Oh Corazón Sapiencial e Inmaculado de María, dotado de los mayores dones naturales y sobrenaturales, exento de la más leve sombra de defecto, Vos os manteníais desapegado de todo, no queriendo esos dones para aparecer a los ojos de los hombres y ni siquiera de los Ángeles, sino exclusivamente para el amor, gloria y servicio de vuestro Divino Hijo y de la Santa Iglesia, considerad el corazón de este hijo vuestro, tan apegado a mis cualidades reales o imaginarias e incluso a mis míseros defectos, y tened compasión del estado de mi alma.
Vuestra oración es omnipotente. Alcanzadme, pues, la gracia de una transformación radical que me convierta hasta los más íntimos fundamentos de mi alma, volviéndome totalmente desapegado de todo y dirigido hacia Vos, de suerte que yo logre ser, por vuestra misericordia, un hijo y esclavo que prefiera morir a vivir en una Iglesia devastada y sin honor, y viva de la confianza de que la Revolución acabará y vendrá vuestro Reino. Así sea.
(Compuesta el 12/10/1968)