Santa María Magdalena tenía tal, tal amor a Nuestro Señor Jesucristo, un amor tan exclusivo, que existe aquél episodio famoso del Evangelio en el cual Nuestro Señor fue a visitar a Santa María de Magdalena, a Santa Marta y a San Lázaro. Santa Marta estaba ordenando todo dentro de la casa para recibir bien a Nuestro Señor; estaba colocando esto aquí, haciendo limpieza allá, haciendo no sé qué otras cosas, y Santa María Magdalena la dejó completamente abandonada con los quehaceres de la casa y se quedó, encantada, con Nuestro Señor.
Hasta que, en determinado momento, Santa Marta pasa al lado de Santa María Magdalena y le dice: – ¿Cómo? ¿Y todos los quehaceres? ¿No me vienes a ayudar a poner todo en orden?
Nuestro Señor es quien responde por Santa María Magdalena, porque ella se quedó sin respuesta, y Él le dice: – Marta, María escogió la mejor parte.
Todos tenemos trabajos para hacer. Pero, presten atención: Nuestro Señor no dijo que la otra parte era despreciable. Él no dijo: “Marta, estás haciendo un servicio inútil y María está haciendo lo que debe hacer”. Nuestro Señor es muy justo en su palabra, Él dijo: “María escogió la mejor parte”.
Por lo tanto, María dejó de lado la parte que no era la mejor. Pero lo ideal sería que Marta, haciendo lo que no era lo mejor, porque era necesario, hubiese escogido la mejor parte. Y lo ideal sería que María, haciendo lo que estaba haciendo, no rechazase la mejor parte. Las dos cosas.
Porque cuando Nuestro Señor dijo: “María escogió la mejor parte”, Él le hizo una censura a ambas: “Marta, deberías hacer lo que estás haciendo, aunque poniendo atención a la mejor parte. María, deberías estar prestando atención a la mejor parte, y hacer lo que Marta hace”.
Por lo tanto, cada uno de nosotros debe hacer el servicio de Marta con el espíritu de María.1
(http://santossegundojoaocladias.blogspot.com.co/2016/07/ – Extraído de una conferencia del 24.10.1997. Lenguaje oral, sin revisión del autor.)