A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por el sagrado vínculo de caridad que te tuvo unido a la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo custodio de la divina Familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, toda plaga de errores y vicios; asístenos propicio desde el Cielo, denodado defensor, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y así como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad. Extiende a cada uno de nosotros tu perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar la eterna bienaventuranza en el Cielo. Amén.
Compuesta por el Papa León XIII ASS 22 (1889-1890), 117-118