cielo?

 


 

Protegen las casas, dan seguridad y, a la vez, adornan su entorno; en ocasiones cuando las abrimos nos llevamos la agradable sorpresa de la visita de un amigo.

 

Estamos hablando, naturalmente, de las puertas.

 

Pórtico de la Catedral de Colonia (Alemania)

La variedad de ellas es casi infinita: desde diminutos portillos que permiten una mirada desconfiada tras una robusta estructura, hasta majestuosos portones de lujosos palacios por los que pasan regias comitivas.

 

Hay puertas rústicas construidas con una sencillez única y otras de fina madera labradas artísticamente.

 

Algunas de las que se encuentran cerradas nos sugieren imaginar secretos cuidadosamente ocultos detrás de ellas: tal vez conversaciones para concluir importantes negocios, o confidencias susurradas al oído, quizá solemnes reuniones de personajes que pueden cambiar el rumbo de la Historia… ¿Qué grave misterio no esconderá, por ejemplo, la puerta de la Capilla Sixtina cuando se clausura para la celebración de un Cónclave: quién será el próximo sucesor de San Pedro? Aunque, sea cual sea su forma, tamaño o decoración, su función es invariablemente la misma: ser un elemento de comunicación entre ambientes diversos. Cuando uno sale de casa para ir a trabajar, pasando del confort doméstico a las vicisitudes de los quehaceres cotidianos, cruza una puerta. Y si dejamos el entorno ruidoso de una calle para recogernos dentro de un templo, también atravesamos una puerta.

 

El arte sacro ha creado iglesias de múltiples y distintas formas. Algunas con la simplicidad del románico o del arte visigodo y otras ornamentadas con la característica superabundancia del barroco; pero las puertas de todas ellas tienen algo en común que invita suavemente al transeúnte a penetrar en sus adentros.

 

Son su tarjeta de presentación.

 

La puerta principal de una iglesia, generalmente, da acceso a una especie de vestíbulo; franqueado éste se entra en el recinto del templo propiamente dicho. Esta transición entre la calle y el interior del recinto sagrado es muy conveniente, ya que ese espacio intermedio actúa de preámbulo y ayuda a que el alma se adapte a una nueva perspectiva, la de la oración.

 

* * *

 

Para la piedad católica, tan rica en simbolismos, también existe una puerta por la cual se pasa de la vida terrena a la celestial. Es bellísima y valiosísima, inigualable, hecha toda ella de oro, y nos está invitando constantemente a entrar en el Cielo.

 

Afirma San Juan de Ávila: “Si veis una puerta tan linda, bien edificada, muy rica, decís: ‘¡Oh santo Dios, qué rica puerta! ¡Qué tal debe ser la casa que tal puerta tiene!' Luego os da ganas de entrar a ver la casa. Puerta es del Cielo esta niña [María]. Si a la gloria habéis de ir, por esta puerta habéis de entrar”. 1

 

Y San Antonio María Claret añade: “Cuando la Iglesia dice que esta Reina incomparable es la puerta del Cielo y la ventana del Paraíso, nos enseña con esas palabras que todos los elegidos, justos o pecadores, entran en la mansión de la gloria por su mediación; con esta sola diferencia, que los justos entran por Ella como por la puerta de llano, pero los pecadores [arrepentidos] por la ventana, que es María; por la escalera, que es María. Por tanto, amigo mío, en María, después de Jesús, hemos de poner toda nuestra confianza y esperanza de nuestra eterna salvación”.2 ²

 

1 San Juan de Ávila . Obras Completas. Madrid: BAC, 1953, t. II, p. 980

2 San Antonio Mar Ía Claret . Escritos Autobiográficos y Espirituales. Madrid: BAC, 1985, p. 771

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