Reina y Madre de misericordia

Publicado el 08/22/2017

Las primeras palabras de la Salve inspiran a la persona que las recita la plena confianza de que será atendida, a pesar de sus miserias. 


Me pidieron hacer un comentario de la Salve. Debido al poco tiempo del que dispongo, voy a comentar apenas las primeras palabras de esa bella oración: “Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia…” 

Una Reina que lo tiene todo y lo puede todo 

María, Sede la Sabiduría (archivo particular)

En latín, Salve es un saludo, y así pasó para el portugués. Los latinos acostumbraban a decir salve como saludo, sin ningún nexo y sentido con la idea de la salvación: “salvadme”. No es eso, es un mero saludo. Es decir, “Dios te saluda”. 

Ahora viene otro punto: “…Reina y Madre, Madre de misericordia. 

Aquí vemos una armonía muy bonita. El autor de la oración coloca antes que todo el título de Ella de Reina. ¿Nuestra Señora es Reina? Evidentemente lo es, pues es la Madre del Rey, y de un Rey que hace todo lo que Ella desea.

María Santísima es llamada la Omnipotencia Suplicante. Ella es, de por sí, una criatura humana como nosotros, pero la súplica hecha por Ella es omnipotente, porque puede todo delante de Dios.

Así mismo, en cuanto suplicante, María es Reina, porque aquella que lo puede todo es Reina. Viene, entonces, enseguida, una idea puesta al alcance del fiel: aquella a quien él se va a dirigir es una reina: luego, Ella lo tiene y lo puede todo.

La reina y el rey son de una riqueza enorme. Normalmente son las personas más ricas del reino, porque disponen de la mayor suma de poderes, de honores y de riquezas de toda clase. Ella es la Reina, es decir, Ella nos puede dar todo cuanto le pidamos.

Además, Dios, que es su Hijo, concede todo cuanto su Madre insondablemente perfecta le pide. El resultado es que, cuando le pedimos alguna cosa a Ella, tenemos la certeza de que nos la puede dar, porque Ella la tiene. Eso nos lleva a llenar de confianza nuestro pedido.

No hay un cariño como el materno

Y prosigue: “Madre de misericordia.”

“Madre” ya trae consigo la idea de misericordia, porque el más misericordioso y compasivo de los entes – en una época en la que la institución de la familia funcione normalmente –, es la madre. El padre puede ser incluso muy bueno y su afecto es indispensable para completar la educación del hijo. Pero el cariño está con la madre.

Me acuerdo de haber asistido, cierta vez, a una escena minúscula en casa, entre mi padre y mi madre.

Yo tenía la costumbre, en aquel tiempo, de salir inmediatamente después del almuerzo a mi oficina de abogacía. Mi madre me acompañaba hasta la puerta del elevador, al lado del cual hay unas escaleras. A veces yo estaba con mucha prisa y me impacientaba con la lentitud del elevador, y bajaba las escaleras a toda prisa. Me acuerdo de que, mientras bajaba, oía a mi madre decir: “Filhão, cuidado con andar a las carreras.” Era una última señal de cariño.1

Pero un día bajé muy precipitadamente y me olvidé de un objeto en casa. Cuando llegué a la calle, sentí la falta del objeto y regresé a cogerlo. Pasé al lado de una pequeña sala de estar, donde ella y mi padre tenían la costumbre de quedarse durante el día. Estaban conversando, seguros de que yo me había ido.

Mi padre estaba sentado en una poltrona y mi madre, de pie a su lado, decía:

– João Paulo, para la cena de hoy mandé a hacer tal plato. ¿Crees que Plinio quedará satisfecho o sería mejor preparar otra cosa?

No paré a ver, pero tuve la impresión de que mi padre tenía muchas ganas de hacer una siesta, y respondió negligentemente que estaba bien.

No satisfecha con la respuesta, ella añadió:

– No, pero quién sabe si sería mejor que yo haga de tal otra forma. – También está bien – respondió él.

Como él quería dormir y ella seguía insistiendo, él dijo: – Se nota que la madre es la madre. Si fuese conmigo, yo diría: “Joven, aquí tienes para cenar tal cosa, si no quieres, ve a cenar a un restaurante.”

Ahora bien, mi madre quería justamente evitar que yo fuese al restaurante, para tener el gusto de estar y de conversar conmigo. El cariño de la madre es muy especial, es único.

Apartamento de Doña Lucilia

Una Madre toda hecha de misericordia

Sin embargo, no contento con esta idea, el autor de la Salve puso: “Madre de misericordia.” Es una Madre toda hecha de misericordia.

¿Qué quiere decir “misericordia”? Cordis, en latín, quiere decir corazón. Miseri, miserables. Por lo tanto, Ella es “toda corazón” para con los miserables. Los miserables son aquellos que no tiene de qué vivir, están en la miseria. Aunque moralmente hablando son los pecadores, que ofendieron muchas veces a Nuestra Señora y le dieron alguna razón para estar descontenta. Si esos pecadores se vuelven hacia Ella y le rezan, encontrarán en Ella a una Madre de misericordia dispuesta a atenderlos.

Por lo tanto, todo se une para inspirar la mayor de las confianzas: Ella es una Reina que lo tiene todo y lo puede todo; es la Madre de misericordia, “toda corazón”, inclusive para con los hijos más miserables.

¿Quien puede dejar de tener plena confianza en que por la bondad de Ella será atendido, cuando hace esta oración?

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1) N. del T.: En portugués: aumentativo afectuoso de hijo, utilizado por Doña Lucilia.

(Revista Dr. Plinio No. 221, agosto de 2016, pp. 18-19, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de una conferencia del 5.3.1992)

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