Plinio Corrêa de Oliveira
Madre mía, yo, sucumbiendo bajo el peso de la tentación, no anduve bien.
Pequé. Temo habituarme al pecado y entorpecerme en él. Por otro lado, inmensa es mi voluntad de regenerarme.
Sé que no merezco vuestra protección, pero, ya que sois la auxiliadora de todos los cristianos, no solamente de los buenos, sino incluso de los más miserables, os pido: venid y auxiliadme.
Oración compuesta el 24/5/1965