Vivimos sumergidos en las redes sociales, y corremos el riesgo de salir de la vida real y ahogarnos en la “vida” virtual… ¿Abandonaremos la convivencia humana, la oportunidad de mirarnos y de querernos bien, para hundirnos en el mundo virtual?
No se puede negar que, como herramienta multiuso, los dispositivos denominados móviles o celulares ofrecen numerosas ventajas más allá de la simple comunicación telefónica. Los utilizamos para recibir y enviar correos electrónicos, fotos, vídeos, noticias. A través de ellos estamos interactuando con otras personas a cada momento de las formas más variadas. ¡Incluso nos sirven como linterna o despertador!
Indudables ventajas desde un punto de vista práctico las tienen, no obstante, pesadas contrapartidas; y no faltan médicos, psicólogos y hasta periodistas que nos alertan acerca de los riesgos que acarrean.
Sueño más corto y menos reparador
Un columnista del diario porteño La Nación pone de relieve, por ejemplo, cuán grande es el número de personas que se acostumbraron a dormir con el smartphone encendido, al alcance de la mano: “Hábito de adolescentes, sí, para quienes las redes sociales son ese lugar de interacción que no admite recreo ni descanso, pero también para los adultos”.1
Ahora bien, según la Dra. Stella Maris Valiensi, neuróloga del Hospital Italiano de Buenos Aires, el celular encendido durante la noche lleva consigo como primera consecuencia una reducción de las horas de sueño: “Una encuesta realizada sobre 10 000 adolescentes de entre 16 y 19 años halló que usaban dispositivos electrónicos más de cuatro horas antes de dormir, lo que en el 50% retrasaba el horario de conciliación del sueño en una hora; tenían además tres veces más posibilidades de dormir cinco horas o menos por noche”.2
La Dra. Valiensi añade otro inconveniente provocado por el hábito de dormir con el celular encendido en la mesilla de noche: el de los “microdespertares”. Éstos provocan “un sueño no reparador, fraccionado, que repercute el día siguiente en la calidad de vida, en el trabajo, entre otros aspectos, y si no se compensa días posteriores puede transformarse en algo crónico”.3
El “miedo a perderse algo”
¡Y si sólo fuera eso…! El celular penetró también en un momento del día que un articulista no duda en calificar de “sagrado”: el del despertar. Se ha esfumado infelizmente la época en que se acostumbraba hacer una breve oración al salir de la cama. Hoy, la primera preocupación de muchos al empezar la jornada es… examinar su teléfono móvil. ¡Cómo han cambiado los tiempos y las actitudes humanas!
El pequeño dispositivo se transformó en una parte importante de la vida de las personas. Ahora, comenta la articulista Martina Rua: “Cuando le damos tanto poder, esto controla nuestra experiencia en más maneras de las que nos podemos dar cuenta. Por ejemplo, impulsa el síndrome de FOMO (Fear of Missing Out) que se refiere a una angustia que se experimenta por todo lo que nos perdemos, o sentimos que nos perdemos, al no chequear las notificaciones de manera permanente”.4
¿Cómo gobernar a este singular “invitado”? ¿Cómo librarnos del estrés de vivir on line? ¿Habrá algún medio de liberarnos de esa presión anticultural del mundo moderno?
Essena O’Neill, una bloguera australiana que llegó a tener 500 000 seguidores en Instagram y 250 000 en Youtube, resolvió fácilmente su problema. Con un solo clic, borró sus imágenes y escribió: “Soy la chica que lo tuvo todo y quiero decirte que tenerlo todo en las redes sociales no significa nada en tu vida real. He dejado que se me definiera por los números y lo único que realmente me hacía sentir bien era conseguir más seguidores, más ‘me gusta’, más repercusión y visitas. Nunca era suficiente”. 5
Parecía que tenía muchos amigos en Instagram y en Youtube, pero, en realidad, llevaba una vida solitaria, incluso estando rodeada de familiares o de compañeros de trabajo. Su “amigo” era el pequeño aparato de comunicación.
Ficción hecha de elementos de lo cotidiano
Introduciéndose como una desapercibida radioactividad, “las redes sociales extienden silenciosamente una cadena que se infiltra bajo nuestra piel: imponen la obligación de estar permanentemente ahí, conectados, disponibles”, comenta otro articulista, agregando que varios filósofos y sociólogos las consideran una “coacción de la comunicación”,6 que puede llegar a transformarse en una patología.
Ocurre que plataformas como Facebook y similares “sólo reflejan una parte de la vida: la positiva”, según un estudio realizado en Dinamarca por el Happiness Research Institute. “Son un canal sin pausa de buenas noticias, un flujo constante de vidas editadas que distorsiona nuestra percepción de la realidad”, afirman sus autores. El resultado de ese estudio llevó a un articulista a la siguiente conclusión: “Menos estrés, más satisfacción personal y mejores relaciones sociales. Estos son los efectos positivos que notarían muchos si dejaran de utilizar Facebook”. 7
Y fíjense que Facebook, nacido en 2004, en la Universidad de Harvard y destinado inicialmente sólo a los estudiantes de esa institución, ya ha sobrepasado la cantidad de 2000 millones de usuarios activos.
Analizando el mismo estudio del Happiness Research Institute, comenta Diego Levis, doctor en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires: “Facebook es una ficción hecha de elementos de lo cotidiano, todo lo que está ahí es la ‘estilización’ de la vida del usuario. Es una realidad filtrada porque se resalta lo bueno, se oculta lo que avergüenza. Da la sensación de que cada uno construye allí su propio espectáculo”.8
En otros términos, el usuario, en la condición de artista de su propia personalidad o apariencia, va esculpiendo su “imagen” en la red social de modo a resaltar lo que cree más impactante. En su afán de presentar una “personalidad virtual” diferente de la real, derrapa hacia el plano de lo fantasioso, de lo quimérico, de lo ilusorio.
Nuevo significado para el adjetivo “virtual”
Hasta hace unas décadas, se entendía por real simplemente lo que existe de hecho; y virtual lo que tiene una existencia sólo potencial, en oposición a la existencia efectiva, real. En la era de la informática, el adjetivo virtual ha obtenido un nuevo significado que se manifiesta bien en la expresión realidad virtual, hoy muy en boga. He aquí cómo la define un filósofo español de nuestros días: “Sistema informático usado para crear un mundo artificial donde el usuario tiene la impresión de estar en dicho mundo, siendo capaz de navegar a través del mismo y de manipular los objetos que hay en él”.9
¿Facebook, Instagram y otras redes sociales son espacios que estimulan la comparación con los demás? A cada momento crece en sus usuarios la tendencia a compartir con los otros su propia vida. Sin embargo, en un gran porcentaje, acaban inventando una realidad no real, sino virtual. Elijen o retocan fotos para divulgarlas, resaltan aspectos de sus cualidades reales o imaginarias; en resumen, procuran ser aceptados por los otros, centrándose en sí mismos y olvidándose de todo lo que les rodea.
Un estudio realizado en la Universidad de Palermo, de Buenos Aires, constata el hecho de que la comunicación instantánea se ha convertido en una necesidad para el hombre hodierno, dando origen a la “creación de personalidades alternas a nuestra realidad social”. Y concluye que, en ese contexto, las redes “sociales nos dan la oportunidad de mejorar o empeorar nuestro yo en base a mundos artificiales creados en estos sistemas de inmersión”. 10 Los usuarios acaban elaborando una vida virtual que nada tiene que ver con su vida real.
¡Qué transformación estamos viviendo! ¿Hasta dónde llegará? ¿Abandonaremos la realidad de la vida, la convivencia humana, la oportunidad de mirarnos unos a otros, de querernos bien y nos hundiéremos en el mundo virtual? Si esto ocurriera, sería propiamente una desgracia, pues los vínculos impersonales nunca podrán sustituir una mirada, una palabra, un gesto, a una expresión fisonómica de alegría o de tristeza.
Dios y la Virgen María no permitan esa desgracia que nos transformaría en meros robots, con su “convivencia” mecánica, sin vida.
1 RÍOS, Sebastián. Adiós al sueño corrido: el celular ganó la mesita de luz. In: www. lanacion.com.ar.
2 Ídem, ibídem.
3 Ídem, ibídem.
4 RUA, Martina. El último momento sagrado en el que se coló el celular. In: www.lanacion. com.ar.
5 VELASCO, Irene Hernández. Desconectados: la nueva tribu urbana que abandona internet para abrazar la vida real. In: www.elmundo.es.
6 KUKSO, Federico. Apología de la desconexión. In: www. lanacion.com.ar.
7 MORENO, Gloria. Una semana sin Facebook quita el estrés. In: www.lavanguardia. com.
8 DE MASI, Victoria. Prueban que sin redes sociales se vive con más satisfacción. In: www. clarin.com.
9 ECHEVERRÍA, Javier. Un mundo virtual. Barcelona: Plaza & Janés, 2000, pp. 37-38.
10 VIDA REAL VS. VIDA VIRTUAL en Facebook. In: http://fido.palermo.edu/ servicios_dyc/blog/docentes/ trabajos/2230_23178.pdf.