El Tiempo de Adviento es un período litúrgico de la Iglesia. Es el tiempo destinado para la preparación de la celebración de la Navidad de Nuestro Señor y Redentor.
Adviento viene del latín "ad-venio", que quiere decir "venir, llegar". Comienza con el domingo más próximo de la fiesta de San Andrés (30 de noviembre) y dura cuatro semanas.
Este tiempo litúrgico tiene su inicio cuatro domingos antes del 25 de diciembre. Él marca el inicio del nuevo Año Litúrgico católico.
En este año 2019, el Adviento comienza el domingo, 1 de diciembre.
División
El Tiempo de Adviento está dividido en dos partes:
Las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida del Señor cuando ocurra el fin del mundo; las dos semanas siguientes sirven para reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y su llegada en la historia de la humanidad con la llegada de la Santa Navidad.
Preparación, Espera, Deseo
En las iglesias y las casas de familias católicas son colocadas las coronas del Adviento siendo encendida una vela cada domingo.
El color litúrgico usado en los paramentos del sacerdote y las toallas del altar son púrpuras que desean expresar así, simbólicamente, la preparación y la penitencia.
Excepcionalmente, el tercer domingo, llamado de Domingo Gaudete, o de la alegría, el color que se usa es el color rosa.
Dentro de la liturgia del Adviento, para tornar más sensible esta doble preparación de espera, durante el Adviento, son suprimidos algunos elementos festivos. Por ejemplo, no se canta y no es proclamado el himno de Gloria.
Con esos actos simbólicos la Iglesia busca mostrar que, mientras dura la peregrinación del hombre, le falta algo para su gozo completo.
Cuando Nuestro Señor y Redentor esté presente en medio de su pueblo, la Iglesia habrá llegado a su fiesta completa, representada por la Solemnidad de la Navidad.
Actitudes de católicos
Muchos católicos saben de la existencia dentro de la Iglesia del período de Tiempo de Adviento; sin embargo, las preocupaciones en el trabajo, las pruebas en las escuelas, los ensayos con el coro o teatro de Navidad, el arreglo del pesebre y la compra de los regalos hacen que muchos se olviden del verdadero sentido de este tiempo.
Por eso, es necesario recordar que la principal preparación en este Tiempo debe ser en el interior de cada uno, con la preparación y en la espera de la venida del Niño Jesús.
En el tiempo de Adviento, la Iglesia hace un apelo, una invitación a los cristianos para que vivan de manera más profunda algunas prácticas específicas de piedad, tales como: la vigilancia en la fe, la práctica de la oración, la búsqueda del reconocimiento de Cristo presente en los acontecimientos y los hermanos; la conversión, buscando acertar y concertar la vida trillando los caminos del Señor, siguiendo, por tanto a Jesús en dirección al Reino del Padre.
El Adviento nos recuerda e invita a practicar el testimonio de la alegría que Jesús trae; la caridad paciente y cariñosa para con los otros; la alegría, en la feliz expectativa del Cristo que viene y en la invencible certeza de que Él no fallará.
En el Adviento es la hora de vivir una pobreza interior con la disposición de tener un corazón disponible para Dios, como tuvieron María, José, Juan Bautista, Zacarías, Isabel. (JSG)