“La Piedad” – Iglesia de Santa María Mayor, Pontevedra, España
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Señor Jesús, Varón de dolores, en vuestra Alma y en vuestro Cuerpo sufristeis todo lo que es posible que un hombre sufra. Contemplo vuestro cuerpo descendido del patíbulo, vuestra humanidad como que aniquilada, y vuestra sangre infinitamente preciosa, vertida hasta la última gota a lo largo de la Pasión.
Por todos los siglos de los siglos, representaréis el dolor en el horizonte interior de nuestras almas. El dolor, con todo lo que tiene de noble, de fuerte, de grave, de dulce y de sublime. El dolor elevado del simple ámbito de las consideraciones filosóficas para el firmamento infinito de la Fe. El dolor comprendido en su significado teológico, como expiación necesaria y como medio indispensable de santificación.
Por el mérito infinito de vuestra preciosísima sangre, dad a nuestra inteligencia la claridad necesaria para comprender el papel del dolor, y a nuestra voluntad la fuerza para amarlo con toda la sinceridad de nuestras almas.
Es solamente por la comprensión del papel del dolor y del misterio de la Cruz que la humanidad podrá salvarse de la crisis tremenda en la cual se está hundiendo, y de las penas eternas que aguardan a los que hasta el último momento permanezcan cerrados a vuestra invitación para recorrer con Vos la vía dolorosa.
María Santísima, Madre de los Dolores, por vuestras oraciones obtened que Dios multiplique sobre la Tierra las almas que aman la Cruz. Es esta la gracia de valor incalculable que os pedimos, en el crepúsculo de esta nuestra pobre y estropeada civilización.