Nuestra Señora de Sión (acervo particular)
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Os agradezco, ¡oh Corazón Sapiencial e Inmaculado de María!, por haberme llamado para la excelsa condición de esclavo vuestro.
Entretanto, movido por el deseo de llevar hasta su más alta plenitud esa condición, siento los obstáculos que las infidelidades anteriores a mi vocación dejaron en esta alma mía tan misericordiosamente amada por Vos.
Entre ellos está, sobre todo, el mal hábito de dirigirme continuamente hacia asuntos banales y triviales, perdiendo en ellos la atención y el tiempo concedidos por Vos para extasiarme con lo que es noble, digno y sublime, conforme a Vos, oh Madre mía, que sois más elevada que los cielos y más sublime que todos los coros de Ángeles y Santos.
Siempre que me sienta atraído hacia las cosas banales y triviales, mandadme un rayo de vuestra luz que encienda nuevamente en mí el deseo de las cosas elevadas y celestiales.
Oh Corazón Sapiencial e Inmaculado de María, hacedme humilde, sumiso, fuerte, noble e invencible, para que yo sea un perfecto esclavo vuestro, un maravillado e imbatible Apóstol de los Últimos Tiempos. Así sea.
(Oración compuesta en 1967)