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La catedral de Oviedo se llenó de fieles deseosos de participar en la ceremonia
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El 9 de marzo fueron beatificados nueve seminaristas de la comunidad autónoma de Asturias, martirizados en el período comprendido entre 1934 y 1937, durante la cruenta persecución que la Iglesia Católica sufría en esa década del siglo pasado.
La ceremonia, que tuvo lugar en la catedral de Oviedo, estuvo presidida por el cardenal Ángelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y concelebrada por el cardenal Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, y Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, arzobispo de Oviedo, además de otros siete prelados y 156 sacerdotes. Entre los numerosos asistentes se encontraban 130 familiares de los mártires.
El rito de beatificación comenzó con una procesión en la que se portaban las reliquias de los nuevos beatos contenidas dentro de la Caja de la Ágatas, un relicario valiosísimo del siglo X conservado en la Cámara Santa de la catedral.
En la fecha del martirio, los seminaristas tenían entre 18 y 25 años. Los primeros seis fueron asesinados el 7 de octubre de 1934, después que los revolucionarios invadieran el seminario de la capital asturiana. Los llevaron presos por las calles y la gente empezó a gritar: “Matadlos, que son curas”, y allí mismo se liaron a tiros con ellos. Los otros tres seminaristas murieron en circunstancias similares, entre 1936 y 1937. Uno de ellos, Luis Prado García, de 21 años, murió gritando repetidas veces “¡Viva Cristo Rey!” mientras le pegaban once tiros.