El 30 de abril se repitió una vez más en Nápoles, Italia, el así llamado milagro de la primavera: el sábado precedente al primer domingo de mayo, la sangre coagulada de San Genaro, mártir del año 305 y obispo de Benevento, contenida en una bonita ampolla-relicario, se licúa a la vista de los fieles.
Según la tradición, el prodigio ocurrió por primera vez en tiempo de Constantino I, y la primera noticia documentada se remonta al año 1389. El mismo milagro sucede también anualmente el 19 de septiembre, fiesta litúrgica de San Genaro, y el 16 de diciembre.