El Episcopado de Escocia consagra solemnemente el país a María
Miles de fieles se reunieron el domingo 3 de septiembre en el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, de Carfin, cerca de Glasgow, para participar en un solemne acto de consagración de Escocia y de la Iglesia escocesa al Inmaculado Corazón de María. La ceremonia fue presidida por el arzobispo de Glasgow, Mons. Philip Tartaglia, acompañado por todos los obispos del país. Según Mons. John Keenan, obispo de Paisley, el piadoso acto fue motivado por las numerosas cartas de fieles recibidas por el Episcopado que rogaban esa consagración, relacionada muy de cerca con las peticiones hechas por Nuestra Señora de Fátima.
El Parlamento escocés dio total apoyo a la ceremonia, aprobándola en una moción en la que se afirma que dicha consagración “se insiere en la construcción de una civilización del amor, y en la lucha para crear un lugar donde todas las personas sean debidamente consideradas, donde haya espacio para los pobres, donde no sean olvidados los que se sienten solos o marginados, donde las personas se sientan libres para practicar su fe”.
Al consagrar el país a la Virgen, los fieles también entregaban: “todo lo que tenemos, todo lo que amamos, todo lo que somos”. Y añadían: “En ti depositamos nuestras mentes y nuestros corazones, nuestros cuerpos y nuestras almas. Con gusto ponemos a tu servicio nuestros hogares y nuestras familias, nuestras parroquias y escuelas. Deseamos que todo lo que está en nosotros y en nuestro entorno te pertenezca, oh María, y que pueda beneficiarse de tus maternales cuidados”.
Canadá renueva su consagración al Inmaculado Corazón de María
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Los tres cardenales canadienses, Mons. Gérald Cyprien Lacroix, ISPX, arzobispo de Quebec y primado de Canadá, Mons. Marc Ouellet, PSS, prefecto de la Congregación para los Obispos, y Mons. Thomas Christopher Collins, arzobispo de Toronto, acompañados por los 80 obispos y eparcas de ritos orientales de Canadá, renovaron solemnemente el 26 de septiembre la consagración del país al Inmaculado Corazón de María.
El evento tuvo lugar durante una solemne Celebración Eucarística en la catedral de Notre Dame, en Ottawa, convocada para conmemorar los 150 años de la fundación del país y 70 de su consagración a la Virgen, durante el Congreso Mariano de Ottawa. La Misa fue celebrada en honor de los santos mártires canadienses, cuya memoria se conmemora en el país ese día, y fue presidida por el arzobispo metropolitano, Mons. Terrence Prendergast, SJ.
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“Que la cruz de tu Hijo, plantada en suelo canadiense y en los corazones canadienses, sea conocida como el Árbol de la Vida, cuyo fruto es visible y está a disposición de todos en el jardín de este mundo”, rezaron al unísono pastores y fieles. Y añadieron: “María, Madre nuestra, colocamos nuestro país en el santuario de tu santo Corazón, porque sabemos que allí encontraremos a Jesús, que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos”.