La edición de diciembre de la revista National Geographic salió con una portada bastante diferente a lo habitual: un detalle del cuadro Madonna del Libro, de Sandro Botticelli, acompañado del título: María, la mujer más poderosa del mundo. La génesis de dicho número, explica la directora jefe de la publicación, Susan Goldberg, comenzó un año atrás, a raíz de una exposición de pinturas dedicadas a la Santísima Virgen que batió records de visitas en uno de los museos de Washington. “Eso nos dejó sorprendidos: ¿Qué ocurre con María?”, se preguntaba la periodista. “Su poderoso auxilio es invocado por todos y para todo: por los enfermos para curarse, por los jugadores de fútbol americano para pasar la pelota con éxito, por las madres, que sienten con Ella una especial afinidad, y por los conductores de camiones —decorados con imágenes de María— para que su viaje sea seguro”.

En su interior, un artículo de 30 páginas firmado por Maureen Orth refleja diversos aspectos de la devoción mariana en el mundo, y narra algunas de las principales apariciones, explicando también el procedimiento adoptado por la Iglesia para examinarlas, determinar su autenticidad y finalmente autorizar su difusión. La revista comenta el prodigioso desarrollo que ha tenido la devoción a la Madre de Dios, a pesar de ser conocida sólo por pocas referencias en el Nuevo Testamento.

A lo largo del tiempo la devoción a María ha ido adquiriendo numerosos títulos: Nuestra Señora, Santísima Madre, Virgen María, Reina de la Paz, Theotokos, Esclava del Señor… Para elaborar su trabajo, Orth recurrió a especialistas como María Enriqueta García, del International Marian Research Institute de la Universidad de Dayton. También visitó importantes santuarios, como el de Lourdes en Francia y el Nuestra Señora de Guadalupe en México.

Se explica, por ejemplo, cómo surgió el papel intercesor de la Virgen María a partir de las bodas de Caná, y agrega: “Desde entonces, ninguna mujer ha sido tan exaltada como Ella. Y como símbolo universal de amor materno, sufrimiento y sacrificio, la Virgen es, muchas veces, la piedra de toque de nuestra necesidad de sentido, un vínculo más accesible con lo sobrenatural que las enseñanzas formales de la Iglesia. Su manto ofrece seguridad y protección a la vez”.