Oh Reina y Madre de misericordia, es realmente con la liberalidad de una Reina y el amor de la más amable de las madres que dispensáis las gracias a todos los que a Vos recurren.
Hoy, pues, me ofrezco a Vos, desnudo de méritos y virtudes, y por eso insolvente para con la justicia divina.
Oh María, tienes la llave del tesoro de las divinas misericordias: acordaos de mi pobreza y no me abandonéis en tan grande penuria. Sois tan liberal para con todos, y estáis tan acostumbrada a dar más de lo que Os piden: mostrad la misma generosidad con respecto a mi.
Oh Madre de misericordia, bien lo sé, es para Vos un placer y gloria ayudar a los más miserables, y podéis ayudarlos mientras no se obstinen en el mal; pecador me confieso, pero, lejos de obstinarme, quiero mudar de vida; podréis entonces socorrerme. ¡Ah! ¡Socorredme y salvadme!
Hoy me pongo enteramente en vuestras manos: decidme lo que debo hacer para agradar a Dios, tengo la voluntad de hacerlo, y espero ejecutarlo con vuestra ayuda, oh María, mi Madre, mi luz, mi consolación, mi refugio, mi esperanza.
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