La vida de la Iglesia en el continente de la esperanza

Publicado el 09/05/2018

En África el catolicismo crece cada vez más, desvelando un prometedor panorama espiritual, sobre todo entre los jóvenes. Es lo que describe el P. Arão Mazive, mientras nos muestra diversos ambientes de la casa de los Heraldos en Maputo y la construcción de la nueva iglesia.

 


 

Según una reciente estadística del Vaticano, África es el continente donde el catolicismo más crece en el mundo. ¿Cómo ve esto quien está realizando su labor evangelizadora en Mozambique?

 

Realmente hay un notable crecimiento del catolicismo en África que se percibe, entre otras señales, por el gran número de bautizos realizados a lo largo del año. En Mozambique eso conlleva la necesidad de edificar con urgencia nuevas iglesias, pues en diversas comunidades muchos asisten a Misa desde las ventanas del templo, repleto de fieles en su interior. Incluso se hacen celebraciones debajo de los árboles o bajo una techumbre sin paredes. Este fenómeno ya se ha vuelto habitual para los miembros de la Iglesia católica en África. Hay otro aspecto que llama la atención: la falta de sacerdotes, pues es común y frecuente que un presbítero tenga que celebrar más de cinco Misas dominicales. Y, aun así, hay comunidades que se quedan sin Misa un mes.

 

Considerando que la fe llegó a África a partir de Europa, ¿cómo es vista desde el continente africano la descristianización de Occidente hoy?

 

Se encara con mucho pesar la descristianización del continente europeo, aunque no falten gratitud y oraciones a favor de los que trajeron la religión a buena parte del suelo africano. Pero también existe mucha cautela con relación a lo que los católicos europeos de hoy ofrecen a los africanos, porque no es raro que nos presenten la doctrina adulterada con la que justifican su decadencia moral.

 

“En la casa de los Heraldos de Mozambique, tenemos muchas

personas que vienen de lejos para asistir a la Santa Misa

por admirar la belleza del ceremonial”

Muchas leyes y costumbres del continente africano no siguen la ola general de paganización del resto del mundo. ¿Qué factor existe de preservación o resistencia interna?

 

El hecho de que África sea un continente pobre hizo que se quedara un poco al margen del proceso de “modernización” de Occidente, lo cual trajo como consecuencia una paganización creciente de la opinión pública. En la cultura africana vigoran muchos principios de la ley natural, florecidos y reflorecidos con la evangelización. Cuando las personas de países que claudicaron en la fe y en la moral vienen aquí para imponer sus desvaríos, encuentran resistencia, pues el africano sabe bien que su dignidad proviene del hecho de ser hijo de Dios, y que la mejor forma de agradar a tan bondadoso Padre es cumplir sus Mandamientos.

 

Es un hecho que en África existe un deseo de espiritualidad muy fuerte. Esto favorece la evangelización, pero puede también traer riesgos. ¿Qué desafíos existen hoy en relación con eso?

 

En lo que a creencias se refiere, en África hay tradiciones que vinculan a nuestros pueblos al pueblo elegido del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el libro del Levítico Dios ordena lo siguiente: “recibirá de la asamblea de los hijos de Israel dos machos cabríos para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto” (16, 5). Y aquí existe la tradición de ofrecer cabritos inmolados a los antepasados para aplacarlos cuando se está pasando por una situación difícil o para agradecerles algún beneficio recibido. Pero, como todo católico, el africano debería saber que lo ocurrido en el Antiguo Testamento, en materia de inmolación de animales para limpiarse de pecados, era solamente una prefigura de lo que el Señor vino a realizar con el derramamiento de su preciosísima sangre y la Redención de la humanidad.

 

¿Nos enumera los principales retos para la evangelización de la África de hoy?

 

El africano en general tiene dificultad en la práctica de la confianza. No entiende los atrasos de la Providencia en atender nuestras peticiones. Cuando hace alguna súplica y aparentemente no es atendida, tiene que esforzarse en creer que Dios es el sumo bien y la fuente de la felicidad, y que, finalmente, lo atenderá de la mejor forma posible y satisfará plenamente sus esperanzas. En las últimas décadas se observa la proliferación de sectas que se aprovechan de la carencia del pueblo para ilusionarlo con promesas engañosas llevándolos a adherir a sus errores.

 

¿Cuál es la contribución que África puede dar hoy a la Iglesia?

 

África puede contribuir positivamente para el desarrollo de la Iglesia de muchas maneras. Una de ellas es dándole hijos e hijas que la sirvan como sacerdotes, religiosos y religiosas de vida consagrada.

 

El público de Mozambique ha manifestado una comprensión muy profunda del carisma de los Heraldos del Evangelio. ¿Existe de hecho algo en el alma mozambiqueña que se sienta atraída especialmente hacia la via pulchritudinis, la evangelización por medio de la belleza?

 

Sí, hay una adhesión extraordinaria al carisma de los Heraldos del Evangelio, ya que el alma africana tiene sed insaciable por la belleza, reflejada en el gusto por los colores vivos en los trajes y adornos. El mozambiqueño es ceremonioso y formal en su modo de expresarse y proceder. Como todo africano, tiene su luz primordial en la contemplación de lo maravilloso. Por lo tanto, el mozambiqueño encuentra en la via pulchritudinis una respuesta de Dios a sus mejores aspiraciones de alma. En la casa de los Heraldos de Mozambique, tenemos muchas personas que vienen de lejos para asistir a la Santa Misa por admirar la belleza del ceremonial. Y para algunos se trata de la segunda Misa del día. Son insaciables de los bello.

 

Una de las cosas que más sorprende al visitante de Mozambique es una alegría constante del pueblo ante las situaciones más adversas. ¿Dónde se halla la causa de eso?

 

Hay algo que Dios ha puesto en el alma africana por el cual ésta considera la vida como un don de Dios. Es necesario saber superar cualquier vicisitud, pues la vida en esta tierra es tan corta que no podemos llenar el alma de amarguras y tristezas a causa de los sufrimientos. Por cierto, muchas dificultades de la vida que para otros pueblos son un signo de infortunio, para el africano no lo son. Para quien no es nativo de aquí le resulta difícil comprender ese misterio.

 

El P. Arão Otilio Gabriel Mazive, EP, nació en agosto de 1979 en la provincia de Inhambane, e hizo sus primeros estudios en Beira, provincia de Sofala. A los 18 años fue a vivir a Maputo, donde conoció a los Heraldos del Evangelio y se convirtió en miembro de la institución. En 2003 marchó a Xai-Xai y allí estuvo un año, conjugando sus estudios con el trabajo misionero. En 2004 recibió el hábito en São Paulo de las manos del fundador, Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. El 21 de abril de 2013, fue ordenado diácono por Mons. Sergio Aparecido Colombo, obispo de Bragança Paulista, y el 12 de diciembre de 2013 Mons. Benedito Beni dos Santos, obispo emérito de Lorena, lo elevó al grado de presbítero, siendo incardinado en la sociedad de vida apostólica Virgo Flos Carmeli. Actualmente es director de la casa que los Heraldos del Evangelio poseen en los alrededores de Maputo.

 

Un sinnúmero de actividades pastorales

 

La Iglesia de Mozambique, como ocurre en tantas regiones del mundo, carece de sacerdotes y misioneros para atender a toda la población. A ello se suma la dificultad inherente al país de que hay muchas comunidades dispersas y en lugares de difícil acceso, que corren el riesgo de pasar meses sin recibir los sacramentos.

 

Tal circunstancia oprime el corazón sacerdotal del P. Arão Mazive, director de la casa Pierre Toussaint, así como el de los demás sacerdotes heraldos que trabajan en Maputo o visitan la comunidad, y los lleva a redoblar esfuerzos, para multiplicar su capacidad de atención pastoral.

 

Compromiso con parroquias y santuarios

 

En la parroquia de Santa María Madre de Dios, de Khongolote, donde está situada la casa de los Heraldos de Maputo, los sacerdotes de la institución ayudan a fray Sergio Estefane, OCarm, en su trabajo pastoral. Pero también celebran Misas, con frecuencia, en otras comunidades de localización dificultosa, como la de San Antonio de Muchisso, perteneciente a la parroquia de la Sagrada Familia, de Machava, y actúan igualmente en la formación catequética de neoconvertidos al catolicismo, en su gran mayoría jóvenes de diversas procedencias y creencias religiosas.

 

En el santuario de Nuestra Señora de Fátima, de Namaacha, situado a 70 kilómetros de Maputo, es ya una tradición que los Heraldos del Evangelio ayuden en la realización del evento religioso más grande del país, que es la peregrinación nacional al santuario, el 13 de mayo y el 13 de octubre, en las fiestas de la Bienaventurada Virgen de Fátima, en las que participan miles de fieles provenientes de casi todo Mozambique y alrededores. En esas ocasiones la orquesta de metales de los Heraldos abrillanta el evento y es puesto a disposición el sistema de sonido móvil de la institución para animar la procesión de velas, a lo largo de todo el recorrido.

 

Incentivo a la devoción a la Virgen

 

Para promover la devoción a María Santísima, los Heraldos del Evangelio imparten cursos de consagración a la Virgen, según el método de San Luis María Grignion de Montfort, sea en las parroquias, sea en la capilla de su casa o a través del programa de radio Hora mariana, que llega a varias provincias del país, cursos estos que están acompañados por numerosos participantes, con frutos sorprendentes.

 

Además de esta actividad mariana, promueven el Apostolado del Oratorio. Numerosos hogares del país reciben el oratorio una vez al mes, ocasión en que la familia reza en conjunto el Rosario y otras devociones. Incluso hay oratorios peregrinando en Camerún, Sudáfrica, Ruanda y Angola, gracias al celo evangelizador de los mozambiqueños.

 

Por otra parte, los Heraldos visitan a las familias con la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima e invitan a la vecindad a tener un momento de recogimiento y de oración con la Madre de Dios. Son inmensos los beneficios recibidos del Cielo a través de esta actividad apostólica. Citemos, de paso, el reavivamiento de la fe católica en personas alejadas de la vida parroquial y el regreso a la casa paterna de quienes, hacía años, se habían desviado de la verdadera religión. Incontables propósitos de enmienda de un mal hábito, de un retorno a la frecuencia a los sacramentos, en especial el de la Reconciliación y de la Eucaristía, surgen en esas visitas. En definitiva, se observa un gran y consistente fervor espiritual tras el paso de la imagen de la Virgen por los hogares.

 

Promoción cultural y vocacional

 

Para promover un incremento cultural en el público juvenil, los Heraldos del Evangelio también visitan los centros de enseñanza, públicos y privados, donde actúan junto a la juventud tan necesitada de orientación espiritual. A través del Proyecto Futuro y Vida, labor cultural- religiosa de los Heraldos, son impartidos cursos de música y clases de formación moral y religiosa, tanto en los colegios como en las parroquias, para, a semejanza del Apóstol de las gentes, edificar “un hombre nuevo” (Ef 4, 24).

 

De tal iniciativa, no obstante, los mejores resultados los reciben los seminarios y conventos, que han recogido los más nobles frutos de este trabajo, que es el florecimiento de nuevas y auténticas vocaciones.

 

 

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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