Reina y Madre de la esperanza

Publicado el 05/08/2017

Nadie puede negar que vivimos en tiempos difíciles: hay crisis por todas partes y en todos los lugares, y el futuro se nos presenta lleno de sombras e incógnitas. El enemigo de nuestra salvación quiere acabar con la esperanza de la humanidad, sobre todo entre los jóvenes y adolescentes, porque sabe que “la juventud no ha sido hecha para el placer, ha sido hecha para el heroísmo”. 1 Por eso les ofrece sólo la fruición de las cosas pasajeras y quiere quitarles la expectativa de los horizontes grandiosos a los que deben aspirar, ya que todo parece que se encamina hacia lo contrario.

 

En materia de virtud, no obstante, el heroísmo “no es una obligación exclusiva de los jóvenes, sino de todos los hombres, sin excepción”,2 enseña Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. En los días en que vivimos, la virtud de la esperanza ha de estar muy viva y operante en nuestras almas, dándonos la certeza de que en determinado momento Dios intervendrá.

 

A menudo, nos parece que la espera se retrasa mucho y tendemos a desanimarnos… Nunca debemos olvidarnos, empero, de lo que el Señor afirmó en el Evangelio: “tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33); ni de las palabras del Apóstol, que dice tajantemente: “Pues hemos sido salvados en esperanza” (Rom 8, 24).

 

A pesar de ello, por vivir en una sociedad tan apartada de Dios, mucha gente, incluso los católicos practicantes, desconocen el sentido auténtico de la palabra esperanza. ¿Cuál es su verdadero significado?

 

Esperanza natural y esperanza sobrenatural

 

En un lenguaje coloquial, tener esperanza significa ver como posible la realización de lo que se desea, es confiar que algo bueno vendrá sobre nosotros.

 

El ser humano siempre está en busca de algo que le traiga satisfacción y felicidad. Confía en recuperarse de alguna enfermedad, en que reconozcan el valor de su trabajo o en obtener la amistad de una persona a la que admira mucho. Espera, en suma, conseguir algún bien para esta vida. Y cuanto mayor sean los obstáculos que debe superar para ello, se puede decir con más propiedad que lo espera.

 

Las cosas que están fácilmente a nuestro alcance no despiertan en nosotros un anhelo tan profundo. En circunstancias normales, por ejemplo, esperar en la mesa la llegada de la comida o confiar que nuestra cama continuará en su sitio por la noche para proporcionarnos el sueño habitual no requiere ningún esfuerzo de nuestra parte.

 

No obstante, la curación de una complicada enfermedad, la obtención de un buen empleo en tiempos de crisis o la consolidación de una amistad importante puede llevarnos a esperar en estos bienes terrenos.

 

La virtud sobrenatural de la esperanza, sin embargo, es muchísimo superior a esa esperanza natural que acabamos de describir. Forma parte de las tres virtudes teologales infundidas por Dios en el alma de los hombres en el Bautismo, “para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna”.3 De la misma forma que por la fe creemos en Dios y en todo lo que Él nos reveló, y por la caridad lo amamos sobre todas las cosas, por medio de la esperanza “confiamos con plena certeza alcanzar la vida eterna y los medios necesarios para llegar a ella apoyados en el auxilio omnipotente de Dios”.4

 

Hemos sido llamados a la salvación eterna

 

La virtud de la esperanza tiene, por tanto, un papel importantísimo en nuestra santificación.

 

Nos despega de los bienes terrenos, cuya insuficiencia y transitoriedad pone de relieve, y de este modo nos une más a Dios. Da también mayor eficacia a nuestras oraciones, porque “el Señor hace los milagros en favor de aquellos que confían en Él”.5 Pero, sobre todo, nos da la energía y el coraje necesarios para caminar en este valle de lágrimas, ya que “nos hace poseedores, por anticipación, de las maravillas inimaginables que recibiremos en plenitud al final del estado de prueba”.6

 

“Dios nos predestinó a la salvación desde toda la eternidad y, antes incluso de ser creados, ya había determinado el camino de santificación de cada uno, gozando anticipadamente el momento en que naceríamos y comenzaríamos a recorrerlo. Alimentando nuestra esperanza en medio de los dolores de la vida, actúa con nosotros como alguien que, habiéndonos construido un palacio en un lugar de difícil acceso, nos conduce hacia éste por un camino en medio de una selva, llena de espinos y pantanos propios para causar aprensión. Y ansía por llevarnos cuanto antes hasta un claro desde donde pueda mostrar, a distancia, el edificio, a fin de animarnos a continuar el camino”.7

 

Así, la esperanza se muestra como una virtud grandiosa que nos trae numerosos beneficios, como un áncora de salvación, un instrumento que nos conducirá a perseverar y progresar en el camino de la perfección, para alcanzar la verdadera felicidad en la vida eterna.

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->