Monumento a la Santísima Virgen, conocido localemente como la Gran Señora. Foto: Parroquia de San Juan Evangelista.
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El P. Sammie Maletta, Párroco de San Juan Evangelista en St. John, Indiana, Estados Unidos, es un firme convencido del valor de las imágenes religiosas de gran tamaño para la comunicación de la Buena Noticia a alejados y no creyentes. Su templo parroquial cuenta con una estatua de mármol de la Santísima Virgen en la plaza frente a la Iglesia y varias imágenes adornan los terrenos de la parroquia.
"La presencia de la Gran Señora justo afuera de los escalones de nuestra iglesia sirve como un símbolo de la asombrosa realidad de la protección de María sobre nuestra parroquia, familias y visitantes", afirmó el P. Maletta en diálogo con National Catholic Register. "Sus brazos extendidos son a la vez un recordatorio y una invitación. Nos recuerdan la gracia que fluye de ella cuando ella intercede por nosotros ante su Hijo; son una invitación porque ella nos da la bienvenida a cada uno de nosotros en su abrazo y nos envuelve en su manto de amor".
Para el párroco, la Adoración Eucarística y la devoción mariana son los dos pilares del testimonio parroquial de la fe. "Al ser alimentados por Jesús y María a través de la oración y la devoción, nosotros como comunidad somos fortalecidos en nuestro discipulado y, a su vez, podemos hacer discípulos de los demás", indicó el sacerdote. El ambiente de fe que se expresa en signos exteriores ayuda a la comunidad a avanzar en su compromiso de amor y servicio. "Como discípulos, entendemos la necesidad de ser renovados y llenos de la presencia y belleza de Dios; es solo entonces que nos transformamos y somos capaces de tocar y transformar a los demás", afirmó el párroco. Este es el motivo por el cual se motiva a los fieles a "caminar por la parroquia, rezar ante la Gran Señora, recorrer los jardines de la rectoría, visitar la Iglesia y adorar con nosotros el fin de semana".
Con información de National Catholic Register.