Desde hace tiempo oigo decir que vosotros, otrora verdaderos cristianos, os habéis convertido en herejes y, a la manera de los sarracenos, abolisteis la fe y el culto verdaderos; que adoptasteis una infecta y funesta superstición y, empeñados en sustentarla y expandirla, no hay infamia ni crueldad que no osáis practicar.
Santa Juana de Arco en batalla contra los ingleses – Basílica de Santa Juana de Arco, Domrémy-la-Pucelle (Francia)
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Corrompéis los sacramentos de la Iglesia, mutiláis los artículos de la fe, demoléis sagrados edifi cios, rompéis y echáis al fuego las imágenes hechas para las santas conmemoraciones, fi nalmente, masacráis a los cr istianos que no aceptan vuestras creencias. ¿Qué ira, locura o furia os agita? Perseguís, os empeñáis en subvertir y destruir esa fe que Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, instituyeron, engrandecieron y exaltaron de mil maneras, por medio de miles de milagros.
Ciegos estáis, pero no porque seáis de los que le faltan la vista o los ojos. ¿Creéis que quedaréis impunes? ¿Ignoráis que, si Dios no impide vuestras impías violencias, si os permite permanecer más tiempo en las tinieblas y en el error, lo hace porque os prepara castigos y suplicios mayores?
Os lo digo de verdad: si no estuviera tan ocupada en combatir a los ingleses, ya hubiera ido a vuestro encuentro. Pero si me informan de que no os enmendasteis, tal vez deje a los ingleses y vaya contra vosotros a fi n de que, si no hay otra forma de hacerlo, elimine por la espada vuestra impetuosa y vana superstición, quitándoos la herejía o la vida.
Aun así, si preferís regresar a la fe católica y a la luz primordial, enviadme a vuestros embajadores, a quienes les diré lo que debéis hacer. Si, por el contrario, queréis resistir contra el aguijón, acordaos de vuestros abominables crímenes y esperad mi llegada con todas las fuerzas divinas y humanas para retribuiros todo el mal que habéis hecho a los demás.
Sully, 23 de marzo de 1430